«LAS PACES»: LA FE, LA TRADICIÓN, LA HISTORIA Y LA ANÉCDOTA, por José Muñoz Torres.

Aunque borrosa, a la izquierda se distingue el edificio de la primera ermita de la Virgen de la Paz, derrumbada en el año 1934 para construir, la que muchos hemos conocido (Archivo personal)

Hace años o ¿habría que decir «hace bastantes «paces»?, un entrañable villartero, amigo y familiar, comentaba, en una de las interminables «sanochadas» que manteníamos, en familia, de vez en cuando, y teniendo como base inicial la Virgen de la Paz, que él se calificaba como «un ateo creyente» y otra persona, también familiar entrañable, ante el comentario que se hizo o la pregunta que se le hizo: «¿pero tú no pensarás que esto es la Virgen de la Paz?», respondió rauda y convencida: ¡No me lies! . Conversaciones de este tipo son, han sido y serán, normales en las conversaciones de nuestra gente. Cuando alguien ha tratado de demostrar la inutilidad de ciertas creencias y en esas creencias han introducido la figura de la Virgen de la Paz, la conversación se corta ante la rotundidad del que intenta ser convencido: «¡Bueno, la Virgen de la Paz, es otra cosa!» Solo con preguntas y respuestas de este tipo puede llegarse a comprender, las lágrimas, suspiros, emociones y recuerdos que la presencia de la Virgen de la Paz nos trae, sobre todo en estos días. Posiblemente la devoción mariana en los pueblos de España se aparta un poco de la ortodoxia religiosa, pero no cabe la menor duda, de que es una forma de fe, sencilla, entrañable que da forma a una cariño de hijo a madre. No creo que alguien desde la misma religión quiera quitar el valor de fe y amor intenso que se tiene, pero estoy convencido de que la mayoría de sacerdotes que por Villarta de San Juan han pasado, han tenido un trabajo doble mientras aquí estuvieron; por un lado su ocupación espiritual en una parroquia sencilla, con todas las alegrías y sinsabores, pero sobre todo tuvieron necesidad de hacer un cursillo amplio y rápido para conocer a esa Virgen de tan corto nombre, de tanta raigambre y a la que parecía que se le daba un culto especial y posiblemente no muy ortodoxo. Y todos, con seguridad, traerían la idea de que podrían llevar a esos fieles a una fe más clásica, mas respetuosa con las normas o ritos establecidos.

Imagen de Nuestra Sra. de la Paz, destruida en 1936 (Fuente: Lucas Muñoz)

Pero lo que no pensarían, con toda seguridad, era encontrar una fe tan profunda, tan sencilla, tan de poco pedir, tan de poco entender, a tantos maestros de fe, a tanto cariño, … en tan pocas palabras: ¡Madre mía!, ¡Virgen de la Paz rica! Y en realidad es que la fe en la Virgen que encontramos en nuestro pueblo es, por lo general, una fe callada, silenciosa, muy oculta, no de exponerla en ocasiones sino de verla y tratarla muy a menudo, sin demasiadas alharacas. El hecho de que siempre la hayamos tenido tan a mano quizás haya sido la causa de haber cultivado y conseguido una fe cariñosa, una fe de «andar por casa» diciendo y pensando lo que mejor se nos viene al caletre, sabiendo que estamos siendo oídos, mejor dicho, ¡que estamos siendo escuchados y atendidos!. Sabiendo entender, o así creemos, que no hace falta que le digamos lo que queremos que, a veces, ni lo sabemos nosotros mismos; pero si estamos convencidos de que nos entiende, nos disculpa y nos quiere.

Bailando jotas a la Virgen de la Paz. (Grupo Alborea)

En uno de nuestros programas de festejos donde tantas y tantas veces se escribe Virgen de la Paz, un poeta villartero, cronista gráfico de las cosas de nuestro pueblo, escribía:

Viene siendo costumbre, en esta villa,

escribir de su Virgen cuatro cosillas.

Y, de la Virgen vengo, hoy recordando,

que la fe que le tengo será por algo.

