«VACACIONES» SANITARIAS, por José Muñoz Torres

Para los que seguís habitualmente el «poyete», quizás, dentro de lo lógico, os puede haber extrañado que en los últimos días no haya aparecido ningún «poyete» nuevo pero son cosas que ocurren sin que se planifiquen ni se tengan en consideración; son situaciones en que hay que echar mano de la cultura popular y aplicar aquella frase, ya casi en desuso: «el hombre propone y Dios dispone» y, de vez en cuando, viene bien porque va siendo hora de que nos vayamos dando cuenta, aparte las creencias particulares de cada uno, de que el ser humano está mucho más limitado de lo que queremos creer, por mucho que vayamos aireando los avances tecnológicos de la Inteligencia Artificial (AI) que tantos beneficios puede suponer para la humanidad si los utilizamos bien y tantos desastres pueden acontecernos si sólo la utilizamos como arma de poder y dominio. Bueno, como os habréis dado cuenta, no cambian mucho las formas del «poyete»: cuando menos lo buscas te lías por otros caminos y llega un momento en que debes cortar para decir en pocas palabras lo que querías decir. El caso es que, sin darme cuenta, en enero, empecé a acudir al centro de salud, y de pronto me he encontrado en el hospital y, lo que podía ser una visita de cumplido, se ha transformado en una estancia más larga de lo previsto en «mi querido hospital de Alcázar de San Juan». Durante ese tiempo, entre prueba y prueba, entre pinchazo va y viene, y con el «dolorcillo» a cuestas, no había mucho que hacer, sólo lo que decían los antiguos: «Ajo y agua» [Bueno en realidad lo que se decía era «a joderse y aguantarse» pero como, a pesar de todo, siempre hemos sido los españoles, sobre todo la gente de pueblo, muy correctos con las expresiones, no parecía muy serio decir esa expresión, así que se buscó la forma de encontrar una expresión que lo sustituyese; A JOderse y AGUAntarse; si de esa expresión agrupamos las letras escritas en azul formaremos la siguiente frase: A JO y AGUA, es decir: «Ajo y agua«] La verdad es que en el hospital, estando hospitalizado, había poco que hacer, efectivamente, pero si mucho que recordar y mucho en que pensar. El día 15 de septiembre de 2018, publiqué un «poyete» que titulé: «Breve historia del Hospital de Alcázar de San Juan: nuestro hospital«, en el que hacía un recorrido desde el viejo hospitalillo hasta la realidad del actual (con el tiempo este «poyete», se ha convertido en uno de los más visitados) y recordando lo que en él se decía me vi de pronto en el despacho de dirección del antiguo hospitalillo en el cual se le daba forma a lo que se pretendía realizar lo que sería, o debería ser el nuevo hospital, y que se tardó en elaborar bastante más de tres meses, y no como ahora que en un «pis pas» se plantea lo que puede ser un nuevo hospital, se hacen los estudios técnicos, se hacen concurso para adjudicar las obras, se realizan concursos o compras de material y aparataje, etc., aunque es evidente que los medios técnicos no eran entonces los de ahora… Bueno pues decía que me veía transportado a aquel despacho del viejo hospitalillo donde se fraguó gran parte de lo que ahora vemos. Pero en estos momentos lo que mas se venía a mi cabeza eran reflexiones sobre muchas de las cosas que estamos viviendo. Así que quizás deslabazadas o sin relación unas con otras quiero exponer algunas de estas reflexiones.

La primera es una reflexión corta sobre la historia en general y «sus escribidores» o quizás mas en concreto sobre los que, de prisa y no con mucho cuidado, escriben raudos para no perder la exclusividad de la noticia y así nos la trasmiten en grandes titulares que luego con el tiempo, poco a poco, van limitando en su interés y en su veracidad. Y esta reflexión nos lleva a darnos cuenta que estamos instalados en una sociedad que, cada dos por tres, se ve sacudida por la aprobación de un nuevo DERECHO, sin darnos cuenta de que a la mayoría de esos nuevos derechos debía tener acceso todo el mundo desde siempre. Pero bueno no es este el motivo que puede ser muy escurridizo o mal interpretado, sino una pura y escueta reflexión sobre como puede afectar nuestro comportamiento o el de los poderes públicos al desarrollo de estos derechos. Nuestra constitución de 1978 en su artículo 43.2 dice: «Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.» ( Dando por hecho que es una derecho de todos los españoles el acceso gratuito a la sanidad). Las normas, leyes y demás circunstancias de este derecho irán o podrán ir variando según necesidades diversas. Matizando algunas informaciones aparecidas en internet o Wikipedia, he de aclarar que el Hospital de Alcazar de San Juan, se abrió a la actividad de forma oficial el 7 de julio de 1994 pero nunca fue inaugurado de forma oficial; al poco de su apertura tuvo la visita oficial de la entonces ministra de Sanidad Angeles Amador pero a instancias de la misma no se puso placa oficial de inauguración quedando solo como una visita oficial de la ministra a las instalaciones del nuevo Hospital.)

