NUESTRA VIDA EN LA CALLE: LOS JUEGOS DE NUESTRA NIÑEZ, por José Muñoz Torres.

Disfrutábamos mucho con los juegos de nuestra niñez, horas eternas que se pasaban en un «santiamén», jugando a mil cosas: a las bolas, al trompo, al troncho o quizás a otras más arriesgadas como eran «las pedreas» que tantos problemas nos creaban, no por los chichones que podíamos hacernos sino simplemente porque las horas se pasaban volando y cuando nos dábamos cuenta, teníamos que irnos corriendo a nuestras casas donde el recibimiento, en la mayoría de las ocasiones, no era muy distinto al que nos esperábamos y nuestra desmemoria para recogernos recibía el escarmiento que temíamos. Ahora después de tantos y tantos años nos ha dado, a todos, por hacer comparaciones entre lo de entonces y lo de ahora y bien pocas veces les hemos hablado a nuestros hijos de lo que hacíamos antes, de «nuestros juegos», y lo que ellos hacían, por la sencilla razón de que teníamos poco tiempo para hablar de «nuestras tonterías», -con nuestros hijos-, porque eran muchas las cosas que teníamos que hacer y así, poco a poco, cuando nos dábamos cuenta, nos encontrábamos, ya jubilados, intentando hacer comprender a nuestros nietos, cuales fueron nuestros divertimentos de entonces.

Niños jugando a la pídola (aunque en Villarta de San Juan, si mal no recuerdo lo llamamos «Troncho». [Cuadro de Francisco de Goya del año 1777. Museo de Bellas Artes de Valencia )

Reconozco, antes de seguir, que no puedo ser muy buen redactor de nuestros juegos de pequeños, por la sencilla razón de que yo no era muy «callejero», hasta tal punto, -ya lo he dicho muchas veces-, que llegué a perderme en Villarta. No se muy bien como, pero el caso es que de pronto me encontré en la plaza de «Cebollete», sin saber como volver a mi casa, ya que en aquellos momentos ni recordaba como podría haber llegado a ese lugar. Di vueltas y mas vueltas por calles que nunca había visto, sin preguntar, claro está, a nadie como podía llegar al comercio de Faustino. Al final, como era lógico en un pueblo pequeño como Villarta, pude volver a ver mis «rodalejos» más usuales. Dicho esto, no quiero decir que no fuese, al igual que los demás chicos, amigo de jugar a las cosas usuales de los chicos de entonces, lo único que pasaba es que teníamos sitios especiales de juegos, sitios particulares donde nos encontrábamos más cómodos, aunque acudiésemos, como no a la «plaza del cura» lugar más común para los chicos de entonces,… pero la «plazoleta» (con entrada actual por la puerta entre el «comercio de Faustino» y la floristeria «Los Jazmines») fue un lugar inolvidable de mi niñez. «… Y por tanto los niños se reunían en plazuelas, patios, calles, donde surgía espontáneamente una aglutinación social que, de hecho, compensaba la ausencia la ausencia de los adultos a su lado. Sin embargo, aquello que se configuraba mas como una necesidad que como una elección, acababa después, por concretarse en una ocasión de aprendizaje y crecimiento, en un espacio que pertenecía solo a los niños y que les permitía liberar toda su fantasía, energía y creatividad. De ahí que después, caminando por la calle, pudieran verse en el suelo las rayas del juego del tejo o se pudiera asistir a apasionantes partidos de fútbol, con la habitual señora cascarrabias, de mediana edad, que, al regresar a casa con la compra, era golpeada por el indefectible balonazo que, en medio de un gran claro, venía a precipitarse » a plomo» sobre su cabeza…» [LAURA ACETI/ELISA COSTA. Los Juegos de nuestra infancia. Susaeta Ediciones, S.A. TIKAL Ediciones].

En cualquier caso hay que definir los sitios de juegos a los que concurríamos entonces, por el espacio, por la cercanía, por ser el lugar indicado para «juegos de riesgo», por ser lugares para el baño, etc. Quiero decir que había juegos que podían realizarse en cualquier sitio, en cambio había otros juegos que sólo podían realizarse en sitios muy determinados. Pongamos ejemplos: En cualquier sitio podían realizarse juegos como el de las bolas, o los «santos», incluso «el trompo»; sólo se requería que fuesen calles de poco circulación y que el suelo fuese relativamente llano y limpio. Cada juego requería un lugar especifico, contando, además, con un número determinado de jugadores. Pero aparte de estas ligeras indicaciones hay que hablar mucho de estos juegos de antaño. De entrada, como señalábamos, no todos podían jugarse en el mismo sitio y en función de ello podíamos clasificar los distintos juegos en función del lugar: juegos de calle, juegos al aire libre y juegos en casa. Luego había otros juegos, por llamarlos de algún nombre, y mas propios de chicos que necesitaban sitios apartados y solitarios, Estos eran, más que juegos, exhibiciones de fuerza, astucia y cierta malintencionalidad. Entre ellos podíamos señalas los siguientes: las «pedreas», «las guerrillas», y otros muy parecidos. Otros podríamos calificarlos como actividades, como el baño que tenía mas de necesidad para aguantar el calor del verano, en aquella época, que diversión y por supuesto que en este caso no tenía relación alguna con el deporte.