Es corriente y probable que, esto que cuento,

se repita en Villarta, de veces, cientos.

En mi casa ya oía, desde la cuna,

¡Virgen de la Paz mia que solo hay una!.

Cada año en las Paces, a procesiones

me llevaba mi padre las dos sesiones.

Cogidito a su mano me aproximaba

a mirarla de cerca cuando pasaba.

Él, sereno y seguro, sin miedo a nada

temblaba al acercarme y hasta lloraba.

Con el tiempo he sabido lo que sentía,

cuando hice con mis hijos lo que él hacía.

Sólo dos santos nombres él invocaba:

a la Paz, nuestra Virgen, y a Dios llamaba.

Con el paso del tiempo mi fe perdura.

la llevo muy adentro y está segura.

Cada año pasado, y son bastantes,

en las «Paces, me digo: hoy mas que antes.

[Angel RODRIGUEZ GARCÍA. Programa de festejos del año 2002]

Llegando a la Iglesia vieja (Angel Mascaraque, Carlos Gómez-Calcerrada, Victor Muñoz (Pernales) y Donato Menchero )

Y es que la fe, eso tan fácil de observar individualmente, y tan difícil de explicar, no es única; cada cual la siente a su modo, no a su comodidad, sino siguiendo ejemplos de vida y fe, próximos a cada uno. De ahí esas frases tan llenas de fe que vemos y oímos a diario, y que, en algunas fechas, son manifestación clara de algo que se ha ido transmitiendo de padres a hijos [los padres con una rudeza recogida en su trabajo diario, -quizás por eso sean más llamativas la lágrimas furtirvas al ver salir a la Virgen de la Paz a la calle, al pueblo, que ellos no son muy de misa-, y las madres con la ternura y la sencillez que da el contacto continuo con los hijos]. Ellos, los padres, han sido trasmisores de una tradición y los hijos han sabido mantener ese sentimiento que vieron en días de «Paces» y que muchas veces, al calor de la hoguera, tan cálida y callada, recuerdan en conversaciones anuales.

Llegando a la carretera (calle Dr. Diaz-Pavón y antigua calle Correos- hoy Peñas Coheteras). (Carlos Gómez-Calcerrada, Maximino Mora y Donato Menchero) (Fuente: Archivo Personal

Pero son necesarias muchas más cosas para mantener y, sobre todo, entender las «Paces». Hemos hablado de la fe pero, ¿qué serían nuestras fiestas, nuestras «Paces», sin tener en cuenta la Tradición?. Es el diccionario de la RAE el que, entre otras acepciones, define así «tradición»: «3. f. Doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos». Y esta palabreja que siempre, a la ligera, se entiende como referida a cosas antiguas y por extensión, a quien observa el cumplimiento de ellas, dando a entender que observa la tradición puede ser calificado de antiguo en contraposición al hecho de «ser moderno»; pero, no obstante, quiero decir que el apartarse de esa definición que conlleva la conservación de un bien recibido, es ir perdiendo poco a poco ese bien. Pongo ejemplos concretos. La festividad de la Virgen de la Paz, según la historia, tiene una antigüedad, unas causas de su creación y unas fechas de celebración tan definidas que cuando se quieren dejar fuera parte ellas, la costumbre o celebración, termina desapareciendo. O, al menos, por no ser tan tajantes, pierden un poco su razón de ser. En concreto, la festividad de la Virgen de la Paz sigue vigente en muchos pueblos, además de en Villarta de San Juan, pueblos cercanos como: Campo de Criptana, Daimiel, Manzanares, Valdepeñas, Corral, etc. [En mi libro «Nuestra Señora de la Paz, Una advocación venerada en todo el mundo (1369-2009), hacemos un amplio estudio de nuestras Paces, además de enumerar los mas de 350 lugares de todo el mundo donde se celebra esta festividad o tiene alguna relación con ella]. Pero en algunos de ellos esa festividad tradicional e importante, (la prueba es la existencia en ellos de una ermita bajo la advocación de la Virgen de la Paz) ha pasado a un segundo plano o no tan importante como tuvo en su momento. Y es, el caso, que mantener el carácter de tradición, mantener el titulillo de «las fiestas tradicionales de …» es algo muy difícil de conseguir y necesita mucho esfuerzo y trabajo. La modernidad, la dispersidad de gran parte de la población fue, en un momento determinado, la causa de que se tomaran decisiones en muchos pueblos que pretendían favorecer el mantenimiento de las fiestas; por ejemplo, cambiando la fecha de celebración de las mismas, pasándolas a celebrar al fin de semana anterior o posterior al de su fecha real o tradicional.

