Actualmente, cuando las fotos de Villarta de San Juan y de sus gentes pueden contarse por cientos de miles, cuando es tan asequible buscar y encontrar en el móvil, las últimas fotografías y noticias del último acontecimiento que ha ocurrido en nuestro pueblo, cuando el mismo día 24 de enero miles de fotografías están siendo vistas por villarteros ausentes en lejanos lugares,… parece que hablar de «fotos de paces» sea una salida sin sentido. Pero he de precisar que no me refiero a todas esas miles de fotografías a las que aludo, muchas de ellas espectaculares. Me refiero, -y de ellas quiero hablar- a aquellas fotografías para las cuales había que buscar al fotógrafo de «al minuto» para que hiciese una foto del grupo de amigos o de la familia, como recuerdo de unas «paces» determinadas. Vamos a ponernos en situación. Hasta algo más de mediados del siglo pasado, el día 25 de enero, el día después del de la Virgen, la plaza de la Ermita se convertía en un mercado abierto en el que se podían comprar esos «caprichos» necesarios para las casas y que se iban dejando para cuando llegasen las «paces». En esa plaza, no muy bien empedrada, en la que ya se iban haciendo los agujeros para clavar los palos de los «castillos» de fuegos artificiales, -donde el suelo conservaba todavía los restos de cenizas de la pasada hoguera-, los comerciantes, que venían de fuera, iban «cogiendo» sus sitios habituales.

El puesto de sartenes y cacerolas, junto a la esquina de la calle del Monte, un poco mas abajo, otro puesto de «vedriao», de La Solana, y a continuación el turronero que venía de Manzanares, compartiendo lo «dulce y lo salao», con el puesto de gambas cocidas que, por la noche, guardaban en casa de Benjamin, junto a la tienda de Onofre; navajas, adornos para la casa, y mil objetos que, casi con toda seguridad, podemos encontrar todavía en cualquiera de nuestras casas. Y algo más abajo de la plaza de la Ermita, en lo que actualmente es la puerta del «banco» [no hacía falta, ni hace, indicar el nombre del establecimiento, siempre ha sido «el banco»] asentaba su plaza el fotógrafo de «al minuto». Era conocido por todos, de otros años, y apoyando en la pared un decorado pintado en tela en el que se veía algún paisaje o jardín o alguna sala, ponía ante él algún caballo de cartón (que con el tiempo fue sustituido por algún cochecito o moto, en la que los niños se hacían su primera foto de «paces». También acudía a los domicilios particulares de aquellas familias que por su posición social, -no mucho más alta que el resto del pueblo-, veían mas conveniente, no aguardar turno ni hacerse la foto de cara al resto de la gente. Lo cierto es que el fotógrafo de «al minuto» plantaba su escaso material y aparataje y esperaba a que la población se desperezase del baile de la noche anterior y, como todos los años, fuese a hacerse la foto de «paces».
Siempre había algún fotógrafo ambulante que incluso mandaban sus fotos a algún periodico como «Vida Manchega»; pasadas las fiestas de Navidad, la fiesta más propicia para los fotógrafos «minuteros» eran las de Villarta. A pesar del frío, en ellas «hacían su agosto». Y es que en aquellos tiempos donde tener una máquina de fotos era impensable en un pequeño pueblo, la llegada del fotógrafo era un acontecimiento o un requisito más que cumplir para celebrar las fiestas «como Dios manda». De alguna forma todos querían tener un recuerdo de las fiestas de ese año; amigos, matrimonios, familias enteras, … todos ellos se hicieron su foto que quizás, ahora amarillenta y ajada por el paso del tiempo y por ser «toqueteadas» por tantas manos, permanecen revueltas, unas con otras, en alguna caja donde duermen la historia, individual o en grupo, de gentes de un pequeño pueblo.[En los programas de fiestas, desde hace ya algún tiempo aparece un apartado, ya obligatorio, llamado «fotos de añoranza» que, poco a poco, va conformando un libro de historia gráfica de Villarta]. En la introducción del libro Villarta de San Juan, historia de un pueblo y su gente, decíamos:
» La solución vino de forma inesperada [nos referíamos a la forma de publicar el libro] La solución en sí era Villarta; estaba relativamente claro, el objetivo era el conjunto, no los hechos o individuos, sino la globalidad. No deberían figurar ni nombres ni fechas. Solamente una sucesión de fotografías que, de una forma integral, nos definiese y explicase nuestro pueblo.
Afortunadamente, una de las fotos, la que aparece en la portada del libro, una fotografía aérea de Villarta de 1938, nos daba pie para comenzar una pequeña historia que, si no fuese por su reiterada utilización, podría haber comenzado asi: «Erase una vez un pueblo…» y así es como prácticamente, la hemos comenzado.
Una historia gráfica, por otro lado, es realmente falseable; la historia , en si, sin fotografías, es muy falseable. Muchos historiadores confunden el deseo con la realidad y cuando han terminado sólo han conseguido hacer «su historia», agrandando lo bueno y ocultando lo malo [según sus intereses o deseos] . Si la historia se hace con documentos gráficos, sólo el hecho de seleccionar unas fotos y no otras, pueden contarnos una historia muy distinta de la realidad. Hemos querido, por tanto, ser imparciales y explicar la realidad de nuestro pueblo, aunque esa realidad no sea tan fastuosa como la que otros puedan presentar de los suyos..» [ MUÑOZ TORRES, JOSÉ / GARCÍA TABASCO, MISERICORDIA.- Villarta de San Juan. Historia de un pueblo y sus gentes. Exmº Ayuntamiento de Villarta de San Juan, 2000].
Y durante un tiempo largo, ese libro fue punto de reunión, alrededor del cual muchas familias trataban de adivinar el nombre de los que aparecían en las fotos, explicar a los que no les conocieron qué es lo que hacían, o dónde vivían, lo que hacían unos y otros,…
Sigo pensando que esto es lo lógico y por eso en esta ocasión tampoco aparecen nombres; solo quiero hacer una referencia a una de las fotos . Escrita a mano aparece un fecha: 24 Enero de 1935. Son un grupo de chicos alegres, todos mas o menos amigos, todos celebrando las paces, y todos preparados, sin sospecharlo, para la guerra. Merece la pena que la veamos con calma y que la miremos con rectitud.

