UNA GUERRA, QUIZÁS MAL CONTADA: VILLARTA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, por José Muñoz Torres.

Lo hemos repetido en múltiples ocasiones pero, posiblemente, esté equivocado cuando hablo de la Guerra de la Independencia en Villarta, pues a lo mejor no hubo tal guerra sino expediciones de tropas francesas que «en orden y concierto» pasaban por Villarta de San Juan camino de Andalucia sin hacer daño alguno ni a sus habitantes ni a sus bienes, aunque esto solo fuera al principio, aunque nos imaginamos de los que era capaz entonces un ejercito cuando les dejaban campo libre. Por ello creo necesario conocer lo que era Villarta de San Juan en esa época para poder valorar claramente que es lo que pudo pasar a partir del año 1808. Al comenzar el siglo XIX, Villarta de San Juan es una pequeña villa que tiene una población aproximada de 700 habitantes ( o almas como llaman a los vecinos). Los datos que manejan muchos historiadores están sacados del Diccionario de Madoz pero en el mismo incluso la diferencia entre uno y otro dato es bien patente. En el citado diccionario publicado entre 1845 y 1850, ya incluido Villarta de San Juan en el partido judicial de Manzanares, le asigna una población de 174 vecinos adjudicándole, al igual que al resto de las poblaciones del partido un ratio de 4 habitantes por vecino, (el término vecino equivalente a cabeza de familia)conformando, de media, una familia de 4 miembros y por tanto la población total sería de 696 habitantes. Sin embargo, en el mismo diccionario, cuando habla exclusivamente de Villarta de San Juan le asigna una población de 160 vecinos equivalentes a 800 habitantes ( Es decir el ratio de habitante por familia en vez de ser de 4 habitantes/familia lo sube a un ratio de 5 habitantes/familia). En cualquier caso el censo más exacto de toda la época lo encontramos en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en el que se relacionan con nombre y apellidos todos los habitantes de Villarta en el año de 1752; eran 678 vecinos 374 hombres y 304 mujeres) más 21 hombres y 18 mujeres, en Puerto Lápice, correspondiente a la jurisdicción de Villarta de San Juan, es decir una población total de 717 habitantes. En el año 1769 la población según la relación de Domingo de Aguirre era de 630 habitantes ( 153 matrimonios, 53 viudos/viudas, 156 solteros y 105 solteras. Sin embargo un año antes, en 1768, según el censo de según el Censo de Aranda la población era de 854 habitantes ( 419 hombres y 435 mujeres); Finalmente en el censo de Floridablanca, el número de habitantes era de 736 (366 hombres y 370 mujeres).

Es decir, para el último cuarto del siglo XVIII, podemos hablar de una población media anual de aproximadamente 717. Sin embargo esta población depende casi exclusivamente del crecimiento vegetativo anual (Diferencia entre nacimientos y defunciones) y por tanto cualquier periodo de malas cosechas va a afectar muy negativamente al crecimiento poblacional. A esa falta de alimentos o de malas cosechas se le va a unir inevitablemente las frecuentes epidemias. Especialmente virulenta es la del periodo 1785/1788 en el cual se produce en Villarta de San Juan un total de 257 defunciones, de las cuales 159 eran de adultos y 115 de niños (párvulos de menos de 7 años). Otro gran brote epidémico se produce en los años 1803 ( 81 defunciones) y 1804 (78 defunciones). Por ver la gravedad de estas situaciones hemos de señalar el caso del matrimonio formado por Pedro Rojo y Gabriela Muñoz que pierden 10 hijos en el periodo de 1800/1808 o el del matrimonio Pedro Flores y María Sánchez que en el mismo periodo pierden 8 hijos, aunque quizás el caso más dramático o más llamativo sea el del matrimonio de Ramón Meco y Maria Rojo, con la defunción de tres hijos y la madre entre los días 27 y 29 de abril de 1803. Por estas fechas un escaso 10% sobrevive a partir de la edad de siete años y son muy escasas las personas que sobreviven a los 60 años de edad. Estas circunstancias hacen que el crecimiento vegetativo sea solo de 7 personas en total, durante el periodo comprendido entre 1755 y 1790. En un resumen amplio, Villarta de San Juan se presenta al comenzar el siglo XIX, como un pequeño pueblo, al igual que otros muchos de España, que no tiene mas sanidad que la de un barbero sangrador o algún joven médico en espera de encontrar mejores posibilidades (no podemos olvidar que salvo una pequeña subvención pagada por el ayuntamiento, el salario de los médicos se reducían a la «iguala» de los vecinos que no siempre podían pagar. Esta iguala que sería el equivalente al pago de asistencia a médico a través de una sociedad ha estado vigente hasta hace menos de cincuenta años; una educación reducida a las cuatro letras mal aprendidas y cuatro cuentas no muy bien aprendidas ( y lo peor de todo ello que tardó muchísimo tiempo y sacrificios llegar a la situación actual, aunque aún parezca insuficiente que siempre sería mejor mayores posibilidades).

