ALGO SOBRE SANCHO PANZA Y ANECDOTA DE UN GRAN MUSICO, PAUL MAC CARTNEY, A SU PASO POR VILLARTA, por José Muñoz Torres

Han pasado unos meses y muchos miles de muertos. Parece que esté pasando el tiempo,  el mal tiempo, este tiempo de dolor y soledad, de pérdidas y desencuentros, de llantos, de sorpresas, …. y parece, que despacio, lentamente, va llegando un tiempo de esperanza,… pero antes hemos de dejar atras, -y olvidar-, a todos los que remueven, a los que no dejan en paz a nuestros  muertos,  a los que se nos han ido; a los que los cuentan y recuentan para ver quien es mas exacto, porque, debe quedar claro, que el que lleva razón es  quien cuenta mejor y el que peor cuenta…  quien  mas culpa tiene.  Porque eso que dijo alguien «que equivocarse es de sabios», no es cierto; y al final va a ser cierto lo que dicen otros: «que lo mejor es no hacer nada, que es la mejor forma de no equivocarse». Hoy estoy de nuevo en el «poyete», hace buen tiempo; pero está cerca San Bernabé y hay que estar preparado para volver dentro, de pronto,  que por experiencia sabemos,  -y mas nuestros amigos de Arenas-, que «nubes por San Bernabé, duran poco y no traen bien». Quiero decir que estoy intranquilo fuera, -y no es por las nubes, sino porque no aprendemos, que dejamos que otros hablen y que siempre asentimos o callamos.

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Y desde el cerro, Sancho y Don Quijote siempre vigilantes, soportando incluso los desconsiderados grafitis (RAE.). Archivo personal.

Me acuerdo de nuestro Sancho ahora que ha sido el día de nuestra región…¡ que no siempre don Quijote ha de ser el ejemplo!. Digo que me acuerdo de Sancho y de sus palabras cuando fué a tomar posesión del cargo de gobernador de la insula Barataria:

-¿Y a quien llaman don Sancho Panza?- preguntó Sancho.

-A vuestra señoría -respondió el mayordomo-, que en esta ínsula no ha entrado otro Panza sino el que está sentado en esa silla.

-Pues advertid, hermano, dijo Sancho, que yo no tengo don, ni en todo mi linaje le ha habido: Sancho Panza me llaman a secas, y Sancho se llamó mi padre, y Sancho mi agüelo, y todos fueron Panzas, sin añadidura de dones ni donas; y yo imagino que en esta ínsula debe haber mas dones que piedras; pero basta: Dios me entiende, y podrá ser que si el gobierno me dura cuatro días yo escardaré estos dones, que por la muchedumbre deben de enfadar como los mosquitos. Pase adelante con su pregunta el señor mayordomo, que yo responderé lo mejor que supiere, ora se entristezca o no se entristezca el pueblo. [MIGUEL DE CERVANTES. Don Quijote de la Mancha. Capítulo XLV. De cómo el gran Sancho Panza tomó posesión de su ínsula y del modo que comenzó a gobernar]

Y es que con su retranca, al igual que Sancho Panza,  los manchegos (José Luis Coll, Millán Salcedo, José Mota, Joaquín Reyes y los demás componentes de Muchachada Nui (Ernesto Sevilla, Pablo Chiapella, Julián López, Raúl Cimas), Aníbal Gómez​ o Goyo Jiménez), hemos descubierto la forma de reir, a pesar de todo y aunque la procesión vaya por dentro. Y, a veces, cansados del voluntarioso quijotismo buscamos salida en el práctico sanchismo, aunque muy pocos parecer saber que cuando el Sancho que todo manchego lleva dentro se harta, su voz es como la «campana de la inquisición» que, de vez en cuando, suena fuerte y a tiempo. Asi que feliz día de Nuestra tierra manchega. Y vamos a lo que vamos que está la tarde que da gusto hablar desde el «poyete».

