A pocos dias de la vendimia…
Así que, según decía el viejo refrán, hoy 15 de agosto, se empezaban a preparar las cosas para las vendimias. Cierto es que, en no muchos años, las cosas ya no son como antes, y llegada esta fecha, en que la cosecha de cereales, buena o mala, estaba recogida en los graneros y la paja en su pajar, venían unos días de poco ajetreo en el campo que agradecían bien los agricultores, que no solo este año hace calor «de muerte». Sólo la humedad de los «bajeros» y las huertas de la vega del Gigüela, veían el ir y venir de los hortelanos que recogían los últimos frutos de sus huertas que por entonces las cosas iban mas adelantadas, mientras que los labradores empezaban a la sombra de algún árbol, a revisar y recoser, las espuertas de esparto y las «seras», también de esparto que el año anterior, al terminar la vendimia, solo les habían quitado la tierra porque el mosto había secado la tierra y se había pegado al esparto.
Recosiendo bien las asas. ¡A ver si este año aguantan mejor! [Fuente: Ruidera treasures.es/el negocio del esparto en el Alto Guadiana]
Lo que mas tiempo les llevaba era repasar las asas y había que recoserlas bien y sin prisas, que algunos años, sin poder evitarlo, algun vendimiador se quedaba con las asas en la mano y la espuerta «tirá» por el suelo y las uvas entre la tierra. Luego, terminada la vendimía, algunos comentaban cuando venga algún temporal las iremos recosiendo con calma, y lo decían convencidos, todos los años, al terminar la vendimia, sin acordarse que nunca lo hacían porque, luego, el año pasaba corriendo con mil menesteres imprevistos y cuando se daban cuenta, todo era correr, para dejarlo todo a punto. Había que repasar los arreos que, algunos, ya tenían sus años, el carro al que algún varal había quedado un poco vencido por cargar mucho el carro y sobre todo echarle un detenido vistazo a las ruedas que tener que carretear por esos caminos, llenos de «rodás», tan infernales que nunca se parcheaban; algunos, aunque fuese el camino más largo, buscaban salir a las carreteras que entonces no tenían mucho tráfico.
Pero lo que más tiempo se llevaba era el arreglo de la bodega, del corral y como no, jalbegar el edificio de la bodega y las paredes del corral que casi todas eran de «tapial». Por ir por partes, no podemos olvidar que entonces el ahorro suponía cono un ingreso para las economías de los labradores y no era lógico tener «dado de alta» el suministro de luz para el poco tiempo que duraba la vendimia. Asi que lo primero que había que hacer era ir a casa de Gabriel, el electricista [los Manzanares, que aún hay dos descendientes en activo manteniendo la profesión] para que fuese a dar de alta la instalación eléctrica de la bodega para la campaña de vendimia. Algunos dejaban este trámite para el final y luego «todo eran prisas» con la reprimenda de Gabriel: «Todos los años igual ¡todo para última hora!«.
Antigua bomba que tanto esfuerzo ahorró a los pisaores [(Bodega de José Menchero Moreno (Pepe, «el del ojo»)]
El disponer de luz en aquellos tiempos era un gran alivio, pues incluso en las bodeguillas, al menos la «destrozadora» y la bomba para subir el mosto a la tinaja, se habían dejado de mover a mano y por tanto ya no habia que «velar» [Al respecto de esta expresión dice la R.A.E en su acepción 2: «Continuar trabajando después de la jornada ordinaria»: «Esta noche me quedo velando que esta el pocillo de mosto hasta arriba»].
Estado actual de la bodega Pepe Menchero Moreno (Pepe, «el del ojo»). (Archivo personal. Cortesia de Pepe Santamaria
Pero el trabajo mas duro era la limpieza del jaraiz y de la bodega que desde las últimas vendimias habia sido utilizado como almacen, en muchos casos, de cachivaches y cosas inútiles e inservibles pero que a todos les daba » un nosequé » tirarlas, porque alguna vez, escasas veces, había solucionado algún problemilla y entonces, siempre había alguien que decia: ¡Anda que si lo llegamos a tirar el año pasado… mira qué bien y qué baratico nos ha salido!; el cabeza de familia, al que mas le costaba deshacerse de esos tratos viejos satisfecho por haberlos guardado, decía orgulloso: «¡ es que la gente de ahora sois <mu tiraores>!». Pero vamos con lo nuestro y con cierto orden que son muchas cosas de las que hay que hablar. Los corrales, donde estaban las bodeguillas y las bodegas grandes, se dedicaban a albergar además de la bodega, algún porche o habitación y claro, de la cuadra cerca del barranco o basurero. Cerca de ellos tambien podía haber algún gallinero. En otros sitios la bodega se situaba en sitios aparte de la cas principal. En cualquier caso tanto la bodega como el jaraiz se edificaban sobre una excavación a modo de sotano ( En algunos pueblos como el prototípico de Tomelloso, se utilizaban las cuevas bodegas). Pensamos que este hecho se debía a la necesidad de dotar a la zona de una cierta humedad para facilitar una más correcta fermentación y además evitar el contacto con las emanaciones de gases tóxicos: el «tufo»( emanaciones de CO2 producidas por la fermentacion del mosto) .