Imagen antigua del puente antes de su última restauración (Archivo personal)

Solo tenía Villarta, -a su disposición-, para poder mejorar, su situación estratégica y geográfica, en plena carretera general de Andalucia y con un antiquísimo puente ( el puente viejo o romano) que era el único medio de cruzar el río Gigüela. [Este puente continuó siendo el único cruce del río Gigüela hasta el año 1927 en que se construyó la Carretera Nacional IV y su nuevo puente, que algunos villarteros, aunque ya sean pocos, aún recuerdan cuando vuelven la vista atrás].

Por otro lado las cosas no siempre resultan tan fáciles como al principio pueden parecer. A principios del siglo XIX, concretamente en el año 1805, se comienzan en la zona de Villarta de San Juan, la continuación de las obras de la nueva carretera desde Madrid a Andalucia. Inicialmente para hacerse cargo de dichas obras se nombró a D. Francisco Stoppani, ayudante de la Inspección Gral. de Caminos del Reino para su dirección y la del puente sobre el Gigüela [Era natural de Moronito?, obispado de Como en Italia, hijo de D. Lorenzo y María Antonia Bianqui y estaba casado con Dª Maria Antonia Mir, natural de Barcelona. Falleció en Villarta el 16 de junio de 1806. A pesar de ser ayudante de la recien creada Inspección General de Caminos del Reino, no hemos encontrado ningún dato suyo. Los que indicamos estan sacados del registro de defunciones de Villarta de San Juan]. El inicio de estas obras podrían hacer pensar que nuestra población podría adquirir más importancia y asi podría esperarse a la vista del buen número de defunciones de personas de otros lugares que fallecieron en Villarta durante esta época indicándose de alguno la causa de su fallecimiento: «.. un hundimiento en los trabajos del puente». A la muerte de Stoppani, se nombró en abril de 1807, a Juan Subercase Krets recientemente graduado como ingeniero de camino, tras un breve retraso en su graduación, pues Betancourt, director de la Escuela de Caminos, consideró que debían consolidar los conocimientos adquiridos; Subercase y sus compañeros fueron nombrados ayudantes terceros de la inspección de caminos. Él fue destinado a la carretera de Andalucía, en la que quedó al cuidado del tramo comprendido entre Puerto Lápice y la venta de Cárdenas, con residencia en Villarta de San Juan. Allí se ocupó de la construcción de un puente sobre el río Guadiana, obra que quedó inconclusa por la invasión francesa de 1808.[MANUEL LUCENA GIRALDO, Juan Subercase Krets. Real Academía de la Historia. DB-e. Hemos de señalar a este respecto que el puente que se estaba construyendo era el Puente sobre el Gigüela en Villarta, ese puente que, según «expertos«, había sido construido ya muchos años antes ]

Restos del puente sobre el Gigüela cuya construcción fue abandonada al principio de 1808. (Fuente: Archivo personal).

A pesar de todo, incluso al hecho de que se estaba construyendo una nueva carretera, y un nuevo puente, el puente antiguo continuaba siendo paso obligado para ir desde la Corte hasta Andalucía. » En agosto de 1805 fuí de orden del Inspector general de Caminos a Villaharta para examinar la calzada y puente que se están construyendo junto a aquella villa, en la carretera general de Andalucia…» [LARRAMENDI, JOSE AGUSTÍN DE .- Informe sobre la necesidad de desaguar las lagunas de La Mancha. Madrid, Imprenta de d. José C. de la Peña.1858. La cita sobre este libro de Larramendi publicado diez años después de su muerte solo tiene el interés de ratificar el hecho tantas veces repetido de que las obras de la nueva carretera y puente sobre el Gigüela en Villarta de San Juan, es un dato debidamente contrastado. Dicho esto hay que precisar que la presencia de Larramendi en Villarta consistía exclusivamente en «examinar» la calzada y puente que se estaban construyendo, enviado, a tal fin, por Betancourt, Director General de la Direeción General de Caminos del Reino, aunque las verdaderas intenciones de Larramendi era hacer un reconocimiento de los ríos de La Mancha, con vistas a la construcción de un posible canal que conectase el Mediterráneo con el Atlántico, a través de las cabeceras de los ríos Júcar y Guadiana, más concretamente del río Gigüela, tema del que en otra ocasión hablaremos. ]. En cualquier caso la obra quedó sin terminar solo con la calzada elevada sobre la llanura y la cimentación del largo puente del cual han sobrevivido los restos de la misma (de la que debía quedar una señalización informativa especial), pues estas obras, a pesar de la insistencia por parte de los políticos de la época después de la Guerra de la Independencia, nunca se llegaron a retomar, continuando como único paso el antiguo puente romano que restaurado fielmente sigue siendo testigo de mucha «historia». Al final en 1927 con la nueva del nuevo proyecto de firmes especiales, se construyó el puente sobre el Gigüela, sobre la carretera N-IV.

