
He estado en estos días calurosos, -al igual que aquellos en que nuestro hidalgo salió de su lugar-, oyendo la ponencia de Luis Miguel Román Alhambra en las I Jornadas de Estudio y Divulgación Cervantinas del 8 de noviembre de 2014 y sinceramente me alegro que salgan autores que defiendan el espacio sanjuanista (del Campo de San Juan) que se va vislumbrado a través de la lectura de Don Quijote pero, al mismo tiempo, lamento que tenga que ser Villarta uno de los pocos «lugares» [Según la explicación que el profesor Rico le da al término lugar] que ni «por asomo», aparece en su ponencia ni en la de otros muchos autores. Ya otro paisano suyo, Angel Ligero Móstoles, para no exponer muy claramente las posibilidades de Villarta, –o vaya usted a saber por qué-, puso en uno de sus mapas a Puerto Lápice al lado del Gigüela,- justo donde debería figurar Villarta- pues a él, quizá, le interesaba poner algún camino importante al lado de Puerto Lápice, por ejemplo, el camino de las Carretas. Por otro lado, me parece muy interesante la idea de considerar a Rocinante como guia, al que seguir, para buscar el lugar manchego, pero una cosa es la originalidad del tema y otra el considerar si ese sería el guia más recomendable; ¿por qué no el asno de Sancho, es decir el borrico cuyo dueño es Sancho? (que no es lo mismo que decir que Sancho fuese un asno). Como base para mi propuesta dejemos que sea Sancho el que la explique, comparando su asno con Rocinante: «… – A mi no me falta nada de eso -rspondió Sancho-; verdad es que no tengo rocín; pero tengo un asno que vale dos veces mas que el caballo de mi amo. Mala pascua me de Dios, y sea la primera que viniere, si le trocare por él, aunque me diesen cuatro fanegas de cebada encima. A burla tendrá vuestra merced el valor de mi rucio, que rucio es el color de mi jumento. Pues galgos no me habían de faltar,habiéndolos sobrados en mi pueblo; y más, que entonces es la caza mas gustosa cuando se hace a costa ajena» [MIGUEL DE CERVANTES. Don Quijote de la Mancha. Segunda parte. Capitulo XIII. Edición de Alberto Sánchez. Editorial Gredos]. Hurgando un poco más en las posibilidades de Rocinante como guía, dejemos que sea el autor quien nos lo presente: «…Fue luego a ver su rocín, y aunque tenía mas cuartos que un real y mas tachas que el caballo de Gonela, que «tantum pellis et ossa fuit» [ que era solo piel y huesos] le pareció que ni el Búcefalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban» (Obra y edición citada. Primera parte, Capítulo I] Hecha esta presentación vayamos analizando algunas cosillas de la ponencia:
1º El Caballo.
Hecha la presentación de él, da la impresión de que fuese un caballo medio «ralenco» [no sujeto a normas], ni a buen alimento, ni a viajes sino a malvivir igual que su amo y sin mas trabajo que soportarlo en los cortos paseos que al bueno de Alonso de Quijada o Quesada se le antojasen, muy de vez en vez, que ya sabemos que su principal labor era la de leer libros de caballerias. Por otro lado sacar consecuencias de la comparación de Rocinante con el caballo del Caballero de la Blanca Luna, en Barcelona, es «rizar el rizo». Puede, como cosa normal, que este caballo no fuese el doble de veloz que Rocinante sino que estaba acostumbrado a seguir las indicaciones del jinete, mientras que quizá Rocinante tenía como comportamiento habitual, hacer lo que le viniese en ganas o bien que Don Quijote, pensase que su caballo haría lo que tenía que hacer. Exagerada deducción, posiblemente, decir y sacar consecuencias de que, si un caballo normal recorría 6 leguas en una jornada, el pobre Rocinante haría escasamente tres. Por otro lado, lo más normal es que Rocinante fuese un caballo caprichoso: ahora voy al trote, -trote lento, claro-, o ahora me paro en una refrescante pradera de las muchas que podrían encontrarse en aquella Mancha húmeda de entonces. Por otro lado el caballero, no llevaba una ruta fija sino que iba en busca de aventuras y no podría considerarse raro que en un momento fuese por un camino y al rato, desandando el camino, diera la vuelta para coger otro que había dejado atrás y que podría ser, a su entender, mas interesante marchar por él. Tomar el paso de Rocinante como medida, mejor dicho, como medidor, no parece muy acertado, o a lo mejor si.