En las instituciones públicas, es evidente, que el mayor protagonismo, en su mantenimiento y actividad, corresponde a los poderes públicos correspondientes pero no podemos dejar sin reseñar la responsabilidad de los usuarios en un correcto funcionamiento de las instituciones. Seguimos con reflexiones de estos días de hospitalización sobre situaciones más o menos curiosas que afectan a todos los ciudadanos, aunque cada vez estemos más acostumbrados a echar la culpa al que manda, sea cual sea su ideología. Vamos a recoger el hilo de algunas de estas reflexiones:

El día 3 ingresé en urgencias del hospital y ciertamente, durante la primeras horas, la actividad del servicio de urgencia era continua pero no exagerada. Los pacientes íbamos ingresando en los respectivos «boxes», donde recibíamos la correspondiente atención médica. Algunos, como fue mi caso, permanecimos más tiempo en espera de asignación de cama de hospitalización. Pero, poco a poco, las urgencias se fueron incrementando y algunos fuimos trasladados a un «box» más amplio hasta que fuésemos trasladados a la planta de hospitalización. En un momento determinado nos encontramos tres pacientes, uno de ellos un varón entre setenta u ochenta años que presentaba un estado de demencia o al menos un deterioro acentuado de la capacidad cognitiva. Venía acompañado de un familiar (concretamente de una hermana) que nada más entrar al box, dijo: «No hay derecho. Nos llevan de un sitio a otro hasta que encuentran el lugar donde no molestemos. Así, unos con otros…» Mientras tanto el enfermo gritaba: ! me cago en… !, mientras, la hermana se acercaba más al enfermo, y ofendida por sus palabras, le decía: ¡Ay, cariño, como dices eso. En casa de papá nunca se han dicho esas palabras!» La mujer, como antes se decía, aparentemente de buena familia, seguía manifestando su disgusto por las palabras ofensivas de su hermano, haciendo que la excitación del paciente se incrementase aún más. Al poco tiempo una médico y cinco sanitarias tomaron las riendas del enfermo, hicieron salir a los acompañantes de los tras pacientes del box y empezaron con la tarea de intentar intubar al paciente. Al final de varios intentos y con la ayuda de un celador pudieron realizar el proceso de intubar, intentando calmar al paciente con palabras de animo y tranquilidad mientras que él seguía instalado en su coletilla cada vez más exaltada. Cuando las sanitarias terminaron solo se les oía decir: ¡pobre hombre. Está sufriendo una barbaridad¡. Ni una queja, ni un aspaviento, ni una sombra de queja por parte del personal del hospital, sino solo un ir saliendo del box con caras entristecidas… Y volvía a entrar la hermana: «Te quiero mucho cariño»; y él erre que erre, quizás como única herramienta de defensa, se acordaba, y no para bien de Dios: «Me cago en…» y la hermana con la misma terquedad de sentirse ofendida, decía: «Ay cariño no me hagas sufrir más. Esas palabras no se dicen. Si te oyese papá...! Personalmente, me dirigí a ella, y dando por hecho sus sentimientos religiosos, le dije: Déjelo que diga lo que quiera, o ¿piensa que Dios le va a tener en cuenta esas palabras…?«. El personal del hospital fué abandonando el box, sin que la hermana agradeciese su trabajo y un tímido aplauso de los dos que asistimos a todo el hecho, les hizo volver la cara cuando salían del box. La situación era para reflexionar: siete personas, a pesar de todo, habían cumplido con su trabajo, pero le habían añadido unas gotas de humanidad y cariño. Se que no es un hecho aislado que suele ser frecuente ver a personal de los hospitales abatidos ante un enfermo que sufre. Pero no siempre se tiene la suerte de estar presente en una de esa actuaciones. ¿Reflexionaría la hermana, después de todo, de las palabras primeras que dijo al entrar al box: ¡No hay derecho a que…¡»? [En cualquier caso hay trabajadores tan especiales que serán muy díficiles de olvidar. Mi recuerdo especial para un celador de urgencias, Victor Castellanos Mazuecos, que siempre fue un bálsamo para los doloridos pacientes que llegaban a Urgencias.Por cierto la sociedad, en el momento más duro de la pandemia, desde los balcones, desde la prensa, desde muchos lugares, desgranó, a raudales, aplausos, vivas, canciones,… ¡ qué más podrían hacer!. Pero poco a poco, conforme nos íbamos acostumbrado a las múltiples desgracias que acaecían en las familias, conforme la virulencia de la pandemia iba desapareciendo,.. con la misma rápida sinceridad que comenzaron, se fueron apagando aplausos, música y vivas, y empezaban a volver los reproches, algunos duros y malintencionados, hacía un sector, -el sanitario-, que había sido muralla de contención…]