Volviendo a la realidad de aquellos tiemposhemos de señalar que el camino desde Madrid hacía Andalucía había ido incrementado su tráfico, a partir del mes de mayo de 1808, incluso antes, por parte de algunos prevenidos que buscaban lugares mas seguros que la capital de España.

Grabados de la obra de Viajes por España y Portugal de Cosme de Médicis, realizados por Pier Maria Baldi en el año 1668.

En las imágenes anteriores se aprecia perfectamente, a pesar de la baja calidad de la reproducción, la salida hacía Andalucía del puente viejo y por el camino real la entrada hacía Villarta hacia el Altillo por el que circulan distintos caballeros a caballo y fundamentalmente, se aprecia un arriero con una «reata de borricos» bien cargados .

A la vista de los dos grabados que adjuntamos a continuación, con la diferencia del lugar desde donde los autores contemplan la vista de Villarta, hay que señalar desde el siglo XVII (grabado de Pier Maria Baldi), siglo XVIII ( grabado de Domingo Aguirre) o una fotografía de los años años 70 (siglo XX), que Villarta de San Juan, desde su entrada por el Norte, desde el puente viejo, no ha variado enormemente. En la primera aún no se había construido la torre del Ayuntamiento o del reloj, la iglesia vieja tenía una torre bastante distinta y en la primera, sobre todo, se aprecia un amurallamiento de la villa partiendo de una torre medio hundida que delimitaba el camino real que quedaba a su derecha. ( Con un poco de calma e imaginación es fácil imaginarse, aún en la actualidad como era nuestro pueblo).

Grabado de Domingo de Aguirre de 1769 de su obra «El Gran Priorato de San Juan»

Si ha habido alguien, a mi entender, que ha sabido explicar la historia de España para que fuese entendida por todos, no es otro que Benito Pérez Galdós, pero claro, en aquellos tiempos no había nada que pudiera llevar las noticias de un lugar para otro. Y la gente, como ahora, a pesar de nuestra modernidad, vivía y se movía mediante rumores, mas o menos ciertos, -casi igual que ahora-, pero casi siempre eran rumores interesados. Los sucesos de Madrid del mes de mayo de 1808, eran llevados a los pueblos a través de las noticias de los arrieros, aunque no pasaba desapercibido para los villarteros de entonces que ese camino real o general que se ve en los grabados anteriores se veía con más tráfico del habitual, con grandes diligencias o coches de la «gente bien», a los que se les veía el miedo en la cara y que paraban lo imprescindible en las ventas y mesones del camino de Andalucía.

Corral o pequeño patio de una posada o mesón

Por esa época, en el año 1781, el Intendente General de Toledo Juan Fermin de Garde remite un escrito a los ayuntanmiento de la provincia de Toledo con el título de «Interrogatorio de preguntas ha que las Justicias, y Ayuntamiento junto con el procurador síndico de Villarta han de satisfacer al margen de cada una de ellas, segun su tenor, clara y distintamente» [ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE TOLEDO.- AHPT. Signatura H-1947] con el fin de conocer las condiciones del alojamiento en la provincia. Se compone el mismo de catorce preguntas que en el caso de Villarta son contestadas por los dos alcaldes, Francisco Moreno y Fernando Diaz Roncero, los tres regidores: Manuel Moreno Moyano, Miguel Ximenez y Francisco Torres, todos ellos ante la presencia de Josep Antonio Aguirre, escribano de número del Ayuntamiento. A la pregunta número II, contestan: «En este pueblo ai tres mesones y en las bentas de el Puerto la Piche de esta jurisdiccion ai dos; todos zinco de paredes de tierra, fabrica antigua, se allan bien acondicionados, excepto el que llaman de la Memoria de Don Francisco de Lora este necesita de reparar la mayor parte de sus quadras que estan arruinandose, tiene este meson 89 plazas, otro con 92 y el otro 110 y los dos de el Puerto uno 204 y el otro con 140, tienen  patios todos con cubierta; los tres de  esta villa son son desahogados lo suficiente para coches y carruajes y los del Puerto sus cubiertas son suficientes. Todos los cinco tienen agua de pozo en el patio buena y con abundancia»[ARCHIVO CITADO ANTERIORMENTE]. Y a la pregunta III, dicen lo siguiente: «Las zinco casas referidas se componen de un alto las tres de esta villa la una con seis quartos. Los dos piso bajos de 6 baras de largo y los cuatro por alto de 5 baras y todos de 4 de ancho, tiene dos camas cada uno surtidas con silletas y mesa, sin cortinaje ni bidrieras; otra tiene 3 quartos piso bajo  y uno por alto y todos tienen en la misma disposizion que en las antecedentes y la otra tiene 3 quartos piso bajo, y por alto uno y en la propia disposizion  que los de las otras y todos con suficiente mueble = las dos de el Puerto, la una tiene 10 quartos, 5 en piso bajo y 5 en el alto de a cinco baras y media de largo y 4 de ancho, cada quarto con dos camas = y la otra tiene 7 quartos  los 5 piso abajo y los dos por alto todo de 6 baras de largo y 4 de ancho con dos camas en cada quarto con suficiente mueble todas las de ambas y sin cortinaje ni bidrieras ninguno. [ARCHIVO CITADO ANTERIORMENTE] La descripción que hacen de los cinco mesones es suficiente para pensar que el tráfico por el citado camino de Andalucía fuese grande pues de otra forma no estarían arrendados ninguno de ellos.