2º Los caminos. Habla el autor, después de una larga explicación de motivos, considerar solo los pueblos que puedan inscribirse en una circunferencia de 25 a 30 kilometros, partiendo de El Toboso, y que se correspondería a la distancia recorrida en una jornada normal de camino; Si aceptásemos la mayor, -es decir, los datos del medidor Rocinante-, tendría sentido pero los caminos no eran, ni son, una linea recta sin accidentes reseñables ni obstáculos inoportunos sino caminos normales: con sus vericuetos, con sus cuestas arriba y sus cuestas abajo, con riachuelos que los cruzan, cuando no verdaderos ríos o pantanos como la junta de los rios al oeste de Alcázar; son caminos normales, y por tanto el recorrido se haría no atravesando barbechos o siembras, al libre albedrio del caballo o caballero; es más en alguna ocasión, ante la posibilidad de elegir entre dos caminos, deja que sea el propio caballo el que coja el que su instinto le señale. Ir y volver, hacer y deshacer, …. Los caminos estaban establecidos, aunque bien es cierto que todos los caminos llevan a Roma, sobre todo cuando interesa.
3º La viaria caminera de aquella época.
Contínuamente todos los estudiosos, de cualquier tema, que tengan necesidad de analizar una red viaria del siglo XVI o XVII, echan mano de los itinerarios de Meneses o Villuga, sin tener en cuenta que estos dos autores lo único que hacen es describir y detallar los camino oficiales, que se recorren con postas señalizadas y de parada obligatoria, aunque sólo fuese para cambiar las caballerias o darles un descanso. Pero ni estos eran los únicos ni los mejores. Por poner un ejemplo de lo que realmente significaban estos repertorios hemos de señalar el siguiente hecho: El itinerario de Villuga y Meneses es el mismo itinerario hacia Andalucia que el Itinerario de Rodriguez de Campomanes del año 1761. Sin embargo, en 1669 el camino que recorre Cosme de Médicis y su ilustre acompañamiento ( escritores, cronistas, pintores, etc), desde Madrid a Sevilla y resto de Andalucía, no sigue ninguno de esos itinerarios, sino el que sería, finalmente el camino de Andalucia. Y para que no haya dudas se acompaña de las ilustraciones de Pier Maria Baldi: Madrid della parte del rio/ ValdeMores(Valdemoro)/ Aranjuez/ Ozecha/ VillaSeca/ Toledo/ Mora/ Consuegra/VillaHarta/Membrilla/Villanueva de los Infantes/Venta Nueva/Venta de San Andres/Venta de losArchillos/Linares/Andujar/Carpio/Alcolea/Cordova/...etc.; y habla también del famoso camino de Murcia. Dice Luis Miguel Román que hay que leer el Quijote y luego buscar toda la verdad en él; pero, digo yo, no la que nos acerque a nuestras tesis o propuestas sino las que se acerquen a la verdad histórica. Efectivamente, lleváis razón todos los que en este instantes digan que el Quijote es una novela y por tanto ¿como vamos a hablar de verdad histórica?. ¡Lleváis razón! Pero…si llegado el momento o la ocasión, la llevamos al terreno de la verdad, de la historia, estaríamos hablando de una novela cuyos personajes, -ficticios-, viven y patean un espacio geográfico cierto. Y en ese caso tendremos que aplicar este espacio siempre y no solo cuando nos interese. Por eso le doy la razón al estudioso alcazareño: ¡Hay que leer el Quijote!. Pero… también habrá que leer los planos, las escrituras, los caminos, etc. No vale un solo camino, hay muchos caminos. En su ponencia hace mucho hincapie en el camino de Murcia y las ventas que hubiera por sus contornos. Y para ello nuevamente vuelve a echar mano de los «oficiales caminos» de Villuga o Meneses; es decir desde Toledo, Nambroca, Tembleque, Villacañas, etc. (incluso una variante desde Toledo, Nambroca, Mora, Turleque, Madridejos, Camuñas, Villafranca, Alcázar, , etc). Pero de antiguo, desde que todas estas tierras son entregadas como alfoz de Consuegra, parece que hay otro camino que se insinua, otro camino para Murcia. El problema de este camino para algunos, está en que si desde Madridejos, vamos a Puerto Lápice (con, al menos, una venta) y a Villarta con un cruce cómodo de las «tablas» del