LOS TRABAJOS DEL CAMPO (II):LA SIEGA Y «LA SACA» DE LA MIES, por José Muñoz Torres.

Por estas fechas, hacía ya tiempo que por la siembra ya nada mas se podía hacer. Bueno solo dos cosas más: una mirar al cielo, al levantarse, al acostarse, a todas horas y la otra pedir a Dios que lloviese en su tiempo y que San Bernabé y San Juan espantasen las nubes, que ya decía y dice el refrán: «agua por San Juan, quita vino y no da pan» o «Malo si por San Bernabé no ha dejado de llover». En cualquier caso todas las posibilidades quedaban fuera del alcance del labrador. Por otro lado el sol y calor, algunos años, hacía amarillear la siembra antes de tiempo, haciendo imposible que las espigas granasen. Ese era el mundo del agricultor, no muy distinto del de ahora, mucho menos trabajoso pero igual de impredecible en cuanto al resultado de la cosecha…. Ya solo quedaba recolectar, que esa era otra. ¿Cuándo? Los refranes que, al fin y al cabo, son una colección de normas muy convenientes de seguir en la mayoría de los casos, decían: «En junio hoz en puño», Sembrarás cuándo podrás, pero por San Juan segarás», «Dice el labrador al trigo: para julio te espero, amigo», «Desde el día de San Bernabé (11 de junio) se seca la paja por el pie», y otro que indicaba todos los periodos importantes de la siembra y recolección: «En abril, espigado; en mayo, granado; en junio, segado; en julio, trillado y en agosto, encamarado». Lo peor de todo es cuando llegaba la siega. Había un dicho, cuando le preguntaban a los agricultores, especialmente a los jornaleros del campo, que decía que en la Mancha había «nueve meses de invierno y tres de infierno». En cualquier caso siempre había «temporeros» dispuestos a pasar un mal meses lejos de sus casas si con ello remediaban un poco su maltrechas economías.

Vicente Oviedo segando ( Fuente: Programa de festejos Paces 1999)

El diario La Voz de Cartagena el día 13 de junio de 1934, decía: A toque de caracola, salieron ayer varias cuadrillas de segadores de esta con dirección a la Mancha, acompañados de sus relucientes hoces. Suerte y salud y pesetas a todos.». Estas cuadrillas con destino a las «casas grandes», eran las llamadas de «agosteros», porque era el mes de agosto fundamentalmente cuando se realizaban su actividad y «hacían su agosto«. Ahora, el significado de esta frase, aunque tiene la misma conclusión es bien distinto porque el equivalente actual es hacer un buen negocio. Un autor que explica todo lo relativo con la antigua siega dice de estos jornaleros: Estos «agosteros» venidos de fuera se alojaban en casa de los amos en las cuadras y graneros. Iban ataviados con ropa dura y desgastada, para la ocasión: pantalones de pana negra, la mayoría, compuestos con remiendos cuadrados recosidos, o azules, de algodón, otros. Camisa de manga larga de algodón tambien; un pañuelo anudado al cuello; un gran pañuelo de paja para protegerse del duro sol de la meseta y los pies cubiertos con abarcas, con gruesos calcetines o peales y una alforja al hombro. [MANUEL FERNANDEZ GRUESO. Siega y trilla. Villar de Cañas (Cuenca). http://www.villardecanas.es]

Cordetas

Los utensilios o instrumentos para la siega era bien sencillos: unas hoces, zoquetas o dediles y cordetas (soguillas de esparto). Luego estaba el hato en el que se dejaban todos los avios de la cuadrilla. Hablando de hato, hay que señalar la gran cantidad de árboles aislados que había en nuestras tierras, árboles que el único sentido que tenían era el de «dar sombra»; con frecuencia eran almendros a los lados de los caminos (no importaba que no se cogieran sus frutos, si es que daban, que muchos de ellos eran «amargos» pero que no necesitaban cuidado alguno y así, «a su aire», iban creciendo y bien solicitados estaban, sobre todo en épocas de siembra), en los que junto al tronco, se dejaban el resto de utensilios, aperos y demás «trastos». lo habitual era que el hato se incrementara con algunas merenderas de aluminio, sarten de patas o perol para cocinar, alguna alcuza desvencijada de latón para el aceite, algún cuerno vaciada para llevar sal, algún «saquillo» de tela para llevar el pan, una cuba (recipiente de madera de forma toncocilindrica, todo de madera. En la tapa superior llevaban un agujero mas grande para llenarla de agua y otro mas pequeño para beber) y algún cantaro, todo ello en función de encontrar fácilmente agua en el lugar de la siega; la bota de vino no era tan freceunte entre los trastos que se llevaban al campo.