Es evidente, por tanto, que estando Villarta de San Juan en lugar tan pasajero no es raro que las noticias cada vez llegasen más rápidas y mas preocupantes, razón por la cual todos los acontecimientos previos al dos de mayo, tales como la parada en Villarta de San Juan de grandes séquitos en su huida desde Madrid a Andalucía serían ampliamente conocidos por la población, aparte de la confirmación directa por parte de algunos de ellos, arrieros de profesión.

Antigua galera para viajeros

Benito PÉREZ GALDÓS en su obra Bailén decía: «Como Santorcaz era pobre y yo más pobre todavía, nuestro viaje fue tan irregular , cual los que en algunas antiguas novelas vemos descritos. No adoptamos sistemáticamente ninguna de las clases de incómodos vehículos conocidos en nuestra España; así es que en varias ocasiones marchábamos en galera, otras en macho, si nos franqueaban sus caballerías los arrieros que tornaban a la Mancha de vacío, y las mas veces, a pie. Haciamos noche en las posadas y ventas del camino…. Cuando nos hizo el cuento, íbamos caballeros en sendos machos que nos facilitaron por poco dinero unos arrieros de Villarta, y no estoy seguro si habíamos traspasado ya el término de Puerto Lápice o ibamos a entrar en él… Debo indicar el paisaje que teníamos delante, porque no menos que la pintoresca relación de Santorcaz, contribuyó aquel a impresionar mis sentidos. El camino seguía en línea recta ante nosotros…. El pueblo donde paramos a eso de las ocho de la mañana era Villarta, y dejando allí nuestros machos, tomamos una galera que en nueve horas nos hicieron recorrer las cinco leguas que hay desde aquel pueblo a Manzanares. ¡tal era la rapidez de los vehículos en aquellos felices tiempos! Cuando entrábamos en esta villa al caer la tarde, distinguimos a lo lejos una gran polvareda, levantada al parecer por la marcha de un ejército…» [He entresacado datos de la obra de Pérez Galdós, pero no cabe la menor duda que sería uno de los mejores autores a leer para entender nuestra historia.] Estamos aún en el mes de mayo de 1808 y a pesar de todo, y debió ser mucho, la población de Villarta permanecía aún en su pueblo, donde a buen seguro los ejércitos que pasaban esquilmaban sus bienes y alimentos. En este sentido hay que tener en cuenta que por entonces se aplicaba la ley u ordenamiento determinado «bagaje» por la cual cada ayuntamiento debía de hacerse cargo de los gastos ocasionados por tropas a su paso por su pueblo, ley que podría hacer cumplir cualquier militar (y no podemos olvidar que las tropas, mayoritariamente franceses, tenían apoyo de leyes vigentes al ser rey oficial de España, José I, reconocido o no por los españoles. ¿Pero quien era el valiente en un pueblo de algo más de setecientos habitantes para llevarle la contraría a estos ejercitos? ( Esta ley estuvo vigente después de la guerra de la independencia hasta tal punto de que el 5 de febrero de 1869 la Diputación Provincial de Ciudad Real tomó «el acuerdo de manifestar al alcalde de Villarta que el pueblo está obligado a suministrar los bagajes que se les pidan, sin perjuicio de ser reintegrado por la provincia en su día…»). Hemos de pensar como podrían vivir nuestros antepasados hasta casi el final del mes de enero de 1809, fecha en la cual parece que definitivamente queda abandonado el pueblo. Concretamente el 19 de enero de 1809 es enterrada Facunda Raserón, en la tumba LII-16. Pero hasta esa fecha, durante el año 1808, desde el mes de mayo, habían fallecido 34 villarteros, lo cual podría darnos a entender que la población o gran parte de la población de Villarta aún no había abandonado el pueblo. Sin embargo desde el 25 de mayo de 1808 los ejercitos franceses están desplazando todo el grueso de su ejercito para desplazarse desde Toledo hasta Cádiz. José Antonio GARCIA-NOBLEJAS, en su libro Manzanares, Guerra de la Independencia nos hace la siguiente relación de los desplazamientos de las tropas francesas: «Asi, pues conforme al cuadro de itinerario correspondiente llegarían las tropas a Villarta por el siguiente orden: el 25 ( de mayo de 1808), la caballería ligera; el 26 el Cuartel General y la primera brigada de infanteria (del general Pannetier); el 27 la segunda brigada de infanteria (General Chabert); el 28 la brigada de dragones y marinos y el 29 los regimientos suizos.[JOSE ANTONIO GARCIA-NOBLEJAS. Guerra de la Independencia.Pág. 2.] Estos datos pueden ser confirmados por el Registro parroquial de Villarta de San Juan ya que el 30 de mayo de 1808, figura la partida de defunción de Juan Gala, Soldado de la primera Compañia del Segundo Batallón, que habían llegado a Villarta de San Juan el 29 de mayo. Durante el mes de junio y primeros de julio, los movimientos de estas tropas son continuos, siendo frecuentes (hasta que no se controla la situación en Manzanares). Así el 6 de junio el General Roize llega a Villarta con unos quinientos caballos y envía un destacamento a Manzanares que vuelve pronto a Villarta ante la situación incierta en la anterior localidad. El 14 de julio, el General Liger Belair anuncia a Villarta su llegada solicitando alojamiento; el 22 de junio es el general Vedel quien llega a Villart con una división de 6.000 hombres de ellos 500 dragones (soldados de caballeria que iban armados de sable, pistola y carabina); el 30 de junio es un batallón del general Lefranc el que llega a Villarta y estaba formado por 900 hombre de infantería y 100 dragones y, finalmente, por no alargar esta relación, el día 7 de julio es la división del General Gobert quien llega a Villarta de San Juan ( la división estaba formada por 3.000 hombres de infantería ligera y un regimiento de caballería pesada, -coraceros-, mas 8o carretas de bueyes. El 20 de julio de 1808, muere de un balazo Segundo Castellanos que es enterrado en la fosa 16 del tramo XXI, por el Prior D. Blas Olmedilla. Quiere decir esto que a pesar del continuo paso de tropas francesas, en la fecha que indicamos aún no se ha producido la evacuación general de Villarta. Pocos días después «… el ataque «dado, y la victoria conseguida por la partida de Herencia a  las tropas francesas que regresaban de la Andalucía el 22 de julio en la Volliga [la Bólliga, cercana al camino Real de Villarta a Puerto Lápice -camino real de Andalucía];  el día 22 de julio a las 10 de la mañana, se presenta en la invencible Herencia un hombre con la noticia de que en Villarta hay una partida de enemigos que regresaban desde Andújar para Madrid; que su salida sería a las cuatro de la tarde(…) Apenas se oye esta noticia cuando el pueblo todo se pone en movimiento. El entusiasmo patriótico se hace general, el celo por la defensa de la patria, de su Rey y de su Religión, se deja ver en todos, y sin informarse de las fuerzas del enemigo se diponen para salirle al encuentro. No es decible el heroismo con que se portó cada uno..»[PROGRAMA DE FESTEJOS DE HERENCIA. FERIA 2008. Cita el informe del Fraile Ramón Celedonio sobre la conducta de la ilustre y fiel villa de Herencia]. No podemos decir que esta nueva «batalla» contra los franceses sea para sentirse orgulloso pues en realidad lo que se atacó fue un convoy de enfermos de diez y ocho carruajes pero asi es la guerra y de ella podemos recordar aún mas datos releyendo el «poyete» «… y seguimos con la guerra de la independencia, en la que tanto perdió Villarta y otros pueblos vecinos» publicado el 23 de marzo de 2018.