La otra reflexión es acerca a todo lo que podemos hacer los pacientes para que un hospital funciones mejor y qué poco caso hacemos en muchos momentos de la sindicaciones. Al hospital de Alcázar, desde el comienzo de sus actividades, se encontró con una crítica desbocada por parte de algunos sectores, algunos relacionados con la actividad sanitaria provincial, cuando no con actuaciones que solo podía denotar una clara malintecionalidad y que supuso que un hospital que empezaba a funcionar, se encontrase, al día siguiente de su apertura con listas de espera para consultas de ciertas especialidades increibles…. pero se salió adelante. Pero lo que más molestaba era las opiniones de algún sector de la población que empezó a protestar por la actuación del hospital al intentar controlar el acceso de las visitas a los enfermos: «Esto es peor que una cárcel» …. Las horas de visita estaban controladas y, aún me parece oir por la megafonía interior del hospital. la voz del celador Julio Martin Serrano. «Se recuerda a todas visitas que el horario de visitas termina a las cinco de la tarde y deben abandonar las habitaciones..» (poco más o menos).

En cualquier caso, las cosas, las circunstancias, han ido cambiado, más o menos deprisa pero sin pausa. Todas esas indicaciones de horarios de visitas, de número de acompañantes, guardad silencio, etc. ¿han ido cambiando?

Los pasillos de las plantas de hospitalización, las salas de estar de ciertas consultas, etc. no parecen lugares propios de un hospital y no cabe la menor duda de que de ello somos culpables los pacientes y sus acompañantes. Algunos carteles recuerdan cosas evidentes: Guardar silencio, permanecer fuera de la unidad de hospitalización, mientras se pasa visita médica a los pacientes, no permanecer en los pasillos, solo un acompañante por persona ingresada, no más de dos visitas, al mismo tiempo, a los pacientes ingresados, no utilizar móviles en los pasillos de planta, no establecer corrillos en lo indicados pasillos, mantener el volumen de las televisiones a un nivel adecuado,…. y muchas otra cosas que todos los que hemos estado ingresados hemos visto y de, alguna forma, hemos ayudado a que no se cumplan. Y lo mas curioso es que todas estas indicaciones no necesitan que nos sean recordadas, son de lógico y obligado cumplimiento o acaso ¿queremos convertir al personal de los hospitales, en administradores de nuestros comportamientos? ¿ Y si las visitas las hacemos en horario de tarde cuando la actividad es mas relajada? o ¿ y si esperamos al alta del enfermo para ir a su casa a visitarlo, si es que se trata de una cuestión social tan importante?. Creo que todos deberíamos reflexionar sobre nuestros comportamientos. Posiblemente, en un hospital privado, no se permitan tantas libertades, incluso algunas veces, se sale de los mismos satisfechos del control que en ellos se tiene, «no como en los hospitales públicos que parecen casas de locos, donde todo el mundo hace lo que le da la gana».

Una vez que nos hemos recuperado, y ya en la tranquilidad de nuestros hogares, nos damos cuenta de su tranquilidad,… pues algo nos toca hacer a los pacientes dentro de los hospitales. A pesar del título del «poyete», no es el hospital el mejor lugar para unas vacaciones sino mas bien el lugar donde recuperar nuestra salud de la mejor forma posible, sin problemas o con los mínimos problemas que no siempre es posible. Llevemos la necesaria tranquilidad y sosiego, dentro de lo posible, a NUESTROS HOSPITALES.

