EL HOMBRE PROPONE Y DIOS DISPONES.

Este “poyete” va a hacer el número 289 y aunque solo sea por una vez quiero hablar, no del pasado, de tantas y tantas historias de nuestro pueblo, de las que seguiremos hablando, sino de la futura e inmediata historia que se nos viene encima. Todo lo que hemos contado hasta ahora ha pasado y nuestro cometido es recordarlo pero no podemos cambiar lo que pasó. Es cierto, que cada cual, puede tener un recuerdo distinto de lo que pasó o de lo que ha vivido y de lo que le hayan contado, pero jamás podremos cambiar ni una ligera coma de todo lo que pasó en realidad. Podremos hacer más grande ese recuerdo uniendo los de unos y los de otros, estudiándolos con calma, borrando todas las mentiras que sobre nuestra historia, ocurrida y pasada, se hayan dicho y sacando a la luz todas aquellas verdades que desde siempre no se dijeron y que, poco a poco, se van abriendo paso. Quizás este recuerdo, hecho en común, nos permitiría una visión totalmente nueva, de nuestra  historia: vivida, querida, olvidada, sufrida, añorada,  por unos y otros … pero, casi siempre, nos hemos preocupado, sólo, de contar “nuestra historia” como si fuera la única historia que ha existido. ¿Cuál sería la historia que a los jóvenes de la siguiente foto le contasen? ¿Cuál la que ellos contaron?

Foto de «Paces» en Villarta de San Juan (Archivo Personal)

Siempre me ha impresionado esta fotografía. No es por los jóvenes de entre 16 a 18 años de edad que en ella aparecen; no es por interés especial en saber quienes son todos (que si me gustaria y sobre todo sus historias personales. Se que el primero, de pie, a la derecha, es Joaquin Camacho, mi suegro, y parte de su vida me la fue contando), es simplemente por esa fecha que figura en la parte de arriba: 24 de enero de 1935. A pesar de sus caras alegres, -al fin y al cabo era el día grande de las fiestas de la Virgen de la Paz, aunque es díficil saber si antes o después de la procesión-, en su interior ya estaba cada uno empezando a escribir su historia: su futuro trabajo, aquella chica con la que, si era posible, quería bailar en el baile de las «Paces», la proximidad ya de ser «quinto»,… pero ninguno pensaría que, en algo menos de año y medio, el terror y la tragedia sería su inmediato futuro; un futuro que algunos se encargaron de malescribir y otros se están empeñando en no reescribir en su totalidad; el caso es que esos amigos de la foto, en ese plazo tan corto de tiempo, tuvieron que vivir la historia que otros mayores diseñaron. Algunos vivieron la historia de esos años poco tiempo, unos sufrieron al principio, otros al final, pero ya para ninguno de ellos, su vida, su historia, llegó a ser igual que la que quizás soñaban en esa foto. Ni para ninguno de ellos la historia de su pueblo y su tiempo pudo ser la misma.

En mis «poyetes» intento contar lo que se dijo, lo que se escribió sobre lo que «dicen que dijeron»; son un relato de lo que yo he podido entrever, -rebuscando en archivos y escritos-, de la vida de nuestra gente y de nuestro pueblo, aun a sabiendas de que los hechos que se relatan quizás tuvieron otro origen o tuvieron otro interés; aún así esa realmente es nuestra historia: llena de «medias verdades», de exigencias del que en cada momento mandó, de duras mentiras para acallar al que solo pide la verdad. Como decía Pérez Galdós: «Mi relato no será tan bello como debiera, pero haré todo lo posible para que sea verdadero».

Quizás todo eso sea la razón por la que me gustaría escribir una historia futura, cercana en cuanto a todo lo que nos afecta, próxima a nuestro entorno y realidades, no a los deseos parciales del que ve la historia a su gusto. Historias pequeñas que no aclararan, por su insignificancia, el estudio de la «gran historia» pero que son y serán imprescindibles para saber la verdad. A veces, sin que nos sirvan de nada las razones que nos den, la historia se corta y aparece esa historia individual, íntima, reducida, esa historia íntimamente personal que por un momento paraliza la vida y que durante dias hará bailar nuestro pensamiento buscando recuerdos. La impulsora de esos «poyetes», sin ella imaginarselo, -ya lo he dicho muchas veces-, fue mi abuela Josefa, la que me contaba historias tal y como a ella se las habían contado; quizás con el paso del tiempo, esas historias contadas con la calma de una mujer que había vivido y sufrido mucho, han llegado a tomar cuerpo y dar pie a que esas historias y otras muchas que se han ido uniendo a aquellas, sirvan un poco para ir conociendo cada vez más nuestro pueblo. El apoyo de viejas fotografias nos ayudan a poner palabras para que la historia se adentre y tome cuerpo. Sé que esas fotografía no tienen valor alguno si alguien no nos revive la historia que en ellas se ven o vislumbran. y quien mejor que los abuelos, (en nuestros pueblos quizás mucho mas las abuelas), que tanto conviven con los nietos por cariño y por la necesidad de cubrir las ausencias de los padres, deberemos ser los que les vayamos contando cosas, quizás intrascendetes, comparadas con tantas historias increibles y exageradas de «tablets», móviles o televisiones adormideras….

