COMO SI HUBIESE SIDO «..DE TODA LA VIDA DE DIOS», 50 aniversario de la Operación 2000, por José Muñoz Torres.

«Operación 2000» . Festividad de Nª Sª de La Paz. «Las Paces» [Archivo personal]

Podemos decir, aplicando la frase popular «de toda la vida de Dios», que desde hace mucho tiempo, que ya lo es 652 años, Villarta por imposición del Arzobispo de Toledo Gómez, empezó a celebrar la festividad de la Virgen de la Paz «24 de enero de 1370), al día siguiente de la festividad de San Ildefonso (23 de enero). Pocas celebraciones tendrán un origen tan lógico y tan interesado. Lógico porque la festividad nació al terminar la guerra entre dos hermanos, uno que era rey de Castilla, Pedro I y otro que quería serlo y venciendo a su hermano en Montiel, al cual, en tal sitio dice la leyenda/leyenda, le dio muerte, quedando como rey: Enrique II de Trastámara, después de una guerra civil que duró, al menos en nuestra tierra más de tres años. Había otras razones, menos loables para crear esta festividad, -para celebrar esta fiesta-, y era que el Arzobispo de Toledo, Gómez, había estado muy a favor del muerto Pedro I y, a partir de su declive y muerte, este arzobispo decidió «cambiar de chaqueta», de forma prudente y esperó que con la creación de la festividad de Nuestra Señora de la Paz, el nuevo rey le perdonase sus amistades pasadas y le volviera a dar honores que por ello fue llamado Enrique el de las Mercedes. Esta fiesta fue oficial para todo el reino de Toledo, al menos en su arzobispado, y en muchos pueblos y ciudades se celebró durante muchos años, aunque poco a poco otras celebraciones le quitaron importancia. Sin embargo entre otros pueblos del reino de Toledo, Villarta de San Juan, continuó celebrando esa festividad cada vez más importante para nosotros, que desde entonces el tiempo se contaba «de Paces a Paces», o el cambio horario de los días: «para la Paz una hora y más». Pero sobre todo porque nuestras fiestas fueron «Las Paces» y celebramos «Las Paces» o «estar de Paces». Cosas de la vida, pero sobre todo de los hombres, hizó que en algunos momentos no pudiesen celebrarse por las Guerras: en 1809 en el que los franceses destruyeron o robaron la imagen, incendiando el pueblo y en la última guerra civil en la que no pareciese lógico que La Paz, estuviese en un pueblo, también desapareció la imagen. Esta pequeña introducción hablando de la antigüedad de nuestras fiestas, es muy conocida en nuestro pueblo, libros, programas de festejos y la última recreación de los momentos iniciales de nuestra fiesta por el grupo de teatro El Telón de Aquiles, que deseamos y esperamos que pueda ser otra actividad de las Paces nuestras de cada día. En muchas ocasiones hemos dicho que en Noviembre, se empieza a hablar y mucho, a dos meses de las «Paces», de las «Paces».

Dicho esto, que es largo y que no logrará que muchos historiadores, dejen de contar la historia a su conveniencia, hemos de señalar que nuestras fiestas son fiestas de amor y recuerdo envueltas en el fuego de la hoguera y en el tronar incesante de cohetes que parece que quisieran subir a lo mas alto para llegar hasta la Virgen. Y estas dos formas de querer, «de toda la vida de Dios», han sido expresión de una forma especial de llegar hasta la Madre: Luz y Guia. [Estas palabras son el inicio del himno creado por dos socuellaminos: D. Pedro Muñoz Fernández, cura párroco de Villarta y el Director de la Banda de Música del Tercio de Levante de Infanteria de Marina, de Cartagena que ponía la música en las procesiones de Paces y sus Conciertos. Introduzco esta observación porque ese himno es algo consustancial entre los villarteros que, creyentes o no, la saben de memoria desde que tienen uso de razón]. Iguales en el sentimiento pero distintas en la forma. Esa hoguera de gavillas y leña por la que, de pequeños, subiamos a lo alto de ella, mientras que en la ermita de la Virgen de la Paz se celebraban sus novenas dio paso, poco a poco, a que se tuviese que hacer de otra forma y fué, como siempre el pueblo, la gente joven los que empezaron a actualizar la tradición y, a falta de gavillas, empezaron a ir, en la madrugada de San Ildefonso, al campo, a los cada vez más claros encinares, para traer, en remolques, la ilusión y el encuentro, el amor y el recuerdo de la leña. Todavía Pacito hace lo posible con la ayuda de su familia de traer el remolque bien apretado de gavillas de amor y trabajo por su Virgen.