Restauración aproximadamente de la ruptura del puente en la Guerra de la Independencia (Imagen 1 Situación previa antes de la guerra. Imagen 2 Ruptura de uno de los arcos para impedir el paso de tropas francesas. Imagen 3. Restauración posterior. En la actualidad ese arco el nº 11 se distingue perfectamente de todos los demás (Archivo personal)

A partir de esta acción del 22 de julio de 1808, comenzaría la evacuación de la población de Villarta, en la que solo permanecerían pocos villarteros quedando totalmente despoblada el 19 de enero de 1809, al menos en esta fecha se produce el último enterramiento (Como dato curioso el 14 de noviembre tiene lugar el enterramiento de María Fernández de la Cruz, viuda del anteriormente citado Segundo Castellano muerto de un balazo el 20 de julio.

Durante los años siguientes el paso de tropas será habitual por nuestras tierras, camino de Andalucía o camino de Madrid, pero la vida, aún dependiendo de una administración impuesta por las tropas francesas, se hace casi habitual, con continuos sobresaltos pero cada vez con menos temores. Manzanares se convierte en subprefactura de la Mancha y en esta misma ciudad se establecen todos los organismos administrativos, militares y de justicia de la zona hasta el día 12 de marzo de 1813. Al menos en Villarta vuelve a iniciarse la inscripción en los registros parroquiales en esa fecha ( El 20 de marzo de 1813 defunción de Damiana Sánchez, mujer de Francisco Rincón). A lo largo de cinco años, todos los pueblos de nuestra zona, al igual que muchísimos de España, han sufrido no sólo los desastres de la guerra, sino la ocupación y la destrucción. Al final de estas cruentísimas guerras, los pueblos intentan rehacer su vida y sacar el mayor provecho posible de las desgracias pasadas.