Pero «el hombre propone y Dios dispone». Hoy, el «poyete» que empecé deseoso de conseguir una historia cercana, cotidiana y comprensible, no ha tenido reunión; los que en él ibamos a estar, nos hemos ido a nuestras casas entristecidos, por una nueva ausencia irreparable; en mi caso y de los mios, por otra ausencia muy querida. Los que leéis estos «poyetes» espero que sepáis perdonar y comprender, pero a veces la realidad de la vida nos impide recordar otros momentos más alegres. Ayer, dando por hecho el dolor por la muerte de Emilia, estaba a nuestro lado, su pequeña nieta Lara, notaba cosas extrañas en el ambiente; sorprendentemente, la revisión y el entusiasmo por los juguetes que le habían traido los Reyes, se veía enturbiada por una pregunta que nos hacía, y que a veces los mayores, no sabemos responder: ¡¿Qué pasa?!. Y aunque, de inmediato volvía a sus regalos, su cara no era la de siempre, ni tampoco su vitalidad y alegría.

Por la calle Nuestra Señora de la Paz, jugando y soñando,… (Archivo personal)

Es una calle del Villarta de hace muchos años, medio «desempedrada», con solo un «seilla» aparcado en ella y un tractor que avanza lentamente, mientras su conductor habla con la gente con quien se cruza; se ve una pandilla de chicas que caminan jugando, hablando y, quizás, soñando, de y con, sus cosas. La calle, Nuestra Señora de la Paz tiene, a sus lados, árboles que hace tiempo que desaparecieron. Todo en ella ha cambiado, los nuevos tiempos necesitan nuevos espacios y lo práctico ha eliminado a todo lo sencillo, aunque será muy díficil que pueda eliminar los recuerdos de ese grupo de amigas que llenan toda la calle de vida. En ese grupo de amigas, (que solo ellas se reconocerán en una foto de no muy buena calidad), dos de ellas caminan más juntas, quizás, Angeles y Emilia. Ahí, con toda su vida por delante, irían hablando, riendo, jugando, soñando, presumiendo de tanta vida ilusionante y previsible. Ayer, mientras una de ellas nos dejaba, la otra lloraba con inmenso dolor su pérdida.

Cuando empecé a escribir este «poyete» mi idea era poder hablar del deseo de felicidad para este año; que cambiarán todas las malas cosas que estamos viviendo, la ilusión de llegar a ver como pensando distinto, unos y otros, entre todos, podíamos conseguir el bien común; hablando sin estridencias, sin rencores, aplaudiendo logros de quienes sean, revisando y asumiendo los propios fracasos o errores, uniendo esfuerzos, enterrando calumnias, mentiras y desprecios y pudiendo llegar a ver, como poco a poco, todos vamos viviendo un poco mejor…. Pero estaba visto que el «poyete» de hoy, por seguir siendo «poyete», iba a terminar tan lleno de dolor que no me permitiría hablar de todo lo bueno que todos deseamos para este año, y si para recordar todas las ausencias, que parece como si hubiese prisa para que tantos, en tan poco tiempo, nos vayan dejando.

Sin olvidar a todos los que se han ido, podéis comprender que sea el corazón el que mande. Las fotos, esos momentos quietos de la vida, que van adquiriendo un color amarillento y ajado que no lo produce el olvido, sino el tiempo y las manos que las han acariciado, nos devuelven momentos felices y recordados de nuestras vidas cuando teniamos el convencimiento de que esta sería interminable. Y aparece, de pronto, una foto, de dos ausencias, de dos recuerdos queridos de una una gran familia que se habían se ha reunido, de tal manera, que los ausentes se han ido como si no hubiesen querido molestar. Y termino con las palabras del poeta (pasadas del singular al plural) y que puede ser la expresión del dolor para todos los que en estos momentos sentís la ausencia de vuestros seres querido.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal os ha derribado.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estáis rodando por el suelo.


8 respuestas a “EL HOMBRE PROPONE Y DIOS DISPONES.

  1. Pepe, cuanto siento la muerte de Emilia, Emilita para mí, como también sentí la de Tomás. La vida nos da golpes tan duros que duelen en el alma. Un abrazo muy fuerte a Mari Paz y otro a ti.

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  2. Siento la muerte de mí amigo Tomas .Recuerdo mis partidos en las afueras del pueblo y después el en el seminario y yo en el doncel .Recuerdos llenos de vida.
    Por favor dale mi pésame a juaquinito y su familia .

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