Como la Mancha, que no es tan grande como algunos intentan hacernos creer, es tan llana, tan monótona… cómo sus caminos son tan rectos que, incluso,  antes los «gañanes», cuando por la mañana de un lunes, iban al campo de «quinteria», una vez que a la salida del pueblo encaminaban la ruta a seguir, -las mulas sabían su camino-,  ellos, -los gañanes-, podían «echarse una cabezadilla»  o medio dormir o seguir soñando  con su novia o con su familia, o recordando la última película en el cine de Adolfito o de Dolores… Y llegados al «piazo» o a la viña, dejar todos los recuerdos colgados en el «poyo» de la cuadra junto a los escasos enseres y vituallas que debían durarle hasta el sábado, y uncir las mulas al arado y así toda la mañana, vuelta arriba, vuelta abajo, arrancándole a la tierra todo lo bueno para sus cultivos. Y entre una «¡arre, capitana!», «¡arre coronela!», empezar un cantar que siempre dejaban cortado con un suspiro profundo, recordando y queriendo en la distancia. Quizás en el pueblo la novia ya estaba despierta y había oido los cascabeles de las mulas cuando salía al corral a llenar la pila para empezar la tarea dura, -con frio o calor-, de restregar la sucia ropa de la semana pasada, con fuerza, -ya enjabonada-,  sobre el «cantero» con sus estrías ya casi comidas pero suaves, al contacto con el agua, por el continuo uso de tantos años. Y ella también, quizás, al mismo tiempo que el mozo en el campo, enderezaría su cuerpo, tanto tiempo agachado en la pila, con otro suspiro ansiado y ansioso de anhelo  y recuerdo. Así un día y otro día…

¿A cuento de qué vienen hoy esos recuerdos…? Quieren ser simplemente una respuesta o mejor una disculpa a todos los que nos precedieron, cuando te haces preguntas sobre nuestra historia pasada y reciente que nadie sabe o no recuerdan o no quieren recordar. Yo he preguntado ¿cómo era la torre de la iglesia antes de la guerra? ¿ Cómo era la torre del reloj? y a aquellos a quienes se lo pregunté, nunca supieron decirmelo. ¡Como iban a saber  cómo eran las torres! Ellos habían mirado muy pocas veces  hacía arriba, solo lo hacían al notar un frescor de agua, soñada o temida,  para seguir con la vista esa nube que se perdía por el horizonte, sin dejar ni pizca de agua en el terreno necesitado. Y seguirla y suspirar… O mirar al cielo que, de pronto, se ennegrecía y sentir como en segundos se perdían,  ilusiones y necesidades. ¡Me cagúen…!

Asi que estamos para recordar lo que podamos, buscando y rebuscando, en archivos nunca abiertos, en libros desconocidos, y encontrar algo, aunque solo sea el nombre de ese mozo de veinticuatro años, Diego de Castro, que hace más de trescientos años, tuvo que dejar un día Villarta, su pueblo, para ir a una guerra cruel e injusta en la que nada se le había perdido. Pero Villarta como «cansinamente» vengo diciendo, no tiene suerte con lo que otros, casi siempre, callan de nuestro pueblo. Posiblemente alguna vez encontremos la razón de esa «inquina», pero mientras tanto tenemos la necesidad de seguir y aguantar porque es algo nuestro y de todos los que han sido o se han considerado villarteros. Si nosotros decimos algo de nuestro «puente viejo», mejor dicho, de nuestro puente romano, enseguida salen al paso de nuestra afirmación multiples y «autorizadas» voces, que con grandilocuencia o «intereses ocultos», tratan de callar nuestra voz, mientras ellos siguen dándo la matraca con otras cuestiones que tienen mejor venta. Julio Llamazares en su libro sobre el viaje de Don Quijote, siguiendo la idea de Azorin, comenzó a publicar el 1 de agosto de 2015, en el Diario el Pais, su idea de por donde pasó el Hidalgo y como muchos otros siguen situando a Puerto Lápice donde quizás debe estar por merecimientos de Cervantes y por el empeño del pueblo pero no hace falta seguir la corriente a lo que no es. Y eso que a Llamazares no parece gustarle mucho su plaza, pero incluso así dice:

