Y EL GIGÜELA SIGUE SECO… PERO SIGUE CIERTA ESPERANZA. por José Muñoz Torres

Por las mañanas, con nieblas y «fresco», vemos el camino de la depuradora recorrido por paisanos que salen a caminar, por capricho o por «indicación médica»; unos deprisa, otros lentamente; soplando las manos,  en esta época que hemos pasado del calor al frio, sin darnos cuentas; y muchos de nosotros sin acordarnos de que vamos recorriendo toda la antigua vega del Gigüela, por donde en este río,  -desecado y con pocas perspectivas de volver a ser llamado como tal-,  surcaban las pequeñas barcas que compraban en Daimiel todos aquellos que hicieron del río su forma de vida. Hasta no hace mucho tiempo, un bajero que era casi huerta ( aunque en estas, casi  en pleno río, había que sacar el agua  de un pozo y gracias a un motor; hacía tiempo que las norias habían desaparecido ) al lado del camino, por el que todos tienen que pasar, se había convertido en el centro de reunión de todos aquellos a los que podríamos llamar «los últimos del río». [Estoy recordando lo que ya publicamos en un programa de San Juan hace ya casi diez años, hablando Damian, Angel Antonio, el que fue alcaldes y yo, Pepe el hijo de Pernales].

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Los hermanos Muñoz, hace años en su río cuando .. (Archivo Personal)

Pues, bien, ahí en ese bajero/huerta, al lado de un chozo de carrizo, nos unimos a Damian. Reconozco que en aquel momento debía haber grabado esa conversación para que sus palabras hubieran podido quedar como recuerdo a un paisaje, a un río, a una forma de vivir y trabajar y, sobre todo, a unos hombres que supieron, con trabajo, conservar el río en su justo término: viviendo de él pero sin sobreexplotarlo. Nos hablaba con la nostalgía que imprimen los años pero sobre todo con la sabiduría natural del que lo ha vivido

Las antigua «tablas» de Villarta, eran una de las mas claras manifestaciones de los afloramientos del acuífero 23, tan importantes, que muchos de los científicos del siglo XIX, lo consideraban el verdadero nacimiento del Guadiana. Y este renacer del río lo hacía por los «baos», por los «ojos» y por las fuentes. Todas conocidas e identificadas. Todas eran recordadas y casi soñadas por Damian que, recorriendo mentalmente la antigua vega desde Falcón hasta la Virgen de la Vega, iba rescatando sus nombres antiguos y ya olvidados porque todos esos lagunacos de agua han desaparecido para siempre. Y cogía hilo en su narración e iban apareciendo…. El Ojo del Contaero, el Ojo de la Zorra, el ojillo, ojo o fuente del Tallo. Pasado el puente, aparecían por la derecha frente a La Celerilla, los Ojos del Cristo, el Ojo del Ollero y el de la Culebra; pero, fundamentalmente, seguían nuevamente por la izquierda, el Ojo de Mataberro, el Ojo de la Aurora, el Ojo de los Teodoros y en especial la Poza. Conforme Damian iba diciendo sus nombres, se adivinaban en sus ojos interminables historias ocurridas en sus aguas claras. Nos hablaba de las aguas limpias y profundas, a cuyo alrededor, la anea, la masiego y los carrizos le formaban una tupida pantalla donde las aves vivían a salvo. Los baos de mas superficie, servían de reposo en el vuelo migratorio de las aves: de los patos azules, de los coloraos, de los patos rabones, de los paletos, de las cercetas, de las fochas o mancones, y de los zancolies incansables en su piar. En su narración se detenía para hablar con nostalgía de algunos otros «baos»: el Bao de la Motilla, el bao Hondo, el de Román, el del gorrino, el de Pernales ( y en atención a mi y a mi padre, Pernales, nos hablaba de su huerta con un pozo de noría cercada de frutales donde aparecía un frondoso y enorme peral cuyas «perillas» no parecían tener fin y de las que muchos aún se acuerdan…) y también el bao de la Masiega, junto el bao de afuera, y el bao grande.

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Y volvieron a bajara a su puente.. (Archivo personal)

No cabe la menor duda de que junto a Damian y algunos pocos mas -que se nos van yendo sin que muchos conozcan sus historias-, se podría hacer un recorrido didáctico por nuestro entorno: La ruta de los «ojos», de los «baos» o de las fuentes que podríamos empezarla por la histórica calle de las «Chorreras», siguiendo por el camino del mismo nombre, cruzando por fuentecillas y pequeñas «chorreras» continuadas que cubrían de frescor esa parte del camino hasta llegar al camino bajo de Arenas, a cuya derecha se desplegaban muchas huertas. Soñar no cuesta dinero pero…. los refrescante caminos y las apetecibles huertas, -que se mostraban atractivas desde las pequeñas elevaciones de los «Altos Grandes»-, han dado paso a caminos estrechos, casi intransitables y a secarrales cubiertos de hierbas. A pesar de todo, a pesar de haber perdido todo, ellos los hombres del río serían capaces de hacernos ver todo lo que vieron: La Fuente de la Motilla (junto a una motilla desvastada por organismos públicos, de la que solo se conserva un montoncillo de piedra sin ninguna pequeña indicación que nos recuerde una primera civilización villartera), la fuente de la Virgen de la Vega ( a los pies de una pequeña elevación donde se erguía una pequeña ermita, en la divisoria de términos entre Arenas y Villarta, totalmente desaparecida, aunque  sus contornos se ven picoteados por los detectores de «tesoros» del antiguo yacimiento, romano, visigodo y árabe,… ¡Todo eso!. La fuente de la alameda de Pite (suponemos que de Peter, el conocido Tio Pedro Rincón, arqueólogo aficionado con todas las autorizaciones necesarias para ello).

Si hubiesemos querido, hubiesemos podido recuperar, junto a ellos, toda la memoria de aquellos tiempos no tan  lejanos y de sus trabajos, y de todas aquellas historias que nos contaba Juan de Dios y a los que no le hacíamos caso pensando en que eran invenciones; Ahora, que ya es tarde, sabemos que eran realidades que el conoció. Algunos de ellos, de los últimos del río, podían ser unos perfectos «cuentahistorias» con los que hacer soñar a nuestros escolares. A buen seguro, el actual director, Manuel José Carpintero, daimieleño de panizo y «tablas», estaría interesado en fomentar, viendo como sus Tablas, están pidiendo agua a gritos, como hace muchos años lo pidió nuestro río. Espero que estemos a tiempo.
Y esos «cuentahistorias» nos podrían hablar de los interminables conciertos de croar de ranas que desde la lejanía nos hacía comprender la cercanía de Villarta. Cangrejos, ancas de rana, caracoles pequeños de las riberas, eran platos no solo de aperitivo sino de una buena comida junto al vino de la tierra. Nos podrían hablar  de la siega de la masiega que dejaban secar en grandes brazadas, de pie, unas junto a otras, esperando que algún transporte las llevara a alguna fábrica de sillas  como las que se encontraban en el pueblo de La Jineta, o llevarlas a alguna fábrica para quemar en los hornos. Ver como el arisco y despreciado carrizo era otra fuente de trabajo y de economía y a buen seguro en alguna que otra casa vieja podríamos encontrarnos aún con ese carrizo enyesado que servía para hacer los «cielos rasos» de las humildes habitaciones. Ademas se había convertido en otro pequeño trabajo aunque no de riqueza, como nos decia Damian: un zarzo  de unos tres metros de largo y medio de ancho, unidos unos con otros con soguilla de esparto podía valer unas ¡5 pesetas!…

El río, pensábamos entonces, -hace unos diez años-, estaba otra vez de vuelta. Damian nos decía que había vuelto  a ver en él,  nidos de patos y de zancolies; que por algún sitio que otro, se veían brotes de anea y habían vuelto a tener esperanza, al ver la vega, donde el agua había vuelto a diseñar las antiguas corrientes y dejaban adivinar los antiguos bajeros mientras que iban dando forma a los antiguos baos. Junto a Damian y callando la realidad, pensábamos, para nuestros adentros que todo sería muy dificil de recobrar pero nadie nos impedía recordar todo lo que fue. Y empezó a desgranar, con cariño y respeto, antiguos nombres de gente del río con sus «motes» ( que escribimos tal y como los dijo): Su hermano Lucio Muñoz, Vitorio, Martin, Juan de Dios el Cacharrero, Isidro Calcerrada, Cesáreo Pajaritas, el Hermano Nicolas de la Pavera, Julian el Gira, Doroteo Rico el Cabillo, Dionisio el de Panza, Brígido,…

Aquello fue un sueño; Damian no vuelve con tanta aiduidad al rio;  él y otros muchos, que tampoco bajan, lo achacan a los años pero ellos saben que no es esa la razón o la única razón. Simplemente no bajan porque ya no hay río. Quizás vuelvan unos nuevos años lluviosos que encharquen o incluso inunden la antigua madre y la vega, pero volverá a ser flor de un día que al menos nos sirva para recordar lo que fue.

Quizás,volvamos a decir otra vez: «¡ El río lleva agua por el puente de Buenavista, por Herencia!» Y quizás en un atardecer del mes de diciembre de algún próximo año, una corriente lenta irá rellenando la sed que clama su cauce. Descubrirá un puente largo y, gracias a Dios en buen estado,  que casi ya nuevo cauce no reconocía y limpiará sus ojos y los rellenará hasta que vistos desde lejos, mirandose en las aguas del río nos parecerán soles o lunas. E iran pasando las aguas por él, camino de Arenas donde otro puente mas pequeño también le estará esperando con los arcos abiertos, y pasando por él le despedirá en su camino hacia las tablas. En Villarta algunos crédulos bajaran a verlo recordando junto a él sus ilusiones, sus alegrías, sus amores. Y quizás en poco tiempo unas aguas colmadas y remansadas volverán a ser el espejo donde mirarse el pueblo.

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La torre mirándose en el río ( Archivo personal)

La vieja torre, vestida de domingo, aseada, desperezará los ojos de su campanario volviéndose a ver reflejada en el río que vuelve… Las raices medio muertas de las aneas tomarán vida y empezarán a crecer en espera de «bordos», los carrizales verdearán la vega, los tarayes se retorcerán junto al agua buscando su mejor postura. Algunas tímidas ranas volverán a dejar oir su croar intermitente; algunas avecillas pararán su vuelo y empezarán a buscar sitio seguro para sus nidos, el puente ya centenario y bien arreglado de la antigua carretera vera como el agua le lame y limpia sus nuevos pilares y posiblemente, las aguas vengan y el río quede para poder bajar a él y contar a nuestros mas pequeños las historias que fueron y vivimos….

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Don Quijote y Sancho, y su nueva aventura del rio. (Archivo particular)

Sancho Panza, desde lo alto del cerro cubierto de grafitis, mirará las aguas y, desconfiado como siempre, incrédulo como nunca, dirá:

 -«¡Vuesa merced, don Quijote, no se haga ilusiones que esto es flor de un día y malo no será si no es un invento del mago Frestón para hacernos dejar este sitio de privilegio e ir engañados a refrescarnos de un rio que no existe y holgar mas que de inexistente  frescor y sombras, del harto calor que nos sofoca!»

A lo que el hidalgo le dirá:

-«¡ Hombre de poca fe, Sancho. ¿Tanto tiempo a mi lado y nunca vas a conocer la verdad? El invento de Frestón fue hacernos creer que el río no estaba para que quedásemos aquí como estatuas en lo alto de un cerro. Pero hora es que desterremos la maldición y bajemos a ese río que siempre ha sido y que hemos conocido como Gigüela y no Cigüela como muchos ilustrados pretenden y descansemos a la sombra de los sauces y el frecor de sus aguas!»

¿Quien de los dos llegará a tener razón?

José Muñoz Torres, Cronista oficial.

 

NOTA:

Nuestro amigo Angel Rodriguez García, nos remite  una serie de palabras, con su definición,  para incorporar al «Diccionario villartero de ….andar por casa». Os las adelanto y proximamente, no en este «poyete», sino en el próximo que estos días estamos comprometidos con nuestra tradicional Semana Cultura y «andamos de tiempo un poco «atareadillos»». Las palabras son las siguientes:

Arreate, Algarera, Borriquería, Cabezá y cabezón (arreos), Calitre, Cajilón ( En vez de Canjilón que es la ortodoxa), Cuarta, De botifuera, Dar palpelo, Desatalajao, Ganso, Japuana, Miaqué,Miatu..


Una respuesta a “Y EL GIGÜELA SIGUE SECO… PERO SIGUE CIERTA ESPERANZA. por José Muñoz Torres

  1. Precioso «poyete» de cosas de nuestro río, Pepe. Me ha gustado un montón. Yo, como la mayoría de los que hemos conocido nuestro Gigüela como casi único lugar de baño en verano (a pesar de las sanguijuelas), de ahí que escribiera «El baño de Canatete» el el programa de festejos del año 1987, basado un hecho real, que comenzaba así: «Canatete salió un día camino de la colá a darse el baño de día después de mucho trillar…». El río siembre me ha atraído y me sigue atrayendo a pesar de su sequía. Y de los «rieros» me ha gustado oír sus recuerdos y más, de chico llegué a echar algunos ratos haciendo zarzos con mis vecinos de entonces los de «el vividor» (Agustín, Juan, Magdalena, Luisa y sus padres); quizás por ello, en el 2016, vi crecer un pequeño manchón de enea, en el cauce del río, entre el puente de la autovía y el de servicio de la antigua romería y le tomé algunas fotos hasta que alguien lo segó y puso la enea a secar encima de donde la había cortado, estuvo varios día así hasta que se la llevaron. Después me diría Lorenzo (el escobero), que él había estado pendiente de ese manchón porque le gustaba entretenerse haciendo «crineja» pero que se le había adelantado otro. De haber sabido que ibas a escribir de estas cosas te habría mandado alguna foto.
    Comprendo que éste «poyete» haya sido corto por el tema de la actuación, el próximo lunes, en la Semana Cultural de tu grupo literario, a la que, si Dios quiere, pienso acudir, pero me gustaría que volvieses a retomar este tema del río algún día más. Muchas gracias por todo, por incluir las palabras o expresiones villarteras que te mandé también.
    Un abrazo.

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