UNA PEQUEÑA ERMITA Y LA CONSTANCIA DE UNA MUJER: PAULA, por José Muñoz Torres

En Villarta de San Juan somos «un poco dejados» para reconocer lo que se ha hecho en nuestro pueblo o para reconocer el esfuerzo, dedicación, ilusión, .. de algunas personas para conseguir algo…

Ermita de San Cristobal en el cerro de Villarta [Fuente: Programa de Festejos de San Cristobal del año 2008]

En el pequeño cerro que no tiene ni nombre, -en algunos mapas pone cerro e incluso cerrillo-, al lado de la Autovia A-4 en dirección a Madrid, se ven dos imágenes grandes de nuestros personajes clásicos: Don Quijote y Sancho Panza, llenas de pintadas o «pinturrajos» [En el diccionario de la RAE de dice pintarrajo (o pinturrajo como aquí decimos): pintura mal trazada y de colores impropios; algunos hablan de ellos como grafitis pero la historia de los buenos grafiteros es otra; hubo una pintada muy famosa que aparece en tiempos de la II Guerra mundial que decía «Kilroy Was Here (Kilroy estuvo aquí); durante el avance de las tropas aliadas este grafiti acompañaba sobre paredes de ciudades y pueblos, como notario que diera fe, la presencia de los «aliados»; era un dibujo que mostraban una cabeza y unas manos que se asoman sobre el borde de una valla. En el caso de los pinturrajos del cerro ( que, de vez en cuando, se tapan con una mano de pintura negra) solo pueden perseguir que el Hidalgo Don Quijote volviese sobre nuestras tierras para correrlos a lanzazos…]

Pero un poco más abajo, en ese cerro, se ve desde la misma autovia, -destacando entre la sequedad del entorno-, una pequeña mancha de árboles, muy verdes y cuidados. Hay que acercarse un poco más para ver que esos árboles dan cobijo a una pequeña ermita: La ermita de San Cristobal y Santa Gema. Ya estamos en el centro de nuestro «poyete», pero antes he de hacer otra pequeña reflexión que en realidad es el motivo de este poyete. Villarta, al igual que otros muchos pequeños pueblos no ha sido muy cuidadoso con recordar cosas pasadas o con personas que merecen nuestro recuerdo; no hace mucho tiempo que, poco a poco, se van olvidando muchas cosas quizás porque al considerarlas tan sencillas, tan poca cosa, tan insignificantes, ni se nos ha pasado por la mente recordar porque están ahí, sin darnos cuenta de que esas cosas son las que han dado vida a nuestro pueblo. Y así, sin darnos cuenta sin apreciar el valor de muchas cosas, como todo en la vida, va pasando el tiempo y no solo eso si no que el tiempo va llevándose por delante recuerdos de nuestra vida, mejor dicho, recuerdos de nuestro pasado, de su historia, de sus » porqués» y damos por hecho que las cosas que hoy tenemos han sido de toda la vida. Saben nuestra gente más joven, por ejemplo ¿por qué se hizo la Iglesia nueva? ¿quien la inició? ¿ como se costeó ?…. ¿ Está escrito en algún lado?… ¿Cuando empezó la romería? ¿Por qué? ¿ Quien era ese curita joven que con ayuda de gente de su edad la puso en funcionamiento? Y conste que eso que hoy celebramos se llevó por delante los «sanmarcos»… Siempre recordaré cuánta historia, que ya será muy dificil de recuperar, se perdería con el incendio de nuestro ayuntamiento al inicio del siglo XX… y la historia de ese funcionario que perdió la vida por salvar esos viejos papeles…. Cuando pase algún poco tiempo y hablemos de esa pequeña ermita del cerro alguien comentará: «dicen que la hizo una mujer que pedía dinero en la puerta del mercado». Pero eso es injusto porque esa pequeña ermita fue posible gracias a una mujer que se llamaba Paula y que nos dio ejemplo de todo lo que se puede conseguir cuando se tienen las cosas claras.

Así que hoy a la vista de esa ermita que está en el cerro, habrá que contarles algo más, muchas cosas mas, antes que el tiempo haga olvidarnos de todo lo que hay en ese pequeño cerro.

Interior de la Ermita con las imágenes de San Cristobal y Santa Gema [Fuente: Programa de festejos de San Cristobal del año 2008]

Asi comenzaban las antiguas historias: «Hace ya muchos años….». La ermita que hoy conocemos como la Ermita de San Cristobal, es la historia de una promesa hecha en los años de la Guerra Civil y cumplida largamente y con mucho esfuerzo por una mujer. Según el relato de Paula a Angel Rodriguez Garcia que este, con mucho cariño transcribió en un poema publicado en uno de los programas de San Cristobal ( 1992 ó 1993), el protagonista inicial de todo ello fue el vecino de Herencia, Luis Gómez-Calcerrada, casado con Concepción Fernández-Cañada; Una noche del año 1936: «era perseguido y acosado/con peligro de su vida/en la sierra se ha amparado/ sin bebida y sin comida/ su delito, sus ideas /contrarias a quien gobierna,/ la sentencia… la que sea/ muerte, cárcel, .. ¿quien acierta?. [ANGEL RODRIGUEZ GARCÍA]

Aquella noche, -contaba su hija Paula a Angel-, que su padr, escondido en la sierra entre Herencia y el Puerto, en la conocida como la de «los Pozos del Agua», hizo la promesa que con aire de antiguo romance, nos cuenta nuestro poeta Angel Rodriguez:

» si en este tiempo inseguro

me deja seguir viviendo

y a mis ocho hijos seguros…

… yo, San Cristobal, hiciera

comprar y llevar tu imagen

a un pueblo que no la hubiera

y haré cual mendigo hacen:

pediré de puerta en puerta

la limosna necesaria

para pagar lo que cuesta

tu estatua; es mi plegaria.