«Cae la noche en Puerto Lápice. Los turistas ya se han ido y los vecinos del pueblo, apenas unos mil dedicados a la agricultura y al turismo («La autovía nos ha hecho mucho daño», se lamenta el dueño del hotel El Puerto, donde dormiré esta noche) o empleados en las dos pequeñas fábricas que posee, una de muebles y otra de somieres, pasean o conversan en corrillos en las callejas del pueblo o en las terrazas de la Plaza Mayor, una reconstrucción de lo que debió de ser tiempo atrás pero que ahora parece un trampantojo aquitectónico (…) [JULIO LLAMAZARES. El viaje de Don Quijote. Alfaguara. Madrid, 2016]

Dice mas adelante: «En la Mancha, la patria chica de don Quijote, todos los pueblos presumen hoy, o bien de ser el lugar del que Cervantes no quiso acordarse y en el que viviera aquel, o bien de haber sido el escenario de algunas o varias de sus aventuras, tengan o no base real para ello». La verdad es que en líneas generales puede que sea así pero lo cierto es que cuando Villarta quiso acudir al reparto de lugares, ya habían sido todos cogidos por pueblos, -quizás mas despiertos-, y solo quedaba la posibilidad de «ser ese lugar del que nadie quiere acordarse», -que ni el autor ni nadie más se acordaron-, o, echándole imaginación al asunto, pensar que al menos por los cielos de Villarta se enseñoraría don Quijote cuando pensó que por aires iría a lomos del caballo que el duque le hizo creer que podría volar. Así que desde este momento hemos de adueñarnos, los vecinos de Villarta, del pensamiento del Hidalgo cuando por encima de Villarta volaba sobre Clavileño que cohetes no faltan en villarta para hacer volar al Hidalgo y al esudero, pero a buen seguro a la vuelta de su vuelo les agasajaríamos con buena «caldereta de cordero» y un buen lebrillo de «limoná» (que no sé por qué quieren que la llamemos sangría, que aquí ha sido siempre limoná con buen vino blanco y su buenos trozos de melocotón) [Me refiero, como todos sabéis, a lo que se dice en el capitulo XLI, de la venida de Clavileño, con el fin desta dilatada aventura]

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El viaje de Don Quijote/3. La Mancha de Azorín. Por Julio Llamazares. El Pais, lunes 3 de agosto de 2015.

El autor del que venimos hablando, Julio Llamazares, no sabemos en lo que iría pensando por estas tierras manchegas en pleno mes de agosto, pero dice que «De hecho, he dejado ya atrás Villarta, el pueblo blanco de un blanco intenso , de un blanco mate, con las puertas azules».  Llevaba el escritor un camino inverso al que recorrió  Azorín cien años atrás. Y como no tendría por menos Azorín, Julio Llamazares siguió el camino para cruzar el río, «con su impesionante puente de piedra de más de trescientos metros sobre el río Cigüela, que desaparece debajo de él entre tarais, sauces y carrizos y su ermita de la Virgen de la Paz, ante la que cada 24 de enero los villarteros tiran dos mil docenas de cohetes, nada mas y nada menos, según me contó un vecino ( José Antonio Rodriguez Archidona, un jubilado de una almazara de aceite al que me encontré en el puente). Si el autor se quedó asombrado con tu información, José Antonio,  que no hubiese dicho si le hubieses informado de que eso era solo en la Operación 2000, que además de esos se tiraban otras diez mil docenas durante la procesión. La verdad es que no dijo mucho mas de Villarta pero acostumbrado a lo que estamos, al menos, no hizo ningún comentario raro.(Julio, por cierto, los habitantes de Villarta son villarteros, no villartinos. Pero gracias de todas formas).

Otras veces de forma desconocida nos encontramos con algunas sorpresas. Asi en la edición en inglés de la Ruta de Don Quijote del profesor de literatura de la Universidad inglesa de Manchester, aparece un dedicación especial a toda la gente que de alguna forma le ayudaron en su trabajo sobre la obra de Azorín y entre ellos encontramos los nombres de José Pérez Archidona ( practicante, fotógrafo y poeta, autor de las deliciosas «Viñetas de Puerto Lápice» (La venta imaginaria), por desgracia inédito y al final de todos encontramos otra importante figura de la historia cultural de Villarta: Don Pablo Guzman Cebrían, inspector de educación primaria en la provincia de Ciudad Real, manchego adoptivo y excelente amigo y compañero en viajes por la Mancha.