Y nada mas. Mi agradecimiento a todos los profesionales que me han atendido, muchos de ellos antiguos compañeros de trabajo, sobre todo al personal de la planta de Cirugia I, por su dedicación a pesar de lo dificil que, a veces, se lo ponemos; al personal médico, al servicio de quirófano de Urologia, que el jueves me intervio a primera hora de la tarde, al servicio de radiología y, en especial, a es grupo de sanitarias y un celador, para mi no conocido, salvo el celador, que hizo una actuación impecable en uno de los box de urgencia, Impecables, humana y profesional que sirvió para ratificarme en el hecho de sentirme orgulloso de la Sanidad Pública. Se, porque lo viví durante muchos años, que los equipos directivos de los hospitales, tienen mucho trabajo pero me ha dado la impresión de que deben patear un poco más el hospital; no perderían mucho tiempo y si les permitiría mejora algunas deficiencias y sentirse orgulloso de su hospital, compartiendo con los trabajadores esa ilusión de continua mejora ( En cualquier caso es una opinión muy personal ).

Mereció la pena trabajar en este y por este hospital. Y Quiero recordar la figura del trabajador que más tiempo ha trabajado en él: Bene y a todos aquellos que desde el entrañable hospitalillo pasaron al nuevo hospital. Gracias por tantas cosas como compartimos, por tantos momentos buenos y menos buenos. Gracias a Paco, Fernando, Andrés, Antonia, Feli (Feliz jubilada), Carlos, Santiago, …..

Torpemente, deprisa y corriendo ( Tan deprisa que al editarlo, parte del «poyete» se borró y he tenido que rehacerlo. Se que es muy personal y lleno de recuerdos y olvidos, pero con agradecimiento y sobre todo con reflexiones que quieren recordar que, todos los que pusimos nuestro grano de arena para levantar este hospital, necesitamos hacer las públicas, aunque el grano sea ya microscópico, muy pequeño pero que este siempre presente. Para los que se fueron un recuerdo que me gustaría simbolizar en la persona de Tarsicio Peña, responsable de compras en el hospitalillo, cargo con el que pasó al nuevo hospital ya que la muerte le impidió hacer compras, impensables, cuando en el hospitalillo siempre estábamos con él diciéndole: «Peña que no se puede comprar tanto«.

JOSÉ MUÑOZ TORRES, CRONISTA OFICIAL Y TRABAJADOR QUE FUE DEL HOSPITAL GENERAL LA MANCHA CENTRO.

         

5 respuestas a “«VACACIONES» SANITARIAS, por José Muñoz Torres

  1. Querido Pepe, como siempre he leído con interés tu poyete y me he enterado de tu pasajera indisposición. Me alegro de que ya estés bien , en casa y con el problema resuelto.
    Por otra parte, como usuaria y partidaria de la sanidad pública (siempre he optado por ella, aunque por pertenecer a MUFACE podría haber optado por la privada), estoy de acuerdo contigo en que debemos cuidarla, respetar a sus profesionales y defenderla de todos los ataques y críticas que están tan de actualidad.
    Gracias por tu escrito, de verdad, me ha parecido muy bueno y muy oportuno.
    Que sigas recuperándote y escribiendo. Un abrazo,
    María Isabel

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  2. Jose, me alegro que todo haya salido, segun se presume de tu comentario BIEN. Se que funciona y son grandes profesionales los médicos del Hospital de Alcazar .Tengo referencias de ello y bien acreditadas. Que todo siga bien para tu salud y un fuerte abrazo

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  3. Buenas tardes Pepe,
    No se si es este el lugar adecuado para la pregunta que quiero hacerte. Es la siguiente: Ayer visité una exposición sobre el campo de concentración de Mauthausen, y entre las fichas de desaparecidos allí, estaban las de dos personas que ponía que eran de Villarta , no especificaba de qué Villarta se trataba, pero por los apellidos, deben ser de nuestra Villarta. Los nombres son: LEONCIO CALCERRADA CALCERRADA y ENRIQUE CALCERRADA GUIJARRO. Tú que conoces tan bien todo lo referente a nuestra historia supongo que sabes de quienes se trata, si es que eran nuestros paisanos y me lo puedes confirmar o desmentir. GRACIAS!!.

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    1. Si eran de Villarta. Despues de la guerra pasaron a Francia y alli posteriormente fueron apresados y y pasaron a Mauthauseb , hata la liberación después de la Guerra Mundial.Hay un libro de memorias del último que citas titulado Sobrevivir a Mauthausen- Gusen, Eran familia de Isidro Calcerrada padre de Isidoro Isidro Victoriano, etc,

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