Cuerno para la sal (Fuente: todocoleccion)

Dediles de caña ( Fuente: http://www.todocolección)

Zoquetas y hoces

Hay que hacer otra indicación muy importante. En la actualidad, al menos desde que se produjo la mecanización exhaustiva de las labores agrícolas, no sólo importaba el grano (cebada, centeno o trigo); la cebada para mantenimiento de los animales era indispensable y además perfectamente medida en función del número de caballerias; el trigo para el consumo familiar y otra parte para venta (igual que la cebada. Por eso digo que no sólo importaba el grano sino que era necesario la paja. Por esa razón los consejos, frases hechas o refranes sobre la siega son tan numerosos; aparte del calendario de cuando debe segarse había otros tipos de consejos, sobre como debía de segarse: «al segar baja la mano y tendrás paja para tu ganado», «Quien alto siega la mitad de la paja se deja», «Ata bien y siega bajo aunque te cueste trabajo», » A quien siega alto despídalo el amo», » A quien bien siega y mal ata para buen segador algo le falta»,… etc.

Segador

Cuadrilla de segadores

De izqda. a dcha. Antonio Oviedo y Campanero (Fuente:Programa de festejos de las Paces)

Salvo en las explotaciones familiares de poca extensión en la que se implicaba toda la familia en la labor de siega, se segaba en cuadrilla. Uno al lado del otro, dejando, al menos entres si tres surcos y de fomar escalonada. Esta forma de avanzar la siega era para no molestar uno a otro y evitar accidentes. Si en un momento determinado a uno de los segadores le tocaba el que iba detrás significaba que que uno u otro no llevaba el ritmo adecuado [ Oí contar a mi padre que a veces, a propósito, cuando veían que alguno de la cuadrilla no tenía fuerza para seguir el ritmo, el resto aceleraba la siega para dejarlo en evidencia. Parece que a pesar del duro trabajo siempre estaban dispuesto a «deslomarse»con tal de dejar en evidencia al más «flojo» de la cuadrilla. Me imagino que si en la cuadrilla iba alguno que fuera zurdo, lo dejaría en el extremo derecho de la cuadrilla para evitar problemas]. Normalmente cada miembro de la cuadrilla llevaba las «cordetas» enganchadas a la cintura y asi de esta forma cada número determinado de «brazas» (la brazá era cada de los cortes de mies que el segador podía coger con una mano, la izquierda, que normalmente llevaban protegida con la «zoqueta» o los «dediles»), el segador dejaba una cordeta en el suelo y encima de ella la brazá de mies que será atada para formar una gavilla. El atar la mies para formar la gavilla, como todas las cosas del campo, tenía su arte o su «aquel» ya que debía quedarse bien sujeta para que no se descabezase y al mismo tiempo debía permitir que se desatase fácilmente a la hora de hacer la «parva», es decir extender la mies sobre la era.

Si la gente de la cuadrilla se volvía al pueblo, antes de la amanecida, entre las cuatro y las cinco de la madrugada, el «manijero» o capataz de la cuadrilla los reunía en la plaza tocando la caracola. El tema de la caracola era muy conocido y muy habitual en el mundo rural; el Fondo de Musica Tradicional de la Institución Milá Fontanals de Barcelona recoge la siguiente entrada: 28 Caracolas (Para reunir a los segadores. Recogido en Guadamur ( Toledo) el 5 de abril de 1949. Dictó Rufino Sánchez Pérez, de 50 años, obrero industrial de Guadamur donde reside. Lo aprendió en Guadamur de sus padres y abuelos, del mismo pueblo. Se usa para reunir a los segadores en la plaza del pueblo para acudir al trabajo. Tambien se usa para reunir a los quintos en ciertos días señalados del año: sorteo ( hasta hace unos años); el domingo de Ramos, en cuyo día van por el Ramo ( compuesto de árboles silvestres de olivos y acebuches) para colocarlo en la puerta de la Iglesia y en la plaza con motivo de la procesión del mismo nombre; el domingo de Resurrección, para el que construyen un arco de romero, en el cual tiene lugar el encuentro de Jesús y María en la procesión llamada del Encuentro. En la clasificación de los mozos, colocan en la plaza ya citada un árbol de enebro, alrededor del cual cantan y bailan la jota típica del pueblo. Al anochecer queman el arbol acompañado también de canto y baile. La caracola que usan es de las procedentes del Mar de las Antillas, a las que consideran verdaderamente aaptas para producir sonido [FONDO DE MUSICA TRADICIONAL DE LA INSTITUCION MILA FONTANALS DE BARCELONA]