Sin embargo, Villarta de San Juan, no sólo ha sufrido todos esos horrores sino además ha tenido que verse, necesariamente, abandonada de sus habitantes. Ni las tropas francesas, ni las españolas, podían supeditar sus estrategias militares a las necesidades de los escasos setecientos habitantes de una pequeña población, ni estos, a tenor, de todo lo explicado podían vivir en un pueblo que había quedado en situación de «ciudad abierta» y por tanto sometida a las leyes de una guerra declarada. Parece evidente que en una situación tal, solo se mantuvieran aquellos edificios que por su solidez tuvieran valor militar: la torre del reloj, la iglesia o el puente. El resto del pueblo sería derruido por la guerra o por sus actores. Villarta es el único pueblo de la zona que desaparece como tal, para convertirse en base de operaciones alternativo de los dos ejercitos. En algunos pueblos, como en Valdepeñas, los motivos (incluso muy trágicos y de gran heroicidad) fueron desapareciendo pasados los primeros momentos: «Por parte de los valdepeñeros se organizó una comisión integrada por Juan Rojo, alcalde por el Estado General, Juan Flores, Francisco Domingo Valiente, Jorge Casero y José Pareja que pidieron la retirada de los franceses a una legua de la población. Les prometieron, a cambio, alimentos y otros auxilios. A la mañana siguiente se les autorizaba a enterrar a sus cadáveres que, por otra parte, no habían sido saqueados en absoluto. A partir de entonces las relaciones se basaron se basaron en el respeto mutuo«. [ANGELA MADRID Y MEDINA. Valdepeñas. Instituto de Estudios Manchegos, 1981. Pág. 31] Hasta el momento en que se consolida defitivamente la ocupación de Manzanares, Villarta se convierte en retaguardia de las tropas francesas y en otras ocasiones se convierte en avanzadilla de las tropa españolas; siempre en el eje del camino de Andalucía siendo sus principales paradas Madridejos y la propia Villarta; los demás pueblos del entorno sufrieron evidentemente los trastornos de una guerra que, en muchos momentos, tomo forma de guerra civil. en lo que respecta a Villarta los informes que se recogen en archivos muchos de ellos proporcionados por los propios franceses no dejan de mencionar la situación estratégica de nuestra población que hay que mantener en su poder y ademas se le supone como vanguardia para sus ejércitos conquistadores o primer lugar en la lucha en las ocasiones que las fuerzas españolas han echado para atrás a los franceses que, muchas veces, con incomodidad se mantienen en Manzanares.

En estos años de desastre para Villarta de San Juan hemos de señalar que para muchos oficiales del ejercito francés su situación sobre la orilla izquierda del Gigüela tiene un gran valor estratégico. Quien mejor supo explicar la situación de Villarta a consecuencia de la Guerra fueron los asesores del rey Fernando VII, ya en 1823 con motivo del viaje que el el rey pensaba a realizar a Andalucia, en cuyo recorrido se incluía el paso por Villarta, itinerario que se desestimo a pesar de tener que hacer un recorrido más largo desviandose por Puerto Lápice a las Labores y desde alli a Villarrubia y a Manzanares. Las razones que se apuntaban eran que el pueblo «destruido y quemado por los franceses en la última guerra solo hay unas cincuenta casas y estas muy miserables y todo lo demas es ruina todavia y un recuerdo perenne de los bienes que traen a los infelices pueblos los ejércitos extanjeros» ( Si hubieran parado en esa villa del Gran Priorato de San Juan habrían observado lo maltrecha que quedó a consecuencias de las represalias de que fue objeto en la desoladora Guerra de la Independencia por diferentes destacamentos franceses a los que los moradores habían atacado en numerosas ocasiones…..) Después de la batalla de Uclés el enemigo la redujo a cenizas, casas y bienes resultaron destruidos o se perdieron. Durante tres años y medio las familias de Villarta arrastraron privaciones y llevaron una vida divagante…» [DÍAZ PINTADO PADILLA, JUAN. REvolución liberal y neoabsolutismo. Diputación Provincial de Ciudad Real] Parece por tanto evidente que el espacio de una decada que consideraban mínimo para reedificarla no era un término para salir del paso sino una realidad absoluta de la Situación de Villarta de San Juan.