Procesión de la Virgen de la Paz. Año 1913

Esta decisión hacía perder el hecho importante de mantenimiento de las mismas. En Villarta de San Juan las «Paces, en su origen se celebraban el día 23 (San Ildefonso, las visperas) y el 24 de enero, la festividad de Nuestra Señora de la Paz. Con el transcurrir de los años se fueron añadiendo días festivos, el 25 y el 26 y así en el anuncio de fiestas ya se sabe, por tradición, que se celebran los días del 23 al 26 de enero, pero las celebraciones importantes de las fiestas, 23 de enero, día de San Ildefonso o Alifonso, día de visperas y con quema de la «tradicional y monumental hoguera» y el 24 de enero, día de Nuestra Señora la Virgen de la Paz con la celebración de la Función Religiosa y la Procesión, son inamovibles y fundamentales en nuestras «Paces». Pero este hecho no significa encasillamiento sino que permite que siguiendo fiestas tradicionales puedan ir adaptándose a nuevas circunstancias o necesidaldes. Y asi cosas nuevas se convierten en tradiciones. Un ejemplo: La operación 2000, en apenas cincuenta años, ya son una tradición de nuestras Paces que van sabiendo adaptarse, en cada momento a las nuevas necesidades, sobre todos legales que vayan surgiendo. En este sentido todos los ayuntamientos que ha habido en Villarta de San Juan, se han esforzado por buscar soluciones que los nuevos tiempos van imponiendo, haciendo que las nuevas disposiciones puedan encontrar huecos para convertirse en tradiciones. Siempre hemos dicho que la «tradicional y monumental hoguera», comenzó siendo una necesidad, no un acto de homenaje ni agradecimiento, simplemente una necesidad para velar la vispera de la Virgen, ahuyentando el frío y aprovechando el fuego de la hoguera, cada vez mas grande, para asar algunos alimentos, fruto de las recientes matanzas (RAE. 3. f. Faena de matar los cerdos, salar el tocino, aprovechar los lomos y los despojos, hacer las morcillas, chorizos, etc.).

Procesión de 1934. La procesión sale del paseo de la iglesia a la carretera. (Cesareo Moreno y Victor Muñoz) ( Archivo personal)

