No creo que sea necesario aclarar que cuando relaciono Villarta con cualquier acontecimiento, no es para demostrar lo importante que es nuestro pueblo, sino para explicar de qué forma afectaron a la gente de Villarta ( o como nos afectan) los acontecimientos. Pongo algún ejemplo para aclarar lo que quiero decir. La Guerra de la Independencia. Mientras a algún pueblo, la guerra de la Independencia, le supuso que su actuación -aparte graves daños y muertes- le valiera honores merecidos y honras, para otros (como a Villarta y a otros muchos) la misma actuación le sirvió para que el pueblo fuera destruido, incendiado y expoliados sus bienes, y sus gentes tuvieran que buscar acomodo en otros pueblos. Otro ejemplo, cuando Villarta se quedó sin río y sin «tablas», no era para hablar de lo importante que era Villarta por tener esos espacios, sino porque habían desparecido y quizás tuvimos nosotros culpa, y sí eso fue así, ahí está nuestro rio Gigüela para hacernos sufrir su desaparición… Es decir cuando hablo de Villarta simplemente hablo de lo que pasó, porque lo que le pueda pasar, bueno o malo, va a depender en gran parte de nosotros.
Dicho esto quisiera comentar hoy un hecho que comenzó a principio del siglo XVIII y cuyo significado y consecuencias no se han difundido como otros acontecimientos de mucha menor importancia. Es un acontecimiento que se da en muchas familias, cunado hay que repartir la herencia, salvo que en este caso la familia era la monarquía española y la herencia era España. En las familias, en el peor de los casos, el reparto de las herencias terminaba con el hecho de que algunos hermanos terminasen sin hablarse, a pesar del empeño de los albaceas u «hombres buenos» que intentaban hasta el final «arreglar las cosas». En el caso del testamento o herencia de Carlos II, había pocos «hombres buenos» intentando buscar una solución, más bien había muchos estados buscando «sacar tajada» de los bienes de España y todo el esfuerzo de unos y otros terminó en guerra, una nueva guerra civil, y que a Villarta le tocó un poco, quizás simplemente por estar donde está y no por ninguna otra razón. El título de nuestro «poyete» de hoy está bien puesto; se trata de la guerra de Sucesión que no hay que confundir con la guerra de Secesión que ocurrió en Estados Unidos. En realidad se trató de una de las muchas guerras civiles que ha habido en España. A la muerte de Carlos II, sin sucesión directa, empezaron a salir posibles herederos y como casi siempre, en estos temas, todos quieren tener razón y pocos ganas de negociar ninguna solución. Lo mas curioso de todo esto es que, antes de que falleciera Carlos II, Francia e Inglaterra,habían establecido un tratado de Partición en el que no solo se disponía quien iba a ser el sucesor sino como se iban a repartir los bienes que no eran otros que todos los bienes de España.
Con fecha 1 de noviembnre de 1700 fallecía Carlos II y como «casa sin dueño», los más cercanos, pero ajenos, empezaron a repartir los bienes, a pesar de que un último testamento del difunto Carlos II declaraba «por legítimo sucesor de estos Reinos al Señor Duque de Anjou, hijo segundo del delfín de Francia, por derecho y por mas conveniente para el Estado..» En caso de no poder ser él, el heredero sería el Duque de Berry, hermano del Duque de Anjou y despúes seguiría en orden, el Archiduque Carlos, hijo segundo del Emperador y por último se llamaría al Duque de Saboya… En su tesis doctoral «Toledo entre Austrias y Borbones: Su aportación al inicio de la Guerra de Sucesión», África García Fernandez, hace una prolija narración de todos los acontecimientos de esta época tan triste para España pero que, evidentemente, es imposible de resumir, ni mucho menos, en este «poyete». El 16 de