Ciertamente «el Ayuntamiento Real, cura parroco y comandante de Voluntarios Realistas de la Leal Villa de Villaarta de San Juan a L.R.P. de V.M. humildemente exponen: Que en 31 de Mayo del año pasado de 1814 elevaron sus clamores a Vuestro Paternal Corazón, manifestando los dilatados servicios que habíasn hecho y consagrado al amor de V.M. en la pasada Guerra de la Independencia, en la que, y por muchas veces, acometieron sus habitantes con el celo mas elevado hacia su Monarca, a diferentes destacamentos de franceses de ambas armas por lo que el enemigo redujo a cenizas la población e hizo una porción de victimas, modelo de la mas heroica lealtad, de que se siguio la perdida total de las casas y haberes disponibles, quedando el pueblo reducido a la nada y la precisión de sobrellevar una vida divagante tres años y medio arrastrando toda clase de privaciones y trabajos; que la población había principiado a restablecerse de un modo tan paulatino como era consiguiente a su desgracia y que por los medios ordinarios no dejaba esperanzas de conseguirse la repoblación, si vuestras soberanas piedades no ocurrían a tamaña empresa; tanto mas útil y necesaria a V. R. Servicio y conveniencia pública, cuanto que esta villa se hallaba situada sobre la carretera General de las Andalucias, y concluyeron proponiendo los medios con que podría fomentarse. V.R.M. se sirvió tomar en su real consideración la veracidad de la humilde suplica y lo interesantísimo que era la reedificación de un pueblo tan necesrio como útil por la situación que ocupa y por su Real Decreto de 28 de julio dado por el conducto de vuestro Ministerio de Gracia y Justicia se digno concederle diferentes gracias y entre estas el título de Leal (villa), el perdón de los atrasos de contribuciones por diez años en los cuales se creyó podría restituirse la población a su pristino estado por el influjo de vuestra soberanas gracias; mas interrumpidas por la pasada ominosa revolución y nuevo padecimiento causados por el abominable y pretendido Gobierno llamado Constitucional, que oponiéndose a la Real voluntad y previas disposiciones de V.M., obligó al pueblo a pagar contribuciones, suponiendo era incomprensible con la tal Constitución, de que resulta que solo ha disfrutado de siete años la Real Gracia de V.M. y no pudiendo sacudir los vecinos la pobreza que le llevo su heroismo se encuentran en un estado enormemente miserable, habitando la mayor parte de los 150 de que ya se compone en cuevas y barracas cubiertas de maleza, como presenció la misma Real Persona de V.M. al tener el honor y mas elevada satisfacción de recibirla sus habitantes con sus brazos y leales corazones, derramando lágrimas de alegría al verle ya libre del indigno yugo que le había oprimido desde el desgraciado día 7 de marzo de 1820 y en posición de disolverse si de nuevo no lo remedia V.R. Beneficencia ampliando la enunciada Soberana concesión por el espacio de otros diez años, a lo menos. Los que representan deseosos de cooperar a la existencia y establecimiento de una población util y necesaria a V.M., a la Patria y en particular a sus infelices habitantes que de otro modo les sería preciso abandonar sus hogares y retirarse a otros de mayor vecindario en donde podrán sufrir mejor las contribuciones que en esta les es imposible satisfacer; se ven obligados a representarla asi respetuosamente a V.M. bien es que de este modo llegará el caso de verse reedificadas sus casas para la acogida de las tropas que precisamente han de transitar por ellas, y por lo mismo: A V.M. rendidamente suplican que a la vista de lo expuesto y de los antecedentes obrados en el asunto, se sirva conceder a dicha villa las gracias que dejan indicadas de exención de toda clase de contribuciones personales y pecuniarias por otros diez años que podría ser por el mismo Ministerio de Gracia y Justicia, para evitar la despoblación y asegurar las conveniencias que resultan al servicio de V.M. y del público. En la conservación y fomento y agradecidos sus vecinos, consagrarán sus votos al Eterno, pidiéndole prospere la importantisima vida de S.M. dilatados y felices años. = Leal Villaarta de San Juan y julio de 1825 = Señor A L.R.P. de V.M. = Cesáreo Moraleda= Frey Don Pedro Malpica y Cabellos= Antonio Sánchez Polo= José Muñoz= Sabino Ribera= José Lucas Moreno Mayorga y Josep Sepúlveda.»

El titulo de este «poyete»: «Una guerra, quizás mal contada» conlleva la revisión de un largo y prolífico legajo cuya transcripción desborda las posibilidades de este «poyete» por ello en esta ocasión nos quedamos sólo en la exposición de los motivos de la petición de nuestros antepasados, así como la contestación última del Gobernador de Alcázar de San Juan que es la que nos ha llevado al hecho de decir que quizás la historia de nuestro pueblo durante la guerra de la Independencia estuvo mal contado o bien que no pudieron contarla de otra forma, dada la citada contestación que al final transcribimos.