Y es la historia la que nos confirma la certeza de una tradición, aunque muchas veces , en algún pueblo o ciudad se ha utilizado una antigüedad falsa y un motivo inexistente para darle más realce a las mismas, en detrimento de otras de la misma festividad que se celebran en otros pueblos. De hecho la explicación en las relaciones de Felipe II, según dicen los vecinos de Villaharta (aclaramos que este era el nombre primitivo de Villarta de San Juan) contestando a la pregunta 48 de las citadas relaciones es que «… hay otra ermita fuera del pueblo que se dice Nuestra Señora de la Paz». Esta respuesta es del 29 de noviembre de 1575. Luego hemos de deducir que la festividad fuese anterior al igual que la ermita. Y asi hemos ido compaginando tradición e historia buscando la explicación correcta a cuando pudo ser su inicio y cuando fue exactamente la creación de la festividad. Hay, siempre, un dato que persiste y es el de que cuando hay una guerra, iniciada por las razones que fuesen, el ganador de la misma, siempre llevará razón, al menos de entrada. Pues en el caso de nuestra Virgen de la Paz, todo se inicio con una guerra que afectó profundamente a nuestra tierra y que terminó en Montiel, a pesar de los intentos por mantener una fecha ficticia y sin sentido, a poco que se estudie con calma la historia. Tal es así que la Iglesia, para no herir susceptibilidades de unos u otros, ha mantenido dos festividades de la Virgen en el día 24 de enero: la primera de ella es la de la Descensión de la Virgen y la otra es la festividad de Nuestra Señora de la Paz. La primera festividad se comenzó a celebrar el 24 de enero teniendo en cuenta para ello que San Ildefonso había fallecido el día 23 y por tanto ligar la nueva festividad al que había sido partícipe podría parecer, y así lo sería, lo mas natural. El milagro de la casulla impuesta por la Virgen a San Ildefonso tendría que ser en vida del Arzobispo de Toledo, es decir antes del 23 de enero del año 667 que es cuando muere el Santo. El otro momento de esa celebración festiva es el año 1085 cuando Alfonso VI conquista Toledo y es así como la tradición toledana sostiene que la creación de la festividad de la Virgen de la Paz se creó en el año 1086 al consagrar la mezquita de Toledo como catedral bajo el nombre de Nuestra Señora de la Paz. La tradición toledana de la festividad de la Virgen de la Paz nos habla de su institución con motivo de los graves disturbios por la ocupación de la mezquita  mayor de Toledo, tal y como hemos referido anteriormente, situando la creación de su festividad en el año 1086 asi como la consagración de la mezquita como Iglesia catedral bajo el nombre de Nuestra Señora de la Paz. Sin embargo:“El día 18 de diciembre de 1086 convocó el rey Alfonso VI a los grandes, obispos y abades de su reino, de los que resultó una gran concurrencia. Lo primero que trataron fue de dar gracias a la bondad divina, por cuyo favor había recobrado la cristiandad dos años antes la insigne ciudad de Toledo. Cada uno según el caudal que tenia de autoridad y elocuencia lo encarecía con las mejores palabras posibles. Luego se trató de crear arzobispo de Toledo, saliendo por voto comun electo Dom Bernardo, abad de Sahagún …” (Concilio de Toledo del año 1086 o mas bien cortes en que el rey Alfonso VI dotó con mucha munificencia a la iglesia de Toledo, libre ya de la tirania de los sarracenos, eligiendo en esta junta por prelado de la referida ciudad a Bernardo, abad de Sahagún). Según este dato el obispo de la tradición toledano era en aquellos momentos de incertidumbre ( año 1085 ) abad de un convento y tardaría aún casi dos años en ser elegido obispo, incluso pendiente de la ratificación del mismo. Difícilmente, un abad podría consagrar una catedral y menos dedicarla a una determinada advocación, en este caso Nuestra Señora de la Paz, sin haberlo antes consultado con un cabildo que tampoco existía en ese momento. Curiosamente este concilio o cortes donde se elige al nuevo obispo de Toledo tiene lugar el dia de la Expectación del Parto de María, celebración a cuya instauración tanto contribuyo San Ildefonso.

Maximino y familia

¡Más cerca, más cerca…! Y madre e hija esperan a que llegue su Madre

Hoguera en la Plaza de la Ermita con la antigua ermita al fondo.

Así que olvidando esta antigua tradición Toledano nos vamos a la realidad de la Historia que muy resumida hemos recogido del discurso de D. Eduardo Estella y Zalaya[ESTELLA ZALAYA, EDUARDO.- Discurso de contestación del académico numerario D. Eduardo Estella Zalaya al ingreso en la Academia de Bellas Artes de Toledo del Sr. Constantino Rodriguez y Martin-Ambrosio. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (Julio-Diciembre de 1929. nº 40-41. El texto supera la posibilidades de nuestro «poyete» de hoy pero su texto completo formará parte del algún futuro poyete porque sirve para apoyar lo que escribimos en otro sobre este mismo tema dejando en evidencia a muchos otros autores seguidores de la llamada leyenda toledana de la Festividad de Nuestra Señora de la Paz ]

«Con la muerte de Fernando IV [1] en 1312, los reinos cristianos van a pasar por una serie interminable de contiendas y guerras entre distintas familias de nobles, solo apaciguadas en un primer momento por la regencia de Dª María de Molina, mujer de don Fernado IV, hasta la mayoría de edad de Alfonso XI. A la muerte de este ocupa el trono Pedro I, que hasta su muerte en Montiel, vivirá en una continua contienda contra su hermanastro Enrique, uniéndose a esta situación una terrible epidemia de peste negra. La ciudad de Toledo, hace tiempo que ha dejado de ser residencia real, su arzobispo Fernández de Toledo es desterrado en 1360 a Toledo. Muerto en 1362,  es elegido nuevo arzobispo Don Gómez Manrique, gran valedor de los derechos del rey Pedro I, hasta un momento determinado que, al igual que los grandes nobles, toma partido por Don Enrique, cuando aún el rey Pedro se encontraba en una sólida posición de poder. La postura del Arzobispo y de muchos nobles hizo que la ciudad de Toledo fuera blanco de la ira del rey Pedro que sólo contaba en la ciudad con el apoyo de los numerosos judíos que en ella vivían y hacía esa ciudad se dirigía cuando se encontró con su hermano en los campos de Montiel. Donde perdió la batalla y murió a manos de su hermano Enrique, reconocido ya, por todos, como nuevo rey. Este fin de guerra, esta paz, después de tantos años de guerra y desastres si parece que pudiera ser motivo de alegría para toda la población y de agradecimiento.«

Este, a grandes rasgos fue el desarrollo de la inmediata situación de Castilla y de nuestra comarca anterior a la festividad de Ntra. Señora de la Paz. Tras este breve resumen histórico, tenemos conocimiento de las investigaciones llevadas a cabo por Don Eduardo Estella Zaldaya, canónigo blibliotecario de la catedral de Toledo a principios del siglo XX quien dice, entre otros datos:

“ …hemos podido apreciar que el P. Frias, catalogador de la biblioteca a fines del siglo XVIII y principios del XIX, indica como fundador de tal fiesta al Arzobispo D. Gómez Manrique (1362-1375). Ciertamente que en su pontificado ocurre un suceso, digno de ser celebrado con fiesta de Paz: es el fin de la dura contienda entre D. Pedro I y su hermano bastardo D. Enrique, que asoló cruentamente Castilla y terminaba en 1369 con la muerte del primero en los Campos de Montiel.

Eduardo Estella Zaladaya, nos habla de un manuscrito encontrado en el Archivo Real de Simancas en el que se dice, entre otras cosas lo siguiente:

= Primeramente ordenamos Nos Don Gomez, Arzobispo de Toledo e el Cabildo de la Santa Madre Iglesia Catedral que esta fiesta que se haga otros día de Santo Alifonso, que es en veinte y cuatro del mes de henero; e queste día vengan a la Iglesia Catedral todos los clérigos de la ciudad con sus cruces a la proçesion, e que esten a toda la misa, e todos los frailes de las ordenes todos que vengan a la proçesión esten a la misa y a la predicación e traigan todos candelas en las manos, e este día se saquen todas las reliquias del sagrario e que las llevenlos prestes e diaconos en la procesión”

La primera celebración oficial de la Festividad sería en el año 1371 y hemos de suponer que ya estuviese para entonces construida la pequeña ermita (no la que ha estado en pie hasta aproximadamente 1960 sino otra anterior derribada aproximadamente en 1934) que algunos han visto todavía en la antigua plazuela de Nuestra Señora de la Paz. Por aquella fecha del año 1369, la ermita sería, simplemente, la ermita de la Virgen y no sabemos cual sería su advocación, lo que si sabemos es que después esta sería la ermita de la Virgen de la Paz. Y ante aquella ermita, en pleno monte y por la noche fueron a dar gracias a la Virgen y como muchas otras veces la tradición da como verdaderas cosas que si se produjeron pero no los motivos por los que después se adujeron. El motivo de esa hoguera no fue el de festejar a la Virgen y darle gracias y a ello fueron nuestros antepasados, ese primer año y muchos años mas (mas de 650 años) pero la hoguera no fue al principio en honor de la Virgen, sino por la necesidad de calentarse con algunas ramas del inmediato encinar. Pasarían años y a alguien se le ocurriría conmemorar aquel hecho encendiendo todos los años una hoguera y ya entonces si en honor a su Virgen de la Paz.

Boda a los pies de la Virgen, en la antigua ermita

Foto de Paces de un grupo de amigos en el año 1935

En busca de la novia (Boda de mi hermana Felisa. Pedro, Lola, Apolonio y al fondo la ermita de la Virgen de la Paz)

Dia 25 de unas «Paces» lejanas (Coti y Carmen imaginando cacharros para su futura cocina)

Las «Paces», el día 25 de enero de hace muchos años. Llegando a la plaza. El edificio de enfrente con toldo a la puerta sería entonces tienda/drogueria/ferreteria de Antonio Roncero o quizás ya confitería. (Angeles Menchero Torres y sus padres Donato Menchero y Juliana Torres)

La tradición de nuestra fiesta no sería muy dificil de mantener, porque desde el 14 de enero no solo se llenaba, y se llena, de gente la plaza que iba a las novenas y que permanecían en ella porque era pequeña la plaza. Me gusta mucho el nombre que le dieron nuestros antepasados: Plazuela de Nuestra Señora de la Paz, pero no nos vamos a poner «picajosos» por nombre más o menos porque en este caso lo que se trata es recordar esa plaza que tantas cosas nos dejó y que por eso podía tener tantísimos nombres: Plaza de la Virgen, Plaza de la Ermita, plaza del Recuerdo ( que fueron muchos los que se fueron a buscar la vida en otros lugares y que nunca olvidarían esa pequeña y recoleta plaza, aunque jamas volvieran a pisarla), plaza del Regreso (otros muchos si pudieron volver aunque ya la vida la tuvieran hecha en otros lugares), plaza del Reencuentro ( El reencuentro mágico y entrañable de los que se fueron y de los que quedaron, fundidos en un fuerte e interminable abrazo y comenzando una interrumpida conversación: «Te acuerdas ese año, diría uno a otro, que nos subimos hasta arribitica de la hoguera y cuando bajábamos me engaché en una rama y me rompí los pantalones de arriba a abajo. Me acuerdo cuando llegué a mi casa que me faltaban manos para taparme el roto y así me fui calentico a la cama…»), plaza de la Pólvora ( y de los pretenciosos castillos de fuegos artificiales, con la que se terminaba el día de la Paz), Plaza de la Feria ( que el día 25 ya, malamente limpia la plaza de lumbre y cenizas, se abría para todos una plaza de «mercao» donde se encontraba de todo: sartenes, cacerolas, «vedriao», regalos y como no el inolvidable puesto de turrón y de gambas cocidas), Plaza de la Hoguera, o del fuego purificador ( que de madrugada se llevaba, en carretillas la lumbre a las casas y todos asentíamos que era para que la lumbre de la Virgen se llevase a las casas y el rescoldo de las brasas de la hoguera, las purificase. Luego fuimos cambiando las ideas y nos fuimos dando cuenta que nuestros padres se llevaban la lumbre a sus casas para calentarlas, para no tener frio, al menos durante las «paces»), plaza de ….

Asi que las Paces se crearon y se mantienen gracias a la fe, a la tradición, a la historia y a las pequeñas y grandes anécdotas. Esto último de las anécdotas viene a caso de ciertas circunstancias que no influyen en el sentir, de una forma u otra, las Paces, vistas y estudiadas desde fuera. Traigo a colación un hecho reciente y sin importancia acaecido en uno de esos viajes rápidos en la «pava» (viajera, Sepulvedana, etc. ahora Samar). En unos asientos detrás del que ocupábamos nosotros, viajaban una pareja, posiblemente madre e hijo. Este último quizás por hacerle el viaje más agradable a su madre le iba explicando lo que era o significaban los lugares y pueblos por los que pasábamos. Por la forma de hablar parecía un «enteraillo». Al fin del viaje, cuando ya cruzábamos por delante de la iglesia vieja, el hijo comentó a su madre, haciendo hincapíe, acerca de las rejas que cubren los ventanales de las campanas de la torre: «Mira, que curioso, le han puesto rejas al campanario de la torre para que no roben las campanas». Supongamos por un momento que el que dijo eso fuese escritor y que llegase a contar esto como experiencia de su viaje. ¿Podría extrañarle a nadie que lo que dijo no fuese cierto?. Alguien que lo leyese podría añadir: ¡Anda que la gente de Villarta menuda es. Le han puesto rejas a la torre de la iglesia para que no se las lleven! Y por qué no, esa simple anécdota podría ser historia en un futuro. Sin embargo todos sabemos que esas rejas se pusieron, ¡¡para que no entrasen en el campanario las palomas !!. y en muchas ocasiones las anécdotas han dado lugar a que se malforme la historia.

Ya en varias ocasiones hemos visto escrita y también lo hemos oído que los cohetes se comenzaron a tirar después de la Guerra de la Independencia, como homenaje o recuerdo de todo lo que había pasado Villarta de San Juan durante dicha guerra. En este sentido en un blog titulado La Encomienda.Vivienda turística.Almagro turismo (24-11-2021), se dice: Respecto a la tradición pirotécnica, se desconoce la fecha exacta en la que pudo empezar, aunque existen datos documentales de que a principios del siglo XIX hubo un periodo en el que no se pudieron tirar, reiniciándose otra vez a partir del 1814, pasada la Guerra de la Independencia. Algunos villarteros datan precisamente en esta Guerra de la Independencia la fecha de inicio de la tradición de quema de cohetes, cuando los bravos guerrilleros de Villarta hicieron frente a los franceses, los cuales casi destruyeron en 1809 la localidad, buscando cobijo sus habitantes en las casas de campo próximas. Cito esta noticia porque es otra forma de escribir la historia: decir verdades sacándolas de su concepto. Este hecho ya lo hemos comentado pero de otra forma. Efectivamente, a principio del siglo XIX, más concretamente en el año 1808 después del mes de mayo se empezó a generalizar la guerra contra los franceses. Villarta tenía un gran puente de mucha antigüedad que permitía el paso del empantanado río Gigüela ( mejor dicho las Tablas de Villarta) con gran comodidad (me refiero, claro está, al puente romano, al que la gente de Villarta le derrumbaron dos arcos para que no pudieran pasar los franceses y que rápidamente se reconstruyó, -arcos 9 y 11-). durante ese año a finales tuvo lugar una acción sangrienta y nada honorable para Villarta como fue la masacre de un convoy de mas de cien soldados franceses heridos. Este hecho dio lugar a que Villarta fuese destruida, sus habitantes dispersos por otros lugares o quinterias, entre ellos el párroco, Frey Don Blas Olmedilla, desconociendo cual fue el paradero de la Virgen de la Paz; los libros de registros parroquiales si fueron bien guardados. Durante algunos años no hubo celebración de Paces y luego con el fin de la guerra, poco a poco, se comenzaron nuevamente. Si está el dato de que en 1823 en una visita del rey Fernando VII, Villarta estaba aún medio derruida y trabajo les costó a nuestros antepasados volver a reedificarla, incluida la Iglesia vieja. Como bien dice el autor del citado blog, !se reiniciaron las fiestas y los cohetes!….

Unas dia de novena a la Virgen de la Paz ( Fuente: Libro Paces. Fotografía: Borja Fernández González. Texto: José Muñoz Torres)

Termino, que ya empiezan las horas a pasar deprisa y dentro de nada el primer petardazo convocará a la séptima novena y no tenemos mucho tiempo para leer nada y mucho menos ningún «poyete» que este año no está para sentarse en él a recordar. Intentaré recuperar fotos sencillas de las «Paces», de esas que por tradición se hacían en la rinconada de Manolito y del Banco y poderle ir poniendo nombre a los que en ellas figuran fotografiados. Pero se requiera paciencia y colaboración y no siempre de estas dos casos hay abundancia. ¡Felices Paces a todos!

José Muñoz Torres, cronista oficial.


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