Záncara-Gigüela-Guadiana, y seguimos por el camino de Andalucia vamos a pasar por un lugar denominado Las Ventas (Ventas de Doblillas) hasta llegar a Venta Quesada en donde, cruza el camino de Andalucía, un camino de Murcia, que luego se unirá a la vereda del mismo nombre y que nos va a llevar hacia Argamasilla de Alba. (En los mapas actuales es muy posible que estas denominaciones hayan desaparecido pero en el mapa de 1884 del Instituto Geográfico y Estadístico si figuran). Si se toman medidas es clara la gran distancia que se ahorrarían los viajeros que yendo en dirección a Murcia utilizasen esta via. Además frecuentada y nada solitaria y por tanto propicia para las aventuras que buscaba nuestro caballero. Existe otro razonamiento histórico-económico. Cuando se hace la entrega a Consuegra, en 1183, de su alfoz, le otorga todas las posibilidades de control utilizando para ello algún portazgo donde cobrar los derechos pertinentes, entre ellos ganados y viajantes como pudieran ser los sederos que van de Toledo a Murcia. Y ahí aparece ese puente, el de Villaharta, cómodo y a la mano para tal misión. Este paso además era muy conocido, para bien o para mal, por los muchos pueblos del entorno. La restauración del puente de Villarta en 1690 (otra anterior en 1609, ambas exquisitamente documentadas, ejecutada a cargo del Concejo de la Mesta, por el Maestro de Canteria, Martín de Artache, de Argamasilla de Alba) parece que era una necesidad vital para el comercio desde la corte a Andalucia y viceversa, razón por la cual el propio Consejo de Estado, en el año de 1675 exponía al Corregidor de Ciudad Real: «… Sepades que Alonso López de la resa en nombre de la villa de villaharta nos hizo relación que en el termino de ella avia una puente y calzada que tenía mas de duzientos y cinquenta pasos de largo que estaba sobre el rio Gigüela guadiana y Zancara que eran muy caudalosos y especialmente en ybierno y con el transcurso del tiempo se abia arruynado la dicha puente y calzada de forma que se pasaba con mucho peligro y riesgos de los comerciantes siendo de passo comun de toda andalucia.. y no se podía vadear por ser grandes los lagunacos que avia de suerte que por estar la puente referida tan maltratada aabian suzedido y suzedían cada dia mayores desgracias y si con brevedad no se procuraba reparar haziendo los arcos de que se nezesitaba y la calzada se inposibilitaria el paso con que no aabría quien viniese a esta corte a traher los bastimentos asi de azeite azucar y otros generos y todo lo que venía de Sevilla con cargas por no tener el rio por otra parte paso alguno sino hera rodeando mas de seis leguas..» [ARCHIVO HISTORICO MUNICIPAL DE CIUDAD REAL. Expediente 293.]

La transcripción de este documento de 85 folios, se encuentra, junto a otros documentos como el de reparación de 1609, en mi obra «El Puente sobre el Gigüela»[https://campodesanjuan.org/blog-de-jose-muñoz-torres]. El importe de las obras se hizo por repartimiento que afectó a 68441 vecinos de 254 localidades situadas en un radio de unos 120 kilometros en torno a Villarta de San Juan y que pertenecían a los corregimientos o partidos de Alcaraz, Alcazar de San Juan, Ciudad Real, Infantes, Ocaña y Toledo. ¿Que interés podían tener tantas poblaciones para pargar el repartimiento estando tan alejadas del puente de Villarta?¿Por qué no hablar del otro camino de Murcia? Ya en 1575 en las Relaciones de Felipe II los informadores de Argamasilla de Alba, -entre ellos un tal Pero Alonso-, contestan a la pregunta 55 diciendo: » «A los cincuenta y cinco capítulos se dice que esta villa es pueblo pasajero y que está en el camino real que va de Valencia y Murcia y Almansa y Yecla y de toda la tierra de lo reducido al partido y Orden de Calatrava y Ciudad Real y a Extremadura y Andalucia y Granada, sepasa para Madrid y Alcalá y su derecera». [VIÑAS, CARMELO y PAZ, RAMON. Relaciones de los pueblos de España ordenadas por Felipe II. Ciudad Real]. En el dibujo que adjuntamos podemos ver unos nombres que nos suenan enormemente: Venta Quesada ( «.. quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada), Camino de Andalucía, camino a Murcia (desde Daimiel y más al oeste, hacia Extremadura), cañada real Soriana, Dehesa de Villacentenos al norte ( grandes encinares ), caminos a Herencia, y fundamentalmente el camino que parte desde la casa de los Romeros casi hasta Alcázar cruzando el Canal del Guadiana, y otro que se devia hacia la izquierda cruzando el camino de Villarta a Alcázar que cruza los rios Záncara y Gigüela por el Herradero de ¡Quintanar!