… Y OTRA VEZ EN «LOS PAPELES» SE EMPEZÓ A HABLAR DE GUERRA Y VILLARTA FUE, DE NUEVO, PUEBLO DE PASO DE … «UNOS» Y «OTROS». Por José Muñoz Torres

En nuestra búsqueda por la prensa nos encontramos con el año 1823. Ya hace nueve años de la terminación de la Guerra de la Independencia y las cosas de España no funcionaban como bubiera sido deseable. La actuación de Fernando VII, «el deseado», como era aclamado y requerido mientras la guerra contra los franceses tenía lugar en España, tomo un rumbo no querido por muchos españoles. El día 4 de mayo de 1814, tras regresar a España, y una vez asegurado el apoyo de los diputados absolutistas y del Segundo Ejército al mando del general Elío, Fernando VII retomó las riendas del Gobierno promulgando un decreto por el que clausuraba las Cortes y declaraba nulos todos sus decretos, incluyendo la Constitución. Los primeros seis años, la actuación del rey estuvo guiada por una nueva incorporación de un gobierno absolutista. En 1820 una revolucion encabezada por Rafael Riego hizo que finalmente el rey fuese obligado a jurar la constitución: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional», diría el rey, en una frase para la historia en el momento de jurar la Constitución, demostrando la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace. Si la situación política era preocupante, la situación de la corona era, al menos para el rey, más preocupante, ya que el rey no tenía descendientes y solo del matrimonio con Maria Cristina de Borbon [la que dió luego pie a la canción de «Maria Cristina me quiere gobernar..»] tuvo dos hijos: Isabel, la futura Isabel I y Luisa Fernanda. La proclamación de la primera de ella, Isabel, como reina de España, contraviniendo la ley sálica, haría estallar la primera guerra carlista.

Esta era la situación en España, a grandes rasgos, en el momento que volvemos a encontrar la primera reseña en la prensa referida a Villarta. Se trata de una nota del Diario de Madrid, concretamente en el nº 260 correspondiente al lunes, día 16 de septiembre de 1816 en el que se publicaba el itinerario de S.M. la Reina de España nuestra Señora, desde Sevilla a Aranjuez. La futura reina, María Isabel de Braganza, procedente de Brasil, había contraido matrimonio con el rey Fernando VII, en el navio San Sebastian, por poderes otorgados al duque del Infantado.

(Fig. 1). Itinerario de Dª María Isabel de Braganza, desde Cádiz a Aranjuez (Fuente.

Desembarcando en Cádiz a finales de Agosto e iniciando el recorrido que se relaciona en la Fig. 1. El paso por Villarta se programaba para el día 23 de septiembre de 1816, por la tarde, despúes de haber dormido en Manzanares. El fin del viaje fue el 24 de septiembre, al Palacio Real de Aranjuez. Si no hubiese sido por la implicación en formar o fundar el Museo del Prado, la segunda mujer de Fernando VII, solo hubiese sido reina para poder dar un descendiente al rey que ya en esa época había pasado de ser «el deseado» a ser «el rey felón», pero la reina murió a los dos años de matrimonio y sin dejar hijos. No parece leyendo un poco los acontecimientos de estos años que la vida en España fuera apacible y tampoco segura. Mientras muchos pueblos se esforzaban en la reconstrucción de sus casas y de sus pertenencias otros, como el caso de Villarta, tuvieron que levantarlo prácticamente de nuevo. El país se había dividido en dos mitades radicalmente opuestas y en la época de 1820 a 1823 el rey estuvo sujeto o cautivo en poder de las decisiones de los gobiernos constitucionalistas, tras la sublevación de Riego.