28.Caracolas (Para reunir a los segadores) [Fuente: Fondo de Música Tradicional. Fundación Milá Fontanals]

Si las siembras quedaban lejos del pueblo, la situación de los temporeros foráneos, era mejor que en cuando trabajaban cerca del pueblo. Los que segaban en «quinterías«, podía arrancar algún rato más de descanso, aunque tuviesen que llevarse pan y algunos alimentos para toda el tiempo que durase la siega en esas fincas.Solo en el caso de estar muy cerca del pueblo, volvía a él terminada la jornada, de no ser así los segadores pasaban la noche en el «piazo» que se estaba segando, para ello, en un surco ponían un haz o manojos de mies y vestidos se echaban sobre ellos, tapandose con una manta si hacía demasiado «fresco» en la madrugada. Aunque el descanso fuera de forma incómoda, si les permitía descansar una hora mas. La comida, como aún se dice, era de «sequero», es decir nada cocinado, como mucho alguna sopa de ajo (por tomar algo caliente) que era como dice los cocineros era comida de aprovechamiento: pan(del más duro que les iba quedando), aceite (poco) ajos (sin pasarse), pimentón( para darle color y un poco sabor), sal y agua. El resto: tocino, algún chorizo y lo que fuese «cayendo», lo que fuese cayendo no era otra cosa que alguna culebra o algún lagarto que las siembras en esos momentos no eran lugar para conejos ni palomas u otra volátiles. No era cosa muy habitual esta comida pero me comentaba mi padre que en algún momento él si la había probado. [Cotilleando sobre este tema de comida de animales salvajes he leido parte de una tesis doctoral sobre las carnes «chojineadas», original de Noelia Sofra Tobar Moraga y presentada en la facultad de Farmacia de la Universidad de San Carlos de Guatemala. El «chojineo» o «chojinear» la carne, es un método de preparación que relaciona paso a paso (¡con fotografías!) de la preparación de un lagarto: Son ocho pasos: 1º Caza y sacrificio del animal; 2º Abertura del cuerpo del animal. 3º Evisceración. 4º Lavado con agua. 5º Estirar el animal. 6º Se coloca bien estirado con la parte interna hacia el fuego por 10 a 20 minutos. 7º Se le da la vuelta colocando la parte escamosa por 10 a 20 minutos. 8º La carne queda «chojineada», diríamos aquí, asada y lista para comer] Esta experiencia de comida, que me narraba mi padre, se refiere aproximadamente a la década de los 20 del siglo pasado y me imagino que muchos de nosotros habrá tenido conocimientos de experiencias como esta que habrá oído contar.

Dejamos aparte la «gastronomia» y volvemos a la siega. Los que iban atando los haces los colocaban de pie, con la espiga hacia arriba, unos contra otros, para evitar la humedad provocada por el «relente» (Humedad que en noches serenas se nota en la atmósfera). El dejar los haces apiñados servía para facilitar el desarrollo de la «saca»(Sacar: En la agricultura vale conducir y llevar las gavillas (o haces) a la era, y hacer de ellas montón para trillarla. Diccionario de la Lengua Castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces. Real Academía Española, 1730) Esta acepción de «saca» desapareció de los diccionarios actuales en los que no figura ni como expresión arcaica o antigua. Y evidentemente, como muchas otras cosas, desaparecida la necesidad, utilidad o trabajo ¿para qué mantener la palabra?. En cualquier caso esta acepción se sigue utilizando en nuestra tierra: «mañana van de saca» o mejor dicho «cuando iban de saca».

Pero primero vamos a ver la «era». En Villarta, como en casi todos los sitios, las eras estaban a las afueras del pueblo y a ser posible, en sitio alto y no próximo a edificaciones. Entre las que recuerdo y las que me han contado he de señalar las existentes en los altos de Zambrana, las que dieron lugar a la denominación de calle Eras, -las eras de los Islas-, las existentes al final de las calles Canalejas y Chorreras; todas estas estaban empedradas ( desconocemos como estaban las de los altos de Zambrana) y luego estaba la utilización como era de los terrenos de «El Pasto» que provocaba el hecho de que los jugadores de futbol tenían que irse a la yesera y al descampado que estaba a los pies del cerro, -donde todavía persistían los restos de la carretera de Andalucia iniciada en 1805 y nunca terminada, ylos cuales como si fuera un anfiteatro hacía que pudieran sentarse espectadores, si había un derby importante, como podía ser el encuentro entre los equipos de Arenas y el de Villarta- pero la verdad es que estaba un poco retirado. Las eras que estaba empedradas, antes de «echar la parva», se barrían y limpiaban y a las que no lo estaban se le pasaba un rodillo para asentar lo mejor posible la tierra.