Siempre hemos dicho que en Villarta hay muchas «Paces». Las Paces del niño, la de los jóvenes, las del nuevo matrimonio, las Paces de los nuevos padres, las Paces de la ancianidad, de la soledad, de la ausencia, de la emigración… Tantas Paces que sin perder la tradición, alguien tuvo la idea de unas Paces, de un momento de nuestras Paces, en que todos las conviviesemos apretados unos a otros, mirando al cielo, uniendonos a esos cohetes que suben a la Madre para poder permanecer durante cinco interminables minutos haciendo un recuerdo de nuestras cosas, de nuestras promesas, de nuestros agradecimientos,… sin preocuparnos de esas lágrimas incontenibles y de ese temblor del cuerpo y del alma que nos hace sentir uno solo a todos los villarteros. Durante esa mañana la tradición sigue en mano de las peñas coheteras, sin disputas ni engreimientos de ver quien dispara más cohetes porque para ninguno de ellos cuenta el número sino lo que representa esa subida al cielo. Asi fue como esos cohetes que, no salen de las manos sino del corazón, harán que nuestras fiestas sigan vivas. Así fue como algunos pensaron en un momento de la procesión en que todos fueramos uno y todas las emociones fueran una, y las lágrimas una y la ilusión, la emoción y la tradición fuera una.

El «Kiosko». Aquí pudo comenzar todo. ( Fuente: Libro » Tres décadas de Operación 2000″. Edición de Operación 2000.Estugraf Impresores. 2001]

Fue así como una mañana del año 1972 o 1973, pongamos que una mañana de hace 50 AÑOS, en una conversación de amigos, tan habituales, en el simbólico Kiosco, centro de Villarta para tantas cosas, tres personas Abelardo Martinez, José Antonio Rincón y Alfonso Isla (es cierto que fueron más pero la historia es así que unas veces pone de más y en otras ocasiones como ahora cita a menos), tuvieron la idea de tirar los cohetes de una forma conjunta, poniendo como meta el disparar dos mil docenas de cohetes.

Factura de Pirotecnica Manchega, de Madridejos. Primer año en que se consiguen las 2000 docenas (Fuente: Cita anterior)

El primer año, recordaban después que se dispararon 500 docenas, el segundo alcanzaron las 800 docenas, el tercer año llegaron a las 1400 docenas y, finalmente, el año 1977, se alcanzó la cifra que daría nombre a un momento de las Paces, ya especialmente entrañable y significativo: ¡dos mil docenas de cohetes! ¡La operación 2000! Otra frase que ya es parte importante de la vida de Villarta.

Después de colocar los cohetes en la plaza del Aayuntamiento. En los dos extremos de la foto, de pie, dos históricos: Jesús «el Gamba» y Abelardo, el del Kiosko. Aunque la foto no es de muy buena calidad, creemos ver entre otros a Gerardo, Jacinto, Pedro y el Loro (Fuente: Libro citado)

Ya «ha escampao» desde que se hizo esta foto. En la puerta de la Iglesia nueva, donde estaba situada la antigua ermita de la Virgen de la Paz. (Fuente: Libro citado)

A lo largo de estos ya cincuenta años muchos se han encargado de dirigir esta Operación y otras muchas de mantenerlas vivas Personalmente me comprometo que uno de mis poyetes, lleve por único texto el nombre de todos ellos, -que en Villarta somos muy dados a olvidar pronto-, recordar el mérito y esfuerzo de muchos, los sinsabores, los problemas, el estar mirando para ver si hay viento o se espera lluvia, junto a la Virgen de la Paz, en ese Mirador que debería llevar su nombre, Mirador de la Virgen, frente al seco río ¡qué pena!, en el que pudiera reflejarse su imagen y junto a Ella la de todo su pueblo. Y todo por amor a una Virgen sencilla, en agradecimiento de tantas cosas, en recuerdo de tantas personas, de tantos Villarteros que nos han ido dejando, -desde donde estén, bien en el cielo o en nuestros corazones-, alzarán la mano para intentar coger ese carrizo ya sin pólvora pero lleno de amor. Sé, porque lo hemos visto todos los años, que ese fuerte abrazo que al final de cada operación 2000 os dais todos vosotros, los organizadores, es la grata recompensa de cumplir una tradición con vuestro esfuerzo y no es el momento de dar nombre porque no es justo que se olvide, ni siquiera, el nombre de uno de ellos. Pero creo que esas lágrimas que corren por rostros de hombre curtidos, poco dados a lágrimas, que esperan ver salir a la Virgen, esos miles o cientos ¡que más da! que esperan abajo del mirador a pesar del miedo que muchos de ellos sufren en ese momento, todas esas multiples paces que hemos vivido y que de momento se nos ponen juntas en nuestro recuerdo, que nos hacen comprender las Paces de ese anciano, ya solo, que apoyado en su bastón renquea detrás de la Virgen o las Paces de esos niños, con ojos asombrados, que ven llorar a tanta gente, .. !de alegría¡, como explicar todo eso, es la forma de daros también las gracias a todos los que nos haceis vivir las «Paces», a toda la «Operación 2000» de siempre, a tantos como las habeis hecho posible y que solo os las podremos pagar con nuestro agradecimiento y el reconocimiento por vuestro trabajo.

Del libro que estoy hablando Villarta de San Juan. Tres décadas de Operación 2000. Editado en 2001 por la propia Operación 2000, suponemos que no queden ejemplares a la venta. Sería interesante una actualización poniendo los nombres de los villarteros aparecen en las fotos.

JOSÉ MUÑOZ TORRES, Cronista oficial.


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