Fachada, pintada los rodapies de «almagra», de la bodega Isla (Sucesores de Cesareo Isla Doral) Archivo Personal.
Antes de que llegase septiembre las fachadas de las bodegas debían que quedar en riguroso orden de revista. Primero «enjalbegar» las paredes y rodapies; estos últimos, en muchas ocasiones, se pintaban de almagra como se ve en la anterior fotografía donde se aprecia con claridad la estructura tradicional de las bodegas manchegas no sé porqué razón de pintaban de almagra[Las maderas de las ventanas también se pintaban de almagra o almagre que en su origen se llamaba «tierra roja» del árabe almáḡra. Posiblemente esta pintura nos recuerde un poco nuestra vieja y antigua historia pero fundamentalmente sea el hecho de la resistencia a la luz de esta pintura lo que hizo que se generalizase su utilización].
Muestra de añil o índigo natural [Fuente: Wikipedia]
Por otro lado, como decía Azorín, en su libro «La ruta de Don Quijote», Villarta era un pueblo blanco con las puertas pintadas de azul que poco a poco se fué perdiendo. Últimamente, este color, vuelve a ser muy utilizado para los rodapies de muchas fachadas, pero hablando de vendimias y bodegas, la siguiente foto, de la bodega de los Islas en la calle eras con la chimenea de la antigua alcohelera al fondo, nos muestra el contraste del azul (añil o índigo) con el blanco de la cal consiguiendo ese deslumbrante contraste mediterráneo.
Interior de las instalaciones de la bodega conocida como bodegas de los Islas. (Archivo personal)
Poco a poco se van últimando los preparativos de la vendimia aunque sea en las bodegas donde más se nota ese movimiento. Porque en las bodegas antiguas, en lo que llamábamos bodeguillas, la limpieza se hacía a fondo y algunos años tocaba hasta limpiar las paredes interiores de las tinajas [a veces se suele denominar como «tenajas» pero la palabra admitida como válida por el Diccionario de la RAE es la de tinaja. A partir de los años cincuenta se generalizó la utilización de las tinajas de cemento que se construían «in situ» en las bodegas. Uno de los constructores de este tipo de tinajas en Villarta fue el maestro albañil Tomás Romero, «Canchona» ]
Antigua bodeguilla, propiedad de Pedro Roncero, en la esquina de la calle Cristo Rey con la calle Hermosilla, hoy desaparecido. [Archivo personal]
En la foto anterior vemos como la bodega de Pedro Roncero, «Periquillo», tiene un descargadero para la uva directamente a la calle; muchas de estas pequeñas bodegas tenían ese pequeño descargadero, algunos de los cuales todavía se mantienen en sus viejas fachadas y algunos otros, aún en sus bodegas antiguas, que, alguna medio olvidada, lucha por seguir en pie, al menos en el recuerdo de muchos. Por citar algunos descargaderos, podemos indicar el de la calle Postas, otro en la calle Zambra (Zambrana), calle de la Estación, etc. El caso es que todas esas pequeñas bodeguillas necesitaban mucho cuidado y después de mucha limpieza quedaban útiles para la vendimia. Por dentro la bodega necesitaba más cuidado. En algunas de ellas el jaraiz estaba junto a la bodega, aunque poco a poco se fueron separando ambos lugares para evitar problemas con el «tufo» [Los «pisaores» tenían en el tabaco un indicador de si había o no «tufo» pues en caso de haber el cigarro se apagaba y eso le daba la señal para salir a respirar aire puro. Recuerdo personalmente que cuando había que pisar el pozo de los orujos, sobre todo al principio de echar las primeras prensas con la «casca» bien prensada, al ir bajando al pozo por una escalera pesada de madera que se iba cambiando de lugar, subía por las piernas un calorcillo ya muy conocido que nos hacía subir rápidos y salir del pozo]. Antes de la vendimia se limpiaba bien los pozos, sobre todo el pocillo donde iba escurriendo aún el mosto o como se decía «el caldo de pozo» que no había quedado bien limpio después de la última vendimia. Se limpiaban bien la maquinaria: la «moledora», con su gran rueda, recuerdo de cuando se utilizaba a mano, luego con el motorcillo, daba gusto pero si bien se iba más deprisa terminabas hecho polvo quitando la «casca»[RAE. Hollejo de la uva depués de pisada y exprimida] de los pies de la maquina para que no la atascase
Antiguo jaraiz de la bodega de Cesar Lucendo en pleno funcionamiento [Fuente: Lanza digital]
Fragmento ampliado de la anterior fotografía en la que se aprecia el funcionamiento manual de una «moledora» accionada por dos «pisadores», mientras otro amontona la «casca» para cargar la prensa, también manual.