…. ( si nos ponemos a imaginar podemos hacer descansar a Don Quijote por el puente viejo de Villarta hablando con su vecino Martin de Artache… ¡los calores de agosto !). Y además desde Villarta, habiendo cruzado el puente sobre el Gigüela que en aquellos momentos se estaba reparando [ARCHIVO HISTORICO NACIONAL,. DIVERSOS-MESTA, 48, N,5BIS. Villaharta (Córdoba). Mandamiento del Presidente del Concejo de la Mesta a Martin de Artache, maestro de obras de cantería para que termine el puente de Villaharta (El título atribuido de provincia de Córdoba no es correcto ya que no se corresponde con la localidad cordobesa de Villaharta sino con Villarta de San Juan, -antiguamente Villaharta- de la provincia de Ciudad Real) ] salía el denominado camino de Lugarnuevo que en su primera parte recibía el nombre de Camino de la Carrera. Es decir, los sederos de Toledo para ir a Murcia tenían un camino recto del que muy pocos hablan.

4º Los Lugares.
Este es el punto por el que casi todos los estudiosos pasan de puntillas porque un estudio amplio nos debería hacer que eliminasemos muchas poblaciones como patria de Don Quijote, según la acepción que le apliquemos a la frase con que se inicia: «en un lugar de La Mancha». La palabra «lugar», referida a población, nos la define el Diccionario de la RAE de la siguiente forma: lugar. ||2. Sitio o paraje. ||3. Ciudad, villa o aldea. ||4. Población pequeña, menor que villa y mayor que aldea. De estas tres acepciones ¿Con cuál nos quedamos? Evidentemente las dos primeras no nos definen, en absoluto, el tamaño de la población y pueden servir, para englobar a todas las poblaciones, como si todas ellas cumpliesen el requisito de «ser lugar». Martin de Riquer, en la edición conmemorativa del 25 aniversario de Circulo de Lectores, habla de que la citada expresión puede ser el comienzo muy utilizado de un antiguo romance: » Un lencero portugués recien venido a Castilla, más valiente que Roldán y más galán que Macías, en un lugar de la Mancha…», con lo cual busca el origen de la frase empleada pero no se compromete a buscarle definición clara a la citada palabra de «lugar». En la edición conmemorativa del 4º centenario, editada por la RAE, y dirigida por el académico Francisco Rico, este anota como lugar «una aldea, una pequeña población rural». Los que utilizan las acepciones 2 y 3 del diccionario de la RAE, no tienen ningún problema para utilizar cualquier población, como el lugar que Cervantes oculta. Sin embargo el resto de comentaristas tiene gran duda para adivinar la población de la que era natural nuestro hidalgo. En otra edición también presentada por Francisco Rico, al cuidado de Silvia Iriso y Gonzalo Pontón se dice escuetamente: « En una pequeña población»
En mi trabajo titulado «La Mancha en tiempo de Don Quijote» , siguiendo las respuestas dadas en las Relaciones de Felipe II, husmeando por aquella tierra que entonces era conocida como la Mancha, hemos encontrado una serie de pueblos que dicen pertenecer a ese espacio geográfico. (Estamos hablando de 1575 y por tanto un poco antes de que a Cervantes le viniera al «caletre» la idea de que muchas buenas personas le estuvieran dando vueltas, durante siglos, a cual podía ser el lugar que calló). Hemos encontrado los siguientes que dicen pertenecer a la Mancha: Acebron, El; Alberca, La; Arenas de San Juan, Argamasilla de Alba; Ballesteros; Bara(Vara) de Rey; Barchin del Hoyo; Belmonte; Bolaños; Cabeza Mesada; Campo de Criptana; Camuñas; Castillo de Garci Muñoz; Ciruelos; Gabaldón; Herencia; Hinojosos de la Orden; Horcajo de