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Portadilla del legajo 1623

Con fecha 19 de septiembre de 1825 el Gobernador de Alcazar de San Juan Andrés Castillo González, se dirige al rey con el escrito que a continuación transcribimos:

Al Rey. El corto tiempo de diez meses que hace sirvo este Gobierno, y la imposibilidad que me ha rodeado en ellos para visitar el pueblo de Villarta, uno de los catorce de que se compone este gran Priorato de San Juan no me permiten informar a V.A. en los términos que apetece y yo deseo. Sin embargo la Delegación de Rentas que desempeño y algunas noticias que he adquirido me han hecho conocer, que Villarta no es de las poblaciones mas infelices, y que ya por la gracia debida a la beneficencia de S.A. en el año de mil ochocientos catorce, ahora por sus cosechas al menos medianas, ha logrado reponerse de la decadencia que sufrió en la desoladora querra con las tropas de Napoleón. Asi es que habiendo pedido informes el intendente de estas Provincias de la Mancha sobre igual solicitud con respecto a los años de la abolida constitución, en que Villarta pagó contribuciones, hoy esta Admiistración y Contaduria, según se me previno y sus Jefes no dejaron de convenir, en que si bien era justo se le completase el número de los diez años de gracia, podría adoptarse en su defecto el descuento de lo que satisfizo entonces y creyendo ahora que sería muy conveniente oir a la Contaduria mediane la indisposición del Administrador , ha expuesto lo que manifiesta su papel de este día que remito a V.A. para comprobación de lo que opina. Por de pronto el pueblo de Villarta no es lo que manifiesta su Ayuntamiento, el Cura Párroco y el Comandante de los Realistas, y en su lugar puede considerarsele de una fortuna regular, y tanto más apreciable, cuanto comparado con otros muchos del mismo Priorato y de este Partido, goza de unas conveniencias que no admiten paralelo en las actuales circunstancias. Los últimos se ven agobiados con apremios por parte de la Real Hacienda, cuando el primero (Villarta) no ha experimentado alguno y siendo las cargas del Estado muy atendibles y meritorias, es muy reparable para las villas limitrofes este accidente y el que Villarta no contribuya a levantarlas en una situación distinta que la que produjo la gracia con que quiere enriquecerse a influjo de su continuación por otros diez años. No obstante lo que llevo dicho V.A. hara el mérito que estime más oportuno. Alcázar de San Juan 19 de septiembre de 1825 = M.V.S.= Andrés Castillo González.

Este último informe es remitido al Gobierno que expide certificación en el siguiente sentido:

«Con nueva vista de este expediente y de lo informado por el Gobernador de Alcázar de San Juan, acerca de la representación del Ayuntamiento y cura párroco de la villa de Villarta de San Juan, en que refiriendo la exención de toda clase de contribuciones que se le concedió por diez años en 28 de julio de 1814, solicitan se les prorrogue dicha gracia por diez años mas, dice: Que constando de dicho informe y el de la Contaduria del Partido que se acompaña, que las circunstancias y estado de la precitada villa son muy diferentes de las que se encontraba cuando se le concedió dicha gracia, mediante haberse repuesto su población a un estado regular con otras ventajas que la presentan mucho menos desgraciada que otros pueblos circunvecinos estaría muy prudente y arreglada la propuesta de la misma Contaduria con que se conforma el propio Gobernador, reducida a que se le descuenten en parte de pago de las contribuciones de los años siguientes al cumplimiento de la expresada gracia los 18.258 reales y 9 mrs. satisfechos durante el llamado régimen constitucional por no haber disfrutado en él de la misma gracia y completarse con este descuento el goce de la misma por los diez años para los que se concedió. El Consejo siendo servido podrá consultarlo asi a S.M. o acordar, no obstante, lo que estime más conforme. Madrid 26 de octubre de 1825. =Recibido en 28 de dicho mes = Sres, de Gobierno. Madrid veinte y nueve de octubre de 1825.= Al Relator Gil. A consulta con S.M. y parecer de que a la villa de Villarta se la complete el goce por tres años que la restan de la gracia que S.M. se dignó concederla en veinte y ocho de Julio de mil ochocientos catorce. Madrid, ocho de abril de 1826= Dr. Gil.

.Mantenemos desde hace mucho tiempo, sin poder afirmar la veracidad del hecho ni desde cuando, las distintas tablas de medir de la historia de nuestro pueblo pero en este caso es evidente el hecho sobre todo recordando las palabras del Gobernador de Alcázar en 1825: Por de pronto el pueblo de Villarta no es lo que manifiesta su Ayuntamiento, el Cura Párroco y el Comandante de los Realistas, y en su lugar puede considerarsele de una fortuna regular, y tanto más apreciable, cuanto comparado con otros muchos del mismo Priorato y de este Partido, goza de unas conveniencias que no admiten paralelo en las actuales circunstancias. ¿Las ventajas de Villarta en aquellos momentos era haber quedado destruida totalmente? ¿Haber tenido que ausentarse su población a otros pueblos cercanos o a quinterías fuera de la población? ¿Estar pasando continuamente miles de soldados tanto franceses como españoles vivaqueando y saqueando lo poco, cada vez menos, de lo que iba quedando…? Intentaremos seguir explicando estas «cosillas», según les pareció a algunos en un próximo «poyete».

JOSE MUÑOZ TORRES, Cronista oficial


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