Dedicación del editor:

A Don Juan Alfonso, Don Francisco y Don Pedro, académicos y nietos de Azorin académicos; a Don Pascual Beño, profesor, historiador local y poeta. defensor entusiasta de los reclamos de Argamasilla; A Don José Péez Archidona, practicante, fotógrafo y poeta, autor de las deliciosas Viñetas de Puerto Lápice (La venta legendaria), por desgracia, inédito; a Don Florencio Pérez Carrión, mercero, pañero, hidalgo, poeta, guardián del periódico privado de don José Antonio; a don Jaime Olmo, presidente de la Sociedad de Cervantes de El Toboso; a don Pablo Guzmán Cebrián, inspector de educación primaria en la provincia de Ciudad Real, manchego adoptivo y excelente amigo y compañero en viajes por La Mancha

Y a veces, hay mas sorpresas y como dice la canción, la vida te da sorpresas y esta es una grata y corta noticia que he de compartir con vosotros. No tiene mucho de particular, no pasa de ser una simple anécdota pero habiendo ya visto muchos libros de viajes en los que poco o mucho hablan de Villarta, no esperas recibir una llamada telefónica hablándome de un brevisimo reportaje gráfico de un tal Paul MacCartney, si el de los Beatles.

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Fotograma de Villarta tomado durante el viaje a Sevilla de Paul Mac Cartney en 1966 [Fuente: Enrique Sánchez)

Quien había llamado era  Enrique Sánchez, escritor y músico sevillano, fundador del grupo «Los Escarabajos», que todavía siguen como discípulos fieles de esa gran banda llamada Los Beatles. El motivo de la llamada era para ver si le podía confirmar que los fotogramas que me enviaba eran parte de un mínimo reportaje en el que aparecía Villarta… y me contó la historia. Está investigando sobre una canción muy importante en la vida artística de Los Beatles, Penny Lane, que recorre, musicalmente, su último libro en colabortación con José Angel Martin : «Por un penique de fresas»( La callejuela del penique conduce a Sevilla). La información que requería era concretamente sobre el viaje de incógnito que hicieron a España, Paul McCartney y Malcolm Evans, su asistente en carretera, desde San Sebastian hasta Sevilla, del 9 al 13 de noviembre de 1966. Pasaron por Villarta el sábado y en aquellos momentos Paul estaba componiendo su canción «Penny Lane» y desde su coche, un Aston Martin DB6, iba filmando una pelicula de 8 mm. 

Enrique Sánchez, líder de Los Escarabajos, junto al Alcázar de Sevilla.
Enrique Sánchez[Fuente: Francisco Correal. Fotografia de Juan Carlos Vazquez. Diario de Sevilla. (-12-2018]

Pero creo que la historia merece contarse por el  autor de la llamada:

«Sobrevolando la ermita de Loreto una paloma elevó al cielo la Canon, que al descender orientó su objetivo, de nuevo en ruta, hacia el sugestivo coche, matriculado en Tenerife que precedia a McCartney y Evans. Se trataba de un Ford Taunus celeste y crema de 1962, prototipo del modelo “europeo” que la empresa americana propuso con el nombre de Cardinal a sus factorías británicas y alemanas y que luego derivo en el Taunus P4 o 12M de las segundas. Las obras tan inminentes en la carretera de Andalucía que anununciaba el periódico ABC les sorprendieron saliendo de Madridejos, con los Montes de Toledo al fondo, a los 6:02 [se refiere al minutaje de la filmación] y tuvieron que circular por el carril contrario, desplazados por las apisonadoras. A pesar de esto, Paul no sintió reparo  en frenar para que Mal captase a placer a un pobre arriero en su carro, embozado en una manta de rayas y calada la boina, mas el mulo y el can . Una elocuente estampa de la piel de toro en 1966.
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Fotograma tomado del Viaje de Paul McCartney a Sevilla en 1966 [Fuente: Enrique Sánchez]
En unos rápidos fotogramas quedó plasmado un motocarro R.O.A. de color rojo y 750 Kgs de carga, que como otros vehículos relevantes identificaría Luis Abad, exmiembro de los Escarabajos, muy versado en automoción clásica. A los 6:17 emergió el Pico del Torcón, dentro del término de Herencia y visible en Puerto Lápice, y a los 6:21 los viajeros atravesaban Villarta de San Juan. El efímero tránsito de McCartney por el último municipio ciudarrealeño zarandeó la investigación como su temeraria conducción el rodaje de Evans, ya que la fisonomía de la calzada, dividida en ese momento por una línea de pivotes amarillos, y la de los edificios anejos, variarían enormemente. Lo observamos al comparar su cortometraje  con lo filmado por nosotros  y la Street wiew de Google Maps, no coincidentes entre si. [Hemos de señalar que Street View es un programa de Google Maps que permite comparar vistas de una determinada calle en distintas fechas]Pero la anécdota merecería la pena.

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Debía ser la calle Cervantes, que discurría por el antiguo trazado de la N-IV, un poco antes del cruce con la CM-3105, de Argamasilla a Arenas de San Juan; a la altura de las dos manzanas de la izquierda donde se iniciaba la calle General Moscardó frente al “Cine de Adolfito”, según el Cronista Oficial de la localidad, José Muñoz, quien nos lo confirmaría. En la esquina sur se instaló, antes de la guerra civil, la conocida como fábrica de la Luz (Sociedad Eléctrica Centro España) –apunta José-, razón por la que se  ha vuelto a llamar Calle de la Luz (su primitivo nombre), recuperado ahora por cuestiones de memoria histórica.
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Anfiteatro del Cine de «Adolfito» [ Fuente: Tomás Tabasco Gómez-Lobo. Semana Cultural de 2014. Fotografía de Mª Carmen Romero]
Mi amigo se acordaba de los Pekeniques, teloneros de The Beatles, actuando durante su apogeo en lo que era el cine de verano del susodicho cine. Posteriormente, el cine, se transformó en una  sala de conciertos frecuentada por grupos de rock y rhythm and blues, entre otros,  Mermelada, en el que Juan Carlos Camacho,villartero, formaba parte como bajo y voz solista.  Estos antecesores de la movida madrileña grabarían allí un álbum en directo titulado «9 bajo 0», en honor al nombre de aquel popular espacio villartero”… y Paul McCartney sin saberlo.

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Un espíritu urbanístico tan regenerativo, en continuo cambio, como el de Villarta, en palabras de Muñoz, pudo hacernos perder el hilo manchego del asunto, que logramos entretejer gracias al contemporáneo de Paul y sus crónicas sobre un pueblo que en los 60, entre otras cosas, adoraba el séptimo arte y poseía un vocabulario sui generis. En ella constaría nuestro descubrimiento, mas de una docena de lustros después de que McCartney cogiese el “tole tole” para sobrepasar el cruce de Argamasilla de Alba y Arenas de San Juan, dejara atrás el mojón rojo y blanco del kilometro 147 en la misma via de Cervantes y emprendiera 25 kms. mas a Manzanares. Su acelerada batalla contra los molinos de viento, que se lo digan a El Quijote, había sido ganada hacía ya demasiado tiempo.» [ ENRIQUE SANCHEZ//JOSE ANGEL MARTIN. Por un penique de fresas (La semilla española del disco que cambió a los Beatles). Texto sujeto a Copyright. Su reproducción necesita la autorización expresa de los autores].

OBSERVACIONES:

Penny Lane es una calle de Liverpool frecuentada por los Beatles. En Penny Lane, decia Paul McCartney, hay un barbero mostrando fotografias de todas las personas que ha tenido el placer de conocer y toda la gente que iba y venia se paraba y decia hola….

José Muñoz Torres, Cronista oficial

 


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