(Fig. 2) Primera página del Itinerario de nuestro Viage a Sevilla en el año 1823 (Fuente: BNE)

En febrero, de 1823 a la vista de que el rey «había solicitado» la intervención de fuerzas francesas, «los cien mil hijos de San Luis» el gobierno considerando las cortes este hecho como una nueva invasión francesa, ante este hecho

» el sábado 15 de febrero de 1823 las Cortes en vista de lo que dixo la comisión, decidieron que el Gobierno tomase las medidas convenientes para precaver una invasión extranjera y que cuando lo juzgase oportuno, se trasladase a otro punto más seguro, para cuya elección debía nombrarse una junta de Generales. [El texto está dictado por el Rey] Los MInistros nombraron la Junta sin darme a mi parte. (Domingo 16 de febrero de 1923) Por la noche después de haber acabado su despacho el Secretario de Gracia y Justicia Don Felipe Benicio Navarro, me dixo lo siguiente: Señor mis compañeros [ se refiere al resto de Secretarios, equivalentes al actual de ministros) me han encargado diga a V.M. que en vista d elo que han determinado las Cortes, si querrá V.M. trasladarse a otra parte. Respondí que no. que no lo encontraba oportuno; me replicó que no se trataba del momento, sino de que yo diera mi permiso para que se fuesen tomando disposiciones; le dixe que no, que eso daba tiempo, y que cuando llegase el caso, entonces se trataría (…) yo le repliqué que no se ganaba nada en salir de Madrid, y solo se dilataba algún tiempo, pues si llegaban a entrar los franceses, y no nos encontraban en Madrid, seguirían hasta donde estuviesemos, que además el pueblo de Madrid sentiría mucho mi ida y creería que yo le abandonaba; a esto respondió: que si lo sentiría, pero que los buenos lo llevarían con gusto porque s eharían cargo de las circunstancias: en fin le dixe , que respondiera a sus compañeros que no·. [BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA. Sección Manuscritos. Itinerario de nuestro viaje a sevilla en el año de 1823 : precedido de las causas que lo motivaron. Fernando VII ,

No cabe la menor duda de que quienes afirman que se trató de un secuestro del rey, dejando a un lado la conveniencia del mismo, llevan toda la razón. Y de hecho, en el manuscrito citado el rey dice el día 1 de marzo en el manuscrito que citamos:

«Hubo en las cortes una discusión muy acalorada sobre nuestro viaje; dixeron mil mil pestes de que yo fuera de todos modos; que si no podía ir en coche, fuese en silla de manos y si no atado a un burro…» [BNE. Manuscrito citado].

El manuscrito del rey Fernando (Fig.2) que estamos utilizando -teniendo en cuenta que su autor, el rey, era la gran parte afectada y que por tanto podría utilizar razonamientos manipulados o, al menos, no reales- viene a darnos una idea del gran malestar existente en España, simbolizado en Madrid. Sea todo real, manipulado por uno u otro lado, el hecho es que, finalmente se decidió que el rey marchase a Sevilla, en vez de a Córdoba como en un principio se había acordado. El viaje se inició el día 20 de marzo y llegaron a dormir a Aranjuez, al Palacio Real. El día 21 llegaron a Tembleque donde pasaron la noche y el 22, sábado llegaron a Madridejos. El domingo 23 salieron de Madridejos a las doce y llegando al pueblo llamado las Ventas de Puerto Lapiche dejamos el camino Real que pasa por el lugarcito de Villarta, tomamos a la derecha y pasamos por el pueblo llamado Aldea de las labores, que es muy hermoso por sus olivares enseguida se empiezan a ver los terrenos pantanosos del Guadiana y después llegamos a la villa de Villarrubia de los Ojos del Guadiana a las cinco y media habiendo andado cinco leguas. Por la noche a las ocho besamanos del Clero y Ayuntamiento; se presentaron el jefe síndico e intendente de Ciudad Real» El lunes 24 Salimos a las nueve de la mañana, pasamos el río Giguela, y la calzada sobre terreno pantanoso de los manantiales llamados los Ojos de Guadiana, que es donde sale dicho río debajo de tierra. A la derecha se ve el pueblo de la Solana y otros; el terreno es fértil en olivares viñedo y mucho monte; llegamos a la villa de Manzanares a las cinco de la tarde; ha sido la jornada de cinco leguas» [Obra citada]. Esta última cita merecería una explicación. En todos los pueblos que hizo parada y que se detallan, aunque brevemente, hubo el acto oficial de «besamos», pues en aquellos momentos, incluso para quienes lo llevaban casi arrestado o detenido, Fernando VII seguía siendo el rey de España. Todo el recorrido de Madrid a Sevilla se hizo por el Camino Real de Andalucía; bueno todo, no. Al llegar a Puerto Lápice en vez de seguir por el camino Real, se decide como se dice en el manuscrito del diario, dejar «el camino Real que pasa por el lugarcito de Villarta y marchar por Las Labores, hasta Villarrubia y de ahí a Manzanares, desde el que continuará el camino hasta sevilla por el Camino Real. La realidad, a la que solo encontramos una «rara» explicación, es que el único pueblo de todo el recorrido por el que no se pasó fue por Villarta, aunque para ello tuviese que dar una vuelta por malos caminos y atravesando por dos veces zonas pantanosas o inundables, de Villarrubia hasta Manzanares. ¿Cuál pudo ser la razón? Parece ser que en aquellos momentos Villaharta continuaba medio derruido y no era el momento de embarcarse en problemas de incumplimientos de promesas por parte del rey o de sus acompañantes ante una población tan necesitada. Con fecha del 8 de julio de 1825, -dos años después de este viaje- [«El Ayuntamiento Real, cura párroco y comandante del Cuerpo de Voluntarios Realistas de la Leal Villa de Villarta de San Juan, le recordaban al Rey que ya en el año 1814 «elevaron sus clamores a Vuestro Paternal Corazón, manifestando los dilatados servicios que habían hecho y consagrado al amor de V.M. en la pasada Guerra de la Independencia, en la que y por muchas veces, acometieron sus habitantes con el celo mas elevado hacia su monarca, a diferentes destacamentos de franceses de ambas armas por lo que el enemigo redujo a cenizas la población e hizo una porción de victimas, modelo de la mas heróica lealtad, de que se siguió la pérdida total de las casas y haberes disponibles, quedando el pueblo reducido a la nada y la precisión de sobrellevar una vida divagante tres años y medio arrastrando toda clase de privaciones y trabajos; que la población había principiado a restablecerse de un modo tan paulatino como era consiguiente a su desgracia y que por los medios ordinarios no dejaba esperanzas de conseguirse la repoblación, si vuestras soberanas piedades no ocurrían a tamaña empresa; tanto mas útil y necesaria a V.R. Servicio y conveniencia pública, cuanto que aquella villa se hallaba situada sobre la Carretera General de las Andalucias, y concluyeron proponiendo los medios con que podría fomentarse. V.R.M. se sirvió tomar en su Real Consideración la veracidad de la humilde súplica y lo interesadísimo que era la reedificación de un pueblo tan necesario como util por la situación que ocupa y por su Real Decreto de 28 de julio de dicho año dado por vuestro Ministerio de Gracia y Justicia se digno concederle diferentes gracias y entre estas el título de Leal, el perdón de los atrasos de contribuciones que s ehallaban en primeros contribuyentes por dies años en los cuales se creyo podría restituirse la población por el influjo de vuestras soberanas gracias, mas interrumpidas estas por la pasada ominosa Revolución y nuevo padecimiento causados por el abominable y pretendido gobierno llamado Constitucional…] AHN. Legajo 1623 ] (Firmaban el escrito, el alcalde Cesareo Moraleda, el Párroco Frey Don Pedro Malpica y Cabellos, Antonio Sánchez Polo, Joseph Muñoz, Sabino Rivera, Joseph Sepulveda y José Lucas Moreno Moyano, administrador de Tercias.).

Todas esas razones que, aún en 1825, no se habían cumplido podían ser razones suficientes para que en el año 1823, las fuerzas constitucionales que conducían al rey a su «destierro» a Sevilla, no vieran con buenos ojos pasar por el «lugarcito de Villarta» por miedo a que surgiera algún disturbio.

El jueves 10 de abril llegaron a Sevilla a la una y media de la tarde. A pesar de todo el ritual protocolario siguió mientras las tropas francesas de los «100 mil hijos de San Luis» por lo que la Diputación, llevando con ella al rey marchó hacia Puerto de San María y Cádiz. El día 1 de octubre escribe el rey en su diario: Día dichoso para mi, para la Real Familia, y para toda la nación, pués recobré mi libertad y volví a la plenitud de mis derechos, que me había usurpado una facción... El largo periodo de rebeldía terminó el jueves 2 de octubre del 1823 con la celebración de un Te Deum iniciandose asi el viaje de vuelta a Madrid, aunque antes durante varios días hubo agasajos, aclamaciones, misas y besamanos al nuevamente «rey absoluto de España». Por todos los pueblos las pruebas de sumisión fueron absolutas y esta vez, en el viaje de vuelta, si se pasó por Villarta. En su itinerario de viaje, escribe el rey: «Por la mañana salimos a las siete menos cuatro minutos y llegamos a Villaharta a las nueve y media ; comimos a las once; antes de comer besaron la mano el Clero y Ayuntamiento de Villaharta, diputación del Ayuntamientos y Realistas de Alcázar de San Juan; el Ayuntamiento de Arenas de San Juan y los voluntarios realistas de cabllería e infantería de Villaharta. Por la tarde salimos a las doce y treinta y cuatro y llegamos a Madridejos a las tres y treinta y cinco…»

Este viaje de regreso no se hizo «deprisa y corriendo» como a la ida, sino con la mayor exaltación posible y con acompañamiento de periodistas que publicaban día a día las vicisitudes del viaje.

Fig. 3 Portada de El Restaurador de fecha 11 de noviembre de 1823 donde se habla de la llegada del Rey a Villarta.[Fuente: Hemeroteca Nacional digital.BNE]

El diario El Restaurador ( Fig. 3) narraba así la estancia del rey en Villarta:

«Villarta 8 de noviembre. Hoy ha sido para este leal vecindario un día de gloria que le será memorable: una diputación del ayuntamiento, el cura párroco y comandante de la milicia Real voluntaria y otra de la villa de Alcázar con su gobernador, salieron a recibira SS.MM. y AA. a bastante distancia, y después de cumplimentar a tan augustoshuéspedes, rogó el comandante de la milicia a S.M. se sirviese acceder al deseo de que todos los individuos estaban poseidos, como también sus compañeros de armas de Alcázar de San Juan que querían conducir a brazo el carruge de S.M. a la casa destinada para comer; S.M. concedió no solo esto, si tambien que ambas milicias le hiciesen la guardia; llegada que fue el coche a los puntos donde estabab formadas ambas milicias, la de Alcázar al mando del capitán D. Carlos Contador y la de Villarta al del Alferez D. Juan Miguel Carrascosa, despues de hechos los honores a S.M. les dirigieron estos oficiales la palabra, y la tropa colocando los cordones en el coche del memorable FERNANDO, y entregando las armas unos compañeros a otros, condujeron a la casa de Postas a S.M. en medio de inmensos vivas y aclamaciones a tod ala Real Familia, y volviendo a las armas, precedida la orden del Excmo. Sr. Duque del Infantado, pusieron las guardias necesarias, disputándose los Realistas sobre quien había de entrar primero de centinela; después admitió S.M. y Real Familia al besamanos al ayuntamiento, clero y milicas del pueblo, y en seguida a las mismas autoiidades y milicias de Alcázar y Arenas de San Juan: tanto a una como a otras manifestó S.M. y Real Familia, lo grato que les habia sido este obsequio en un pueblo tan miserable*, pero fiel a su soberano, donde no habido en el anterior sistema un solo voluntario nacional; después d ehaber comido SS.MM. y AA. salieron para Madridejos en medio de los imensos vivas en que prorrumpia el gran concurso de gentes que había venido de Herencia y otras partes a ver a los rescatados…» [EL RESTAURADOR nº 120 de 11 de noviembre de 1823] *Hemos de suponer que el periodísta que cumplía la trayectoria, al decir «miserable» se refieriese a Villarta como un pueblo infeliz y desdichado; es de suponer, insisto. porque en aquella época, los periodistas y políticos cambiaban de chaqueta con casi la misma facilidad que ahora. [Hablando de los «chaqueteros», cuenta la historia que en las numerosas guerras de religión que tuvieron lugar en Francia durante el siglo XVI, los católicos llevaban estas casacas con cruces rojas, mientras que los calvinistas las llevaban completamente blancas. Para engañar al enemigo, los unos y los otros se daban la vuelta a la casaca, pues por el revés la llevaban blanca o con cruz, según fueran calvinistas o católicos. Vamos que lo de «chaquetero» viene de muy, muy atrás).

Después de esta noticia quedaba, relativamente, poco tiempo para asistir a un importante «cambio de chaqueta». Diez años después de un absolutismo total muere el rey Fernando VII, sin llegar a tener hijo varón y después de mucho «trapicheo», cambio de leyes, etc. sube al trono la Infanta Isabel, que no contaba aún ni con tres años de edad. Con este motivo asumió la regencia la cuarta esposa de Fernando VII, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, hasta la mayoria de edad de Isabel II (Los rebeldes de Cuba, que ya luchaban por su independencia de España, crearon una canción que aún perdura: » Maria Cristina me quiere gobernar, y yo le sigo le sigo la corriente…» aunque muy poca gente sepa que la tal María Cristina era la Regente en España a quien por lo visto se le daba bien lo de mandar.

Y como decía la expresión popular: «..y vuelta la burra al trigo». Porque si el rey Fernando en su lecho de muerte no hubiera firmado y desfirmado quien iba a ser el rey… Pero en su lecho de muerte suprimió la ley sálica por la cual si un rey moría sin descendencia masculina directa su heredero era el varón mas cercana en la linea real. Es decir, en este caso le correspondía ser rey a un hermanastro de Fernando, y muy cercano a nuestra tierra: Don Carlos María Isidro de Borbón que había sido Gran Prior de San Juan. Pero parece ser, dijeron las lenguas de «doble filo», que Dª Cristina poco antes de morir Fernando le sacó una firma para que la reina fuese su hija Isabel y claro a su hermano Carlos Maria, no parece que le sentase muy bien… Vamos lo tenía tan preparado que el mismo día 29 de septiembre de 1833 se proclamó como rey de España con el nombre de Carlos V. Y ahí empezó de nuevo otra guerra. En esta ocasión una guerra civil que pasó a la historia como la Primera Guerra Carlista…

Aunque quedemos en el «poyete» para la próxima semana, vamos a señalar quienes eran los protagonistas de esta guerra civil que serán los protagonistas absolutos. Por un lado los «absolutistas» o llamados los «Carlistas» que fundamentalmente se alzaron en el Norte o en algunos lugares donde el candidato para rey había dejado a muchos amigos o gente que le debía muchos favores. Por otro lado los liberales, -por decir algo- partidarios de la reina Isabel, llamados tambien «isabelinos» o «cristinos», aunque en el pais vasco fueron llamados «guiris» ( la dificultad que tenían los vascos en decir «cristinos», que a ellos solo les salía el denominarlos «guiristinos», hizo que teminaran llamándoles los «guiris». Asi que los americanos no son guiris, sino que estos eran los soldados seguidores de la Regente María Cristina. El Diccionario de la RAE dice: Guiri: nombre con que durante las guerras civiles del siglo XIX, designaban los carlistas a los partidarios de la reina Cristina, y después a todos los liberales , y en especial a los soldados del gobierno.»

José Muñoz Torres, cronista oficial


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