Y añado, Santo, a mi meta

por mas agradecimientos,

no aceptar en cada puerta

más de diez céntimos netos»

[ANGEL RODRIGUEZ GARCÍA. Historia de una promesa]

El hecho de que Luis hiciera esa promesa a San Cristobal pudo deberse a la devoción que se tenía y se tiene a dicho Santo en Herencia. La Ermita de San Cristobal se encuentra situada fuera de la población, en la sierra del mismo nombre, junto al camino por donde se efectuó el trasvase de población de Villacentenos a Herencia. Mezclando un poco la historia con la leyenda, hay que señalar que la Sierra de San Cristobal, donde se encuentra la ermita del Santo, es uno de los lugares emblemáticos de la historia de Herencia como lugar de antigua localización de herencianos. La festividad del Santo es muy antigua y la ermita posiblemente se construyese en el siglo XVIII y aún se celebra la «bajada» del mismo a la Parroquia para su festividad religiosa. Con esto quiero señalar que era y es un santo señalado y por eso no es de extrañar el hecho de la promesa hecha al mismo. Sigue el relato de Paula, recordando como la petición de su padre, al final de todo se cumplió pero falleció su padre y no fue posible cumplir su promesa de inmediato. Y aquí es dónde empieza otra historia, la del cumplimiento de la promesa: Su hija Paula Gómez-Calcerrada Fernández-Cañadas, va a ser quien asumiría la promesa de su padre, en su recuerdo, al que se une la muerte en accidente de familiares muy jóvenes.

Paula Gómez-Calcerrada Fernández-Cañada, en «su ermita» [Fuente: Propiedad de su hija Concepción Fernández de la Puebla Gómez-Cañada]

La promesa que asume la hija, es la inicial de su padre, la de comprar una imagen del Santo, para ello según su relato a Angel ( y en la poesía de este): » Y a pedir sale en su nombre,/ y de puerta en puerta arriba;/Tomelloso, Pinto, Arenas,/ Villarrubia, Manzanares,/ Socuellamos, Valdepeñas,/ Valdemoro y mas lugares/.»

La petición que hacía era la de no aceptar limosnas de más de cinco duros (25 pesetas.) y durante un año largo consiguió cumplir la promesa de su padre por un importe de doscientas mil pesetas. Y así presenta la imagen en Villarta, cumpliendo a rajatabla la promesa de dejar la imagen en un pueblo donde no la hubiera. Ella posiblemente recordara la ermita de San Cristobal de Herencia y, posiblemente, pensó y ¿por qué no en Villarta?. La presencia posterior de Paula a la puerta del mercada hiciera frio o helará, es una imagen que a muchos no se les borrará fácilmente y con paciencia, fe y constancia empezó a hacer rifas de todo tipo para hacer una ermita y en el pequeño cerro, para que alta se viese.

De las personas sencillas es muy dificil escribir por muchas razones pero principalmente porque no persiguen honores ni glorias, sino simplemente hacer lo quecreen que deben hacer a pesar de los esfuerzos que ello suponga. En la anterior foto, a los pies de «su San Cristobal», mira tranquila sin posar su vista en nadie y como ella misma dejo escrito recuerda que «hoy que ya ha pasado todo de ese gran sacrificio, quiero escribirte y pedirte que a los mismos que me ayudaron tú los sepas proteger…»

Paula en la tranquilidad de su pequeño patio (Fuente Archivo personal de la familia)

Con calma parece decir Paula con sus manos. Con calma se pueden conseguir muchas cosas. He tenido la ocasión de acompañar a algunos visitantes que preguntaban, además de por nuestros monumentos, el puente, la iglesia Vieja, la torre del reloj, etc., por la ermita de San Cristobal y he subido con ellos hasta sus puertas y cuando les contaba la historia de esta humilde ermita, quedaban un poco asombrados de lo que el ser humano puede llegar a conseguir, asombrados de que una mujer humilde, sólo por cumplimiento de una promesa que heredó sin que su padre la pudiera cumplir, sin más medios que sus manos para pedir, de su constancia para ir dia a dia consiguiendo algo más y de su fe en que se puede conseguir realizó. Y ahí está esa ermita, mirando a un rio y a un pueblo, viendo como ya ha pasado a la pequeña historia de Villarta. Y un resumen tan sencillo, como sencilla fue su vida: «¡Pasó haciendo en su vida lo que tenía que hacer!»

Un abrazo a toda la familia de Paula y a los que la recuerdan.

José Muñoz Torres, Cronista oficial de la Villa


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