Santiago; INiesta; Lillo; Madridejos; Membrilla; Mesas, Las; Moraleja; Mota del cuervo; Pedernoso, El; Pedroñeras, Las; Provencio, El; Puebla de Almoradiel; Quintanar de la Orden; Quintanar del Rey; Roda, La; Romeral, El; San Clemente; Socuellamos, Tarazona de la Mancha; Toboso, El; Tomelloso; Torrubia del CAmpo; Tribaldos; Villamayor de Santiago, Villanueva de Alcardete; Villarrubia de los Ojos; Villarrubia de Uclés; Villarrubio y Villarta de San Juan. A estos habría que añadir algunos pueblos inequívocamente manchegos de los que no aparecen sus relaciones, como Consuegra, Urda, Alcázar de San Juan, Pedro Muñoz y alguno más. Si parece evidente, lógico y creible de que entre estos pueblos se encontrase el lugar de la Mancha. Pero seguimos haciendonos la pregunta: ¿Era aldea, lugar o villa?. Entre todos esos poblados manchegos, al menos había dos que decían ser lugares: Villarta y Tomelloso. Quizás por eso habría que tener también muy en cuenta la acepción que queremos darle a «UN LUGAR DE LA MANCHA..», porque dependiendo de la acepción vamos a tener una u otra conclusión. Porque no se olvide y si alguien quiere seguir dandole vueltas a lo del lugar repito las respuestas que los vecinos de Villarta dan a las preguntas tres y cuatro:
3.- Al tercer capitulo que es lugar y tienen jurisdicción en lo civil y que es jurisdicción de la villa de Consuegra y Arenas
4.- Al cuarto capitulo que cae el pueblo en la Mancha y que es reino de Toledo en el Priorazgo de San Juan.
Es decir los vecinos de Villarta, en el año 1575, decían de su población que era Un lugar de la Mancha.
5º Otros personajes, amigos o conocidos de Don Quijote:
Citaremos algunos pocos y, en muy pocas palabras, el por qué de su cita.
En primer lugar Pedro (Pero) Alonso. Cuando Don Quijote vuelve a su pueblo, después de su primera salida, tras haber librado a Andresillo de los azotes de su amo, y se encuentra con los sederos de Toledo que van a Murcia, uno de cuyos criados «muele a palos» a nuestro hidalgo y lo deja solo y desasistido en el suelo, un vecino de Don Quijote le encuentra. Si todos los comentaristas del Quijote le echan conocimientos e imaginación para descubrir la historia del hidalgo, no vamos a ser nosotros distintos, al menos en imaginación. E imaginemos el siguiente entorno: Cerca de la venta donde ha sido armado caballero, la venta de Quesada, se entra en una enorme dehesa llamada por aquel entonces Villacentenos con muchas encinas y con sus buenas bellotas. Sobre este asunto escribe Luis Miguel Román Alhambra: «..En el año 1605, el año que Cervantes publica El Quijote, tambien para hacer frente a los importantes gastos en la construcción de la iglesia de Santa Quiteria, es necesario nuevamente hacer uso de la venta de la bellota de sus dehesas y asi obtener los recursos necesarios (…) Por tanto acordaron se venda la bellota de la dehesa de Villacentenos y monte del Acebrón..» [ROMÁN ALHAMBRA, LUIS MIGUEL. La bellota en Alcázar. http:// alcazarlugardedonquijote.wordpress.com 17 febrero 2011] En esa dehesa atado a una de las encinas encuentra Don Quijote a Andresillo y ya sabemos casi todo lo que pasó y no muy bueno para el pobre Andresillo. No sabemos si el hidalgo dejó que Rocinante se guiase de su instinto y olisqueara el camino de su cuadra, el caso es que caballo y caballero se encuentran siguiendo el camino de Murcia, cuando se encuentran con los sederos de Toledo. Al poco recorrido, cuando ya los criados de los sederos lo han dejado tirado en el camino aparece Pero Alonso, Dice el narrador de nuestra historia: «Y quiso la suerte que, cuando llegó a este verso, acertó a pasar por allí un labrador de su mesmo lugar y vecino suyo , que venía de llevar una carga de trigo al molino; el cual, viendo aquel hombre allí tendido , se llegó a él y le preguntó quien era…» Después de limpiarle el rostro y de recoger todos los apechusques que a modo de armadura habían quedado malbaratados y esparcidos por el suelo o mal puestos en el flaco y débil Don Quijote, el labrador se presentó, aunque nuestro hidalgo seguía en otro mundo: «… Mire vuesa merced, señor, pecador de mi, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el Marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino;»