¡Mañana, bien pronto hay que «ir de saca»!. Si había galera en la casa se preparaba con un meriñaque que era una estructura casi siempre de madera que se fijaba sobre los varales de la galera, sobresaliendo al menos, de ancho, la longitud de dos haces. En la carga de la galera se necesitaba ser un gran experto para que pudiera llegar la gran carga a la era, aparte de un gran esfuerzo ( Esta forma de cargar también era válida para el acarreo de la gavillas de sarmientos de las cepas y si bien la gente más joven no ha visto una galera bien cargada de mies, si han podido ver el día de San Ildefonso, el remolque de gavillas de Pacito, que utilizaba el mismo sistema de meriñaque y pelendengues ó perendengues). Los utensilios para poder realizar esta carga en orden y forma eran: el meriñaque, sogas para sujetar los haces, horcas de madera de palo alto casi siempre de dos dientes o ramas y sobre todo fuerza y paciencia. Dice un autor hablando de este sistema de carga: » Un gañán se ponía en el suelo y con una horca o cargador iba echando a la galera los haces, que recogía el que estaba arriba, y los iba colocando. Al principio echar los haces a lo alto, descansado y con la galera vacia, era fácil, pero conforme se iba avanzando en la carga en la carga, el cansancio y la altura a la que había que elevarlos, complicaba la cosa considerablemente. La carga se hacía atando primero al meriñaque, alrededor de la galera, unos haces de mies verticales, los perendengues, con las espigas hacia abajo ( perendengue no es un localismo, está en el diccionario de la RAE y significa colgante) [El verdadero significado, no obstante es pendiente o arete o cualquier otro adorno femenino de escaso valor o requilorios de escaso valor. Naturalmente todos son colgantes y sirven mas que de sujeción de la carga como adorno de la misma. En algunos lugares se le da una indicación relacionada con los genitales: ¡no me toques los perendengues!]. Estos sujetaban las primeras capas de la carga que a su vez van sujetando el resto, A continuación se ponían capas o cercos de haces, cuidando que las esquinas quedasen bien verticales, y las espigas hacia dentro. Al final se echaban unas sogas por encima y se ataban al meriñaque para sujetar bien la carga. Si esta era muy alta se echaban tambien sogas a la mitad de la carga, para darle más consistencia y que no se cimbrease. Las sogas tenían en su extremos una especie de argolla artesanal ( normalmente de madera) para facilitar el atado. [FRANCISCO VALERA MARTINEZ-SANTOS. Agricultura tradicional en Campo de Criptana.Tercera parte:El cultivo y la recolección del trigo. Junio 2014]

Juan de Dios López-Naranjo Iniesta con la galera cargada en el Monte Marcelino (Fuente: Programa de Paces del año 1999

Gargada la galera, » a más no poder», empezaba la tarea más ardua y peligrosa: llevar la mies hasta la era. Viendo algunas fotos antiguas de esas galeras alguien puede pensar que exagero, pero quien ha conocido los aminos rurales de mediados del siglo pasado, coincidirán conmigo que eran largos, retorcidos, alrededor de las fincas, estrechos,…. y todo lo que se diga es poco.

Otra galegra viniendo de «saca», bien «cargá». Jesús Antonio Sánchez Aguilera y a su izquierda, el «amo», Fernando Molina (Fuente: Progama de Paces del año 2007)

Algunos viajes no terminaban bien, sobre todo cuando se trataba de carros. Para sacarse la foto, vale, pero hasta llegar a la era más de un ¡Ay, Virgen de la Paz!.

Como el viaje iba a ser largo. Vamos a hacer un descanso y cuando lleguemos a la era, terminaremos con las tareas de la recolección que es mucho el trabajo pendiente y como bien dice el refrán: «No le llames grano hasta que esté bien encerrado», «Todo grano has de vender y trigo solo moler», «El que va precipitado cige el grano desmedrado», «Con los granos de un buen año se remedían tres de daño»,....

JOSE MUÑOZ TORRES, Cronista oficial


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