Las tinajas, muchas de las cuales eran de alguna de las fábricas de Villarrobledo, están sirviendo en la actualidad como recuerdo de todo aquello. A la entrada de Villarta, por la N-IV km. 146, servían como indicador dos tinajas de barro, hasta no hace mucho tiempo o eso me parece ahora (nuestro «buen cuidado por muchas cosas», hizo que estas dos tinajes ya deterioradas fueran eliminadas del lugar donde habían sido instaladas y como decía el dicho popular: «si te vi no me acuerdo»). Por otro lado, cuando se vendía el vino, los propios alcoholeros de Villarta de San Juan, los Islas o Joaquín Camacho, recogían los orujos y al mismo tiempo los mostos que estos habían ido soltando («el caldo de pozo») e igualmente las heces de las tinajas (lias o madres) con lo cual las tinajas quedaban prácticamente limpias salvo las capas de «tátaros» que se iban acumulando en las paredes de ellas. La Real Academia de la Lengua dice: «Tártrato ácido de potasio impuro que forma costra cristalina en el fondo y paredes de las tinajas (o vasijas donde fermenta el mosto), y es blanquecino o rojizo según proceda de vino blanco o tinto». Esta limpieza de las tinajas se efectuaba en épocas determinadas fuea de las vendimias y en la actualidad son empresas especializadas las que acometen estas tareas. ( Se me olvidaba decir que la capacidad de estas tenajas era de 300 a 400 arrobas[del árabe «ar-rub», la cuarta parte] y su medida oficial era el equivalente a 13,16 litros de vino.
Antiguas tinajas de barro anunciando la entrada a Villarta (Fuente: Archivo personal]
Al mismo tiempo que las labores de limpieza, se realizaban otras tareas más logísticas, como podía ser la contratación de cuadrillas de vendimiadores; generalmente mujeres, que en los años sesenta y antes del siglo pasado venían del pueblo de Fuente el Fresno y luego posteriormente cuadrillas procedentes de pueblos de Jaen (Torredonjimeno, Torreblascopedro, etc). Normalmente se contactaba con el capataz del año anterior que se interesaba por cuántos días y importe de los jornales que se preveía para la vendimia. Con el tiempo se establecía una relación de confianza y amistad entre ambas partes que permanecía con el tiempo. El transporte de los miembros de la cuadrilla se realizaba por medios propios o mediante los autobuses de la «Pava» ( La Sepulveda). La mayoría de los procedentes de la Fuente venían en los carros o galeras de los agricultores, viaje que los gañanes aprovechaban para lucir las limpísimas guarniciones de sus mulas adornadas sus guarniciones con cascabeles y algunas borlas de adorno muy trabajadas por sus novias.
Mi padre (Victor Muñoz, más conocido por «Pernales») echándole un último vistazo a la viña (Archivo Personal)
Los propietarios que tenían su propia bodega estaban ya a últimos de agosto en ver si esperaban a que pasase la fiesta de la Virgen de la Sierra o empezaban ya por esas fechas. Entre los más adelantados se encontraban: Antonino Camacho Molina (Antonino, el de la tienda) , José Menchero Moreno ( «Pepe, el del ojo») y mi padre, Victor Muñoz Ocaña («Pernales»). Previamente visitaban sus viñas, ¡qué bien las conocían! y cogían unos racimos de varios sitios de la viña y ya en su casa los estrujaban y le «hacían el grado» a esa primicia de mosto y vendimia. [La fiabilidad de aquellos medidores era más bien orientativa y para ello comprobaban su medición con los de otros bodegueros para saber si la medición era igual o aproximada].Hechas estas comprobaciones, y sin mas prolegómonos, decidían el día que empezaban. El día anterior se desplazaban a los pueblos habituales a recoger las cuadrillas y el transporte se hacia con carros de «lanza», de «varas» o «galeras», aunque estas últimas no eran de uso para vendimias, tiradas por mulas ( la yunta de mi primo Felix, dos mulas que las llamaba «ingeniera» y «capitana» y para sus arreos o guarnición, de relativo lujo, su mujer, Visi, le había hecho unas borlas o madroñeras, con espejitos incrustados entre los hilos que aún recuerdo y el collar de cascabeles que relucían como pequeños soles después de una buena limpieza,- algunos utilizaban pan duro para limpiarlas- ¿que será de todo ello?¿Se habrá guardado algo?»). Las mulas también necesitaban su puesta a punto: visita al herrero que trabajaban con los veterinarios( Don Angel y don Cristino, los que yo recuerdo). El esquile podía ser especial si alguno de los esquiladores era «apañado» y podía hacerles unos dibujos con las tijeras que verdaderamente eran «de llamar la atención».
Esquilando una mula con dibujos para la romeria de la Virgen de las Viñas de Tomelloso [ Fuente: Video de Jesús Andujar]
Todas las tiendas se habían aprestado a surtirse de todos los productos necesarios para atender las necesidades de un pueblo que durante unos dias duplicaba su población normal. Incluso tiendas como la ferreteria de Antonino, había hecho acopio de materiales de limpieza, productos para las bodegas, carburo para las largas noches sin mucha luz o sin ninguna luz y sobre todo las pajuelas de azufre tan necesarias para mantener las tinajas y en general las bodegas en buen estado; quemar pajuelas de azufre en las tinajas servía para regular la fermentación, y evitar la proliferación de enfermedades, gracias a su poder antiséptico.
Pajuelas de azufre (Fuente: entredosamores.es]
Incluso los herreros debían hacer acopio especial de carbón y otros elementos para atender las muchas necesidades y urgencias que una temporada de vendimia podían traer consigo. A próposito de los herreros quiero recordar un producto de desecho de las fraguas que nosotros llamábamos «moco de herrero» (una escoria que se formaba principalmente por una mezcla de restos de hierro y el carbón utilizado para calentarlo. Estas escorias no tenían ningún valor aunque en época de navidades acuadíamos a las fraguas para que nos dieran «mocos de fragua» (nos daba un poco apuro pedirles «mocos de herrero) para hacer las montañas de los belenes.
«Mocos de Herrero» o de «Fragua». [ Fuente: Raices de Peraleda. Diccionario Peralêo]
Y el primer viaje de vendimias era ir a por las cuadrillas. Las cuadrillas que no eran del pueblo, tenían por aposentos cualquier porche o habitación desvencijada, en alguno de los corrales con mínimo espacio para dejar las secas rellenas de paja para dormir y los hatos de cada uno. Es evidente que no reunían condiciones mínimas ni de habitabilidad ni higiene. Como serían esas estancias, que las cuadrillas se alegraban cuando la viña estaba lejos de pueblo y tenían que estar de «quintería»; al menos, aunque no reunían tampoco condiciones, estaban bajo techado. A propósito de cuadrillas, conservo un cuaderno de mi suegro, Joaquín Camacho, en el que, anotaba la liquidación de los vendimiadores. [ Eran todos de Villarta y en ese año el sueldo era de 2000 pesetas (12.02€) al día, sin que hubiera diferencia alguna de sueldo entre hombres y mujeres. Para hacernos una pequeñísima idea de lo que suponía este sueldo podemos señalar que un litro de leche fresca valía 53 pesetas (0.31 €), un análisis ( para los que no tenían seguridad social valía 26 pesetas (0.15 €) y un paquete de fortuna valía 220 ptas (1.32 €) ] :
Liquidación de la vendimia de 1984 de la «cuadrilla de Joaquín Camacho) [ Archivo Personal]
En pocos días, Villarta de San Juan olía a mosto por cualquier calle y por las tardes y anochecido la carretera estaba a tope de gente, como en los domingos cuando se paseaba desde la plaza al pasto. Las tiendas estaban llenas de gente comprando y las «cubas de sardinas «salás», desaparecían como «por ensalmo«.[ Los manchegos hemos sido muy dados a utilizar frases hechas que son frases que siempre deben decirse de igual forma. En este caso significa: Con gran rapidez y de modo desconocido; También se aplicaba a la desaparición de un dolor: «Se le ha pasado el dolor como por ensalmo»].
Por la mañana un tintineo procedente de cada una de las bodeguillas, todas con un ritmo y un sonido diferente, ponían música a un pueblo tranquilo, mucho más tranquilo que nunca y como decía un cantar de vendimía: «..al entrar en este pueblo/ lo primero que se ve/ son las ventanas abiertas / y las camas sin hacer».
GALERIA DE VENDIMIAS (Algunos ejemplos)
Jaraiz/descargadero de la bodega de David Muñoz Serrano ( Bodega de las «Davisas» ya desaparecidas) [Fuente: Libro de Paces]
Una cuadrilla [Fuente: Programas de festejos Ayuntamiento de Villarta de San Juan]
Parte de una cuadrilla [Fuente: Programa de Festejos. Ayuntamiento de Villarta de San Juan]
Cargando el carro [ Fuente: Bolg la Mancha de Melchor y Sagrario. Manzanares]
Gaspar y la Vitoria, vendimiando. [Fuente: Programa de Festejos. Ayuntamiento de Villarta de San Juan]
De la cepa al carro. [Fuente: Wikipedia]
Una «espuerta de Villarteros ( Ponedle nombre) [Fuente: Historia de un pueblo y su gente]
Cargado de seras y espuertas de uva hasta la «bolsa del carro» [Fuente: Wikipedia]
De «mudete». [Fuente: Programa de festejos. Aayuntamiento de Villarta de San Juan ]
Descargando una sera a la «moledora
Varios carros descargando uva en una gran bodega
En Villarta de San Juan, dos «pisaores» descargando la uva de un carro de lanza (Fuente: Programa de festejos. Ayuntamiento de Villarta de San Juan]
Faena en el jaraiz. Antiguo jaraiz de la bodega de los Lucendo (Fuente: Lanza digital]
Cargando la prensa [Fuente: Busqueda en Google]
Con las prensas cargadas en el jaraiz de la Cooperativa de Nª Sª de la Paz. Villarta ( En el pie de la fotografía se indica: de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Pablo Fernández Barrajón, Galos Gómez Lobo Romero, Desconocido( Se trata de mi primo Victor Muñoz Flores), Martin Mateos Moreno, Brígido Pavón Tabasco, Pedro Rico Navarro, Fidel Murillo Castilla, Enrique Alabau (Padre) y Desconocido (Si alguien lo identifica le agradecería que me lo dijese). [Fuente: Prgrama de festejos. Ayunamiento de Villarta de San Juan )
En la bodega.Hago la misma indicación si alguien identifica a todos que me lo haga saber (Fuente: Programa de festejos. Ayuntamiento de Villarta de San Juan]
Ahora ya no se realiza esta actividad pero después de vendimias, algunas familias salían a las viñas a «rebuscar» los grumos o algún racimo que había quedado en las cepas. Esto significaba un pequeño ingreso ya que había algún particular que con esa rebusca bien pagada hacía una tinajillas de vino. Supongo que habrá que seguir explicando mucho de estas cosas de nuestras vendimias, entre otras cosas, pero hasta que llegue ese momento permitidme un recuerdo a un villartero llamado Emilio Menasalvas Oviedo, el «bole». Lo recuerdo en el jaraiz de la bodega de las «Davisas» cargando la prensa con otros «pisaores» cuyo nombre no recuerdo y cuando me veía se ponía a cantar aquella canción que decía: «se va el caimán, se va el caimán, se va para barranquilla,…». Recuerdo que me ponía de malhumor la canción pero nunca se me olvidó ni la canción ni «Bole».
Cuando iban terminando, cada cuadrilla, se reunían junto a la Ermita de la Virgen, lanzaban al cielo alguna «docenilla» de cohetes y terminaban con la canción que cantaban a la Virgen de la Paz:
Gracias a Dios que he llegado
donde no pense llegar
para dar las buenas noches
a la Virgen de la Paz.
Viva mi carretero,
viva mi carro,
viva mi carretero
que no ha volcado…
José Muñoz Torres, cronista oficial de la villa.