El cura. El segundo personaje, no importante en la historia de nuestro hidalgo aunque bien es cierto, que fue el responsable de la quema de la «especializada biblioteca» de Don Quijote, es el Cura. Nos referimos al licenciado Pero Pérez. Dice el narrador que se encontraban en casa de Don Quijote, revuelta y alborotada por su ausencia con «.. el cura y el barbero del lugar, que eran grandes amigos de don Quijote,…». La explicación del narrador parece tan clara que de entrada, podríamos eliminar a muchos pueblos como el lugar de la Mancha. Está hablando del CURA DEL LUGAR, no de un cura del lugar. Salvo que lingüistas y expertos en cualquier disciplina nos explique algo muy claro, muy claro, parece evidente que debe ser un lugar muy pequeño para que solo haya un cura: ¡el cura del lugar!. Lo del barbero que solo haya uno es también sinónimo de ser un pueblo corto en habitantes y bienes y quizás incluso, la mitad de los días saliese de caza, como buen barbero, con su amigo el hidalgo para echar los galgos y ver si cogían alguna «pieza».
Finalmente, otro personaje, el bachiller Sansón Carrasco, con sus buenos estudios -que dirían sus vecinos-, pero sin ejercerlos en ocupación alguna; El va a ser el que actua para traer al hidalgo a la razón y para indicarnos a todos el camino que hay que seguir, no sólo para leer el Quijote, sino para andar y vivir la vida, con criterio razonado y razonable: «… pero uno es escribir ( o vivir) como poeta y otra como historiador; el poeta puede contar o cantar (o vivir) las cosas, no como fueron, sino como debían ser (o nos gustarían que fuesen); y el historiador las ha de escribir ( y vivir), no como deban ser, sino como fueron ( y como son), sin añadir ni quitar a la verdad cosa alguna». Que me perdonen el atrevimiento de incluir en la frase cosas que, a buen seguro, se sobreentendían pero creo que si con ello se aclara mas la idea no estaría de mas mi atrevimiento.

Dice la historia que el día que salió por primera vez Don Quijote era uno de los calurosos del mes de julio y nosotros que, ni en la «anochecida» de este caluroso mes de agosto, se puede sentar uno en el «poyete» tomando el fresco, henos aquí que posiblemente nos ha dado un golpe de calor y nos ha entrado el atrevimiento de «enmendar la plana» a los que tanto saben de nuestro Hidalgo. Bien es cierto que al ver este mapa que sirve de fondo a una charla, explicación o vaya usted a saber qué, nos hemos dejado la vista (y no estamos para esos trtotes) buscando Villarta en el citado mapa y hemos pensado: «Mal título tiene el que olvidando lugares importantes se consuela diciendo que busca a Don Quijote en la Mancha pues prescinde de lugares de ella»; será otro de los que imitan el inicio de nuestro gran libro y dicen: «en un lugar de la Mancha de cuyo nombre tampoco quiero yo acordarme…» y respondo con una pregunta: ¿No será Villarta ese lugar del que, ni ahora, quieren acordarse?

Dice El Pais en la presentación del libro Welcome to Espaiñ, que el libro se abre y se cierra con una imagen del Quijote y Sancho Panza, vista de frente y por detrás en Villarta de San Juan. A la avista de esas fotos también puede ocurrir que si algunos de fuera se olvidan de Villarta, sea, quizá, porque nosotros nos empeñamos en olvidar borrandolo todo. También puede ser ¿NO?.
José Muñoz Torres, cronista oficial.
¡Que bueno, Pepe!. Este «poyete» está bien apoyado en verdades que tú has encontrado y no quieres que se olviden por mucho que muchos las den, o las quieran dar, por olvidadas. Muchas gracias SEÑOR CRONISTA. A mí también me molesta que se ensucien esas siluetas de nuestros queridos personajes del cerro de Taray (o de San Cristóbal).
Ángel.
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Muchas gracias! por tu dedicación. Estas escribiendo una «HISTORIA REAL» para Villarta de San Juan, a base de recopilaciones,.
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