Jugando a las «Pedreas» [ Fuente: Entredosamores. Campo de Criptana.72 Los juegos]

La foto anterior está tomada en la Sierra de los Molinos de Campo Criptana y como vemos los ejercitos no son muy grandes, aunque si iban «bien armaos» con tirachinas, aunque estos no eran armas reglamentarias para este juego y se utilizaban más para otros menesteres: matar pajarillos, romper las bombillas de alguna calle, etc. En relación con el lugar donde reunirse para estos «juegos» hay que relacionar para las «pedreas» y las «guerrillas», las entonces conocidas como «las eras de los Islas», que se encontraban, como no, en la calle conocida en la actualidad como «calle de las Eras», que comunicaba con el camino de Alcázar y en cuyo recorrido nos encontrábamos con los «arenales», lugar mas definidos para «las guerrillas». Estos juegos de riesgos, suponían más de un «chichón» y la correspondiente «revisión y tratamiento correctivo» por parte de nuestros padres. Estos juegos era propios de lo que ahora llamaríamos una «banda» con su respectivo lider. De aquella época recuerdo a Adolfo Menchero, «el Boli» y Crescencio Díaz, «Crescen». La otra actividad propia del verano eran los, no muy bien vistos por los padres, «baños de la «Cola», en la madre del río Gigüela y en alguno de los ojos del mismo que ciertamente encerraban ciertos peligros. Uno físico por el riesgo de ahogamientos, de ahí que solo acudiesen expertos para el baño. El otro riesgo era el de posibilidad ded notoriedad social. Me explico. En aquella época no existía posibilidad de bañadores y por tanto los que iban a bañarse a esos lugares debían hacerlo en «porretas» [ ANGEL DE MORA.- ELBIENHABLAO. Reperterio de vocablos de La Manchuela:»Estar en cueros o desnudo» («Me fui a una playa de esas que va to el mundo en porretas y me tuve que ir a escape, se me puso que paecia un astil»)] El problema no era bañarse desnudo sino el de donde dejar la ropa, porque siempre había algún «bromista» que escondía la opa de alguno de los que estaban bañandose y cuando estos salían del agua se encontraban con la sorpresa de no tener ropa que ponerse. Solución: o que alguno de sus amigos fuesen a la casa del «nudista forzoso» a pedir alguna ropa con lo cual el bañista ya tenía la reprimenda ganada o aguardar a que oscureciese y por los sitios más solitarios volver a su casa donde la reprimenda era ejecutada sin ninguna dilación. Pero aún así, día y día volvían al baño, eso si buscando escondites seguros para la ropa o que alguno se hiciese cargo, a turnos, de su seguridad. Otro lugar para estos juegos era la «Alameda de Monjita» donde tuvieron lugar peleas famosas entre las dos bandas que antes señalaba y que terminó con la derrota de «el Boli», que fué atado a unos de los álamos mientras que el resto le iba golpeando con chupones de sauce o similares. Claro está que esta «batalla» o «guerrilla» que algunos de mi edad ejecutaron y que dicen que ocurrió asi, era la versión de los vencedores, como en cualquier guerra entre paises o dentro del propio pais. Los perdedores tuvieron que explicarlo muchas veces para que fuera tenida en cuenta su versión. Vamos, como en las guerras de verdad.

En el blog que hemos citado anteriormente, en la entrada 72 hablan expresamente de los juegos a los que se jugaba en este pueblo tan cercano al nuestro pero con nombre algo distintos a los que aquí hemos venido utilizando dutante toda la vida. Y cuando digo toda la vida he encontrado un cuadro ya bien antiguo que es un resumen de los juegos que en el año 1560, se realizaban en una ciudad de los Paises Bajos. En la presentación de este cuadro se dice:

Juegos de niños. Cuadro de Pieter Brueghel el Viejo, 1560 [Fuente: Kunsthistorische Mueseum Wien]

«En esta ocasión el artista se ha recreado representando más de doscientos niños que aparecen jugando a más de ochenta juegos diferentes aunque algunos no son estrictamente juegos sino que se limitan a imitar las costumbres de sus mayores. Se trata de una verdadera escena costumbrista en la que el artista renacentista nos hace partícipes de la inocencia de la infancia. La escena se desarrolla en el exterior de una ciudad que ha sido tomada por los pequeños infantes; en ella se observan algunos edificios además de un bonito paisaje natural que evoca un idílico jardín a la derecha de la composición. Entre las actividades de los pequeños se pueden observar juegos como la gallinita ciega, el escondite, la sillita de la reina, la cucaña o el potro pero también se pueden ver objetos lúdicos como peonzas, las tabas, aros metálicos molinillos y un largo etcétera que hacen las delicias de los más pequeños. La obra de Brueghel el Viejo es un perfecto estudio sociológico de la sociedad de su país y de su tiempo: no sólo se puede interpretar como un cuadro costumbrista sino que es la panorámica perfecta de la infancia de la época renacentista. Además de los juegos infantiles y la disposición de la ciudad la representación es permite analizar como los más pequeños se trataban como si de auténticos adultos se tratase: las niñas están ataviadas con pañuelo a la cabeza y mantón sobre sus vestidos igual que sus madres, mientras los niños imitan las vestiduras de sus padres con calzas y camisa en la parte superior. [La guia del Arte. LAURA PRIETO FERNÁNDEZ, entrada del 29 de abril de 2014. Entre los juegos que relaciona se le ha pasado señalar el de la pídola en este caso «correcalle].

En este tema de los juegos, creo que hay bastantes expertos en Villarta de San Juan, entre ellos Angel Rodriguez García que tanta ayuda me presta para ir recordando cosas de nuestro pueblo, pero es evidente que habrá muchos otras y otras que aunque muchos eran juegos de chicos y chicas, también los había expresamente para chicos y para chicas ( Asi era entonces y el hecho de que ahora sea otra cosa es simplemente por el hecho de que muchos o casi todos han desaparecido. Poco a poco, lo que antes era una socialización de los juegos, abiertos a todos los que podían reunirse en esos lugares ya icónicos de nuestra cultura de aquellos años, han sido sustituidos por todos los nuevos juegos informáticos, donde niños y niños pueden pasarse las horas en una actividad individual en el que el único contrario es un programa informático al que los niños quieren vencer. La tablet, el movil, la televisión, la ininterrupida emisión de programas infantiles que van dirigiendo las aficiones y juegos a unos derroteros que ya los mayores o menos jóvenes no podemos acceder, mejor dicho no sabemos acceder). Es cierto que en las ciudades cada vez es más dificil recordar juegos antiguos aunque todavía en algunos parques, al atardecer se ven niños con sus padres jugando a ciertos juegos muy parecidos a los nuestros, pero… Por cierto quien nos iba a decir que el rey emérito, también jugó a la pídola o al troncho.

Juan Carlos I de España, jugando a la pídola en el colegio de las Jarillas (Así tiene ahora las priernas) [Fuente: Agencia EFE]

Pero si, sería conveniente que ellos supieran tambien nuestros juegos y se me ocurre que el poyete está abierto a que aquellos que ya «renquean» y se agachan y encogen, utilizaran el «poyete» para contar lo de entonces. Al principio decía que yo no fui muy de salir y por tanto no tengo buena memoria de ellos, salvo algunos juegos que un maestro de Manzanares destinado aquí a Villarta ( Si aquel que venía en una gran moto de marca IRESA) que a falta de una enseñanza más técnica, nos enseñaba todos los día, jugando con nosotros algunos de esos juegos, mejor dicho nos espolicaba todo lo que llevabamos para jugar (Espolicar significaba perder todo lo que tienes en un juego. La real Academia de la leengua dice en su segunda acepción » que en el juego de la pídola era el talonazo que el que salta da en las nalgas del que está agachado, aunque a esta acción aquí creo que se le llamaba por las dos ultimas silabas -lique-. )

Asi que Angel y demás que leeis estos «poyetes» si os parece bien mandadme vuestras notas y las iremos metiendo con vuestros nombres en siguientes poyetes. Si disponeis de alguna foto de estos juegos, mejor que mejor. Un abrazo a todos.

Jose Muñoz Torres, cronista oficial de Villarta de San Juan


2 respuestas a “NUESTRA VIDA EN LA CALLE: LOS JUEGOS DE NUESTRA NIÑEZ, por José Muñoz Torres.

  1. El troncho tenía muchas modalidades por ejemplo el troncho con troca líque y tronchetáda «tomaya» consístía en saltar sobre el que es tába acachado que (que se le llamaba burro) se saltaba con el pie izquierdo y con el pie derecho con el talón se le daba en el culete y antes de terminar el salto se le daba un manotazo en la espalda y si te equivocávas eras tu el que se tenía que poner de burro . Aciamos muchos juegos que eran muy salvajes y otro muy peligrosos , como era el juego de la «píquele».

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