Por otro lado, desconocemos el nombre de los fotógrafos, notarios de una parte de la vida de nuestro pueblo, por eso queremos poner la foto de uno de esos fotografos «minuteros» que aún sigue en el «tajo» y una de las cámaras que en su momento se utilizaron para hacer historia. En cualquier caso si queremos recordar los nombres de algunos de esos fotógrafos de Villarta -y algún pueblo vecino- que también son notarios de la historia: José Pérez Archidona (Fotografía Archidona), Andrés Romero (Fotografía Romero), Rubio (Fotografías Rubio, Madrid), Juan José Camacho (Fotos Camachos), Enrique Alabau, Fotos Zamorano (Manzanares), Fotos Almari (Manzanares) y otros muchos.


Una tras otra, recordamos algunas de esas «fotos de paces». En ocasiones tras el primer fondo humano, el importante, aparece también una vista más o menos clara de parte del Villarta que ha ido desapareciendo. [En una de ellas se ve claramente la tienda (ferreteria, drogueria, ) de Antonio Roncero, posteriormente pasteleria que hacia esquina con la calle Tercia y la carretera y en la que ahora existe una entidad bancaria]. El orden, más o menos, es el de la antigüedad de las fotos.









Está claro que nuevamente, este año, se harán miles de fotos… pero muchas de ellas serán pasajeras. Los móviles las enviarán a mil lugares y seguirán siendo, también «fotos de paces» pero muchas de ellas, imprescindibles, curiosas, históricas, desaparecerán en el momento en que aparezca en el móvil la indicación de «falta de espacio». [¿Sería posible que la Biblioteca, volviera a intentar una nueva publicación de fotografías?. Yo aporto el título: Villarta de San Juan (II). Historia gráfica de un pueblo en fiestas. ] Removed cajones, abrid las cajas de los recuerdos y con calma ir viviendo la historia que esas fotos, amarillentas, ajadas… y quizás olvidadas, nos cuentan.
José Muñoz Torres, cronista oficial.
He vuelto a disfrutar, Pepe, con este nuevo «poyete» que has puesto y comparto la idea de que haya una segunda parte de aquel libro de «Villarta de San Juan, historia de un pueblo y sus gentes» que, por supuesto, tengo en casa. Conseguisteis, Misi y tú, lo que os proponíais, que la gente nos desojásemos tratando de reconocer a quienes aparecían en las fotos. Tengo que decir que, si no los nombres, que es complicado, si me hubiese gustado que apareciesen las fechas o al menos el año en que se hicieron, siempre que eso hubiese sido posible.
Ese «archivo particular», al que haces referencia al pié de varias fotos de las que has insertado, se nota que está lleno de solera y me alegra mucho ver esos «rayos de sol» de nuestro pasado. Gracias otra vez.
Saludos.
Ángel.
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