Hace más de 650 años, de noche y con frío algunos villarteros fueron a la pequeña ermita que había cerca del monte para dar gracias a una sencilla Virgen porque había terminado la guerra. ¡Se habían hecho las Paces»
Los pequeños leñeros junto a sus padres acaban de empezar las «paces» (14 de enero de 2023. Archivo personal)
No es que sean nuestra fiestas, «Las Paces», muy refraneras pero hay algunos, aunque sea muy generales, que hacen referencia a la Virgen de la Paz. Así por ejemplo el que dice: «Hasta San Antón, Pascuas son; y si las quieres alargar hasta la Virgen de la Paz» y el otro « Para la Paz una hora y mas». Y ambos son una realidad que no necesita mucha explicación. Todo el mes de enero y parte del de febrero están ocupados por las fiestas de los «Santos viejos». En torno a la festividad de la Virgen de la Paz, aparecen las festividades de San Antón, San Sebastian, San Ildefonso que llenan de fiestas parte de nuestra tierra, en especial el Campo de San Juan, -el antiguo Priorato de San Juan- nuestra patria chica y olvidada. En cuanto al segundo es evidente que, poco a poco, los días se van alargando y se puede ya cuantificar al llegar el 24 de enero con una hora más de luz. Mucho más villartera es la frase «De Paces a Paces» [En vez de utilizar la genérica «de año a año» o la de «Pascuas a Ramos»].
Terminadas las fiestas de Navidad, con la entrañable celebración del día de Reyes, Villarta de San Juan ya piensa en otra cosa. A partir de esa fecha ya estamos en «visperas» de las Paces, aunque en sentido real, las visperas de nuestras fiestas, son el día 23, día de San Ildefonso, el cuerpo de la gente de Villarta de San Juan ya está metido en sus fiestas, esas que se esperan durante todo el año, desde que acaban la Navidad. Ciertamente todo va cambiando y las premuras y las prisas ya no son como las de antes. Había que ir preparándose con tiempo pues no podemos olvidar que los coches era cosa de ricos, que la viajera ( «la pava») para ir a Madrid era una eternidad, que Villarta para el día a día podía ir tirando pero para lo que era prepararse para unas fiestas, había que ir por lo menos a Manzanares.
Pero situemos este poyete en un momento determinado de nuestra fiestas, de la historia de nuestras fiestas, en los inicios de un nuevo año, cuando hace mucho tiempo que no había existido ninguna guerra pero si muchas ausencias provocadas por la pandemia.[No hemos de olvidar que la festividad de la Virgen de la Paz comenzó con el final de una guerra, que siguieron celebrándose a pesar de que no sé por qué motivos, alguien intentó cambiar la historia para hacerla divina, cuando en la historia no entran los designios de Dios sino los hechos de los hombres. Continuó celebrándose en la pequeña ermita, donde un pobre ermitaño la cuidaba y abría sus puertas para quien quisiera visitarla. Hubo después un prior ( que así se llamaron los curas del Campo de San Juan hasta después, bastante después, de la guerra de la independencia) llamado Frey Don Francisco Gregorio de Tejada que en el año 1782 constestando a unas preguntas que le hacía el Cardenal Arzobispo de Toledo. Lorenzana, concretamente en la pregunta 2, decía: «Tiene una parroquial , su advocación de San Juan Baptista, y intramuros una hermita de Nra. Señora de la Paz, especial devoción del pueblo, a quien tiene por Patrona». Y esta respuesta hemos de recordarla bien porque el propio párroco de entonces quería dejar bien claro que Nra. Señora de la Paz era patrona de Villarta de San Juan aunque no hubiese ninguna disposición de la iglesia que asi lo reconociese, sino porque el propio pueblo quería tenerla como patrona. Previamente, a principios del siglo XVIII, tiene lugar una nueva guerra, entre dos aspirantes al trono de España, por un lado los Borbones y por otro los Austrias, y nuestro pueblo se vió afectado por esa guerra. No sabemos que sería de la Virgen, ni de la pequeña ermita. Al final fueron los seguidores de Felipe de Borbón, hijo del rey de Francia, el ganador de la guerra y se convirtió en Felipe V, rey de España. [Villarta ha tenido la mala suerte de ser bien conocida por soldados, ganaderos o comerciantes, que utilizaban sus caminos y en especial su puente sobre el Gigüela, para llegar antes que otros a un sitio determinado; sino era por ese motivo, Villarta de San Juan, sería un pueblo que se encontraba entre Puerto Lápice, -que aún era un pedanía de Herencia, Villarta y Arenas-, y Manzanares. Y en cien años una nueva guerra, desastrosa para Villarta de San Juan, que fue incendiada y destruida, y así lo confirman historiadores y escritores extranjeros de esa época, ante el silencio de los escritores e historiadores que ni siquiera se detenían para ver que le había ocurrido a ese pequeño pueblo. Y terminó esa guerra en la que Villarta de San Juan perdió vidas, bienes y, quizás, la imagen que se conservaba de la Virgen de la Paz, en aquella pequeña y antigua ermita. Incluso un rey mal visto, entonces y después, en su viaje a Andalucia ( casi perseguido), abandonó el camino real para no pasar por Villarta, todavia hundido y destrozado. A la vuelta si pasó por Villarta de San Juan ( las cosas habían cambiado y en ese instante ya era un rey querido) y ya en Madrid firmó una Real Orden nombrando a nuestro pueblo Leal Villa. Como decíamos en otro «poyete» todo quedó en agua de borrajas, todo quedó en nada y la ermita de Ntra. Señora de la Paz volvió a ser sede de una imagen con su nombre y Villarta la siguió teniendo como Patrona. Y más y más guerras, duelos, muertes, desgracias,… ]
Y así, guerras y paces, Villarta ha ido escribiendo su historia. Y ella, la Virgen de la Paz, siempre en su sitio (bueno menos unos años en que tuvo que vivir en la Iglesia, hasta que le terminamos una iglesia grande y un poco antes en que le construyeron una nueva ermita). Hablando de nuestra Virgen, a los niños de Villarta que, en número más bien corto, se acercan al Ayuntamiento para dibujar, ellos, a «su Virgen», les comento que nuestra Virgen no es hacedora de milagros espectaculares, si no más bien es como una madre que le gusta vernos, que quiere que le contemos nuestro problemas, nuestras pequeñas o grandes cosas de cada día pero dejando claro que los milagros los tenemos que hacer nosotros y de hecho, de siempre, comenzamos con un «Ay, Virgen de la Paz, rica». y asi día tras día.
Hoy, ya empezamos a estar de «paces». La plaza de la ermita, ya se ha cubierto en gran parte de arena, como un primer paso para que la leña de la hoguera se vaya haciendo grande y grande. Parece ser que son los «pequeños leñeros», los que han salido al campo por leña. Buena idea y buena noticia. Ya desde este momento no hay que olvidar algún que otro pañuelillo guardado en el bolsillo, porque sin saber cómo ni cuando, en el momento menos pensado, lo vamos a necesitar, sin lugar a dudas. Esta mañana, sobre las diez, una mujer, subía la rampa de la iglesia, apoyada en su «moderno andador». A pesar de la espesa niebla quiere estar un rato junto a su Virgen y comentaba todo eso a pesar de que dentro en la iglesia debe hacer frío. Se acerca a la puerta. Está cerrada. Unas lágrimas caen de sus ojos y un nombre sale de su boca, un nombre que no se entiende bien pero que seguro fué parte de su vida…. ¡ Virgen rica,…!
Esta noche a las nueve el ruido seco de un cohete, da el anuncio de la primera novena. Hace frío pero poco a poco van llegando junto a la Virgen. Mil recuerdos acuden a las mentes, ilusiones, alegrías, unas veces compartidas pero nunca solas porque para ello tienen a su madre, a esa Virgen sencilla, humilde que nos escucha, nos entiende y que a veces, parece que rie, a veces parece que llora….
Esta noche nos encontraremos con leña que los «pequeños leñeros» han descargado en la plaza, y lo más importante, han empezado a sentir, a vivir y a recordar, a pesar de su poca edad, muchas cosas, a mucha gente, a esos que les empezaron a contar lo que eran las «paces» y que sin terminar de hacerlo, dejaron todo y se fueron junto a la Madre….
Felices «Paces» y sobre todo recordemos a todos los que nos enseñaron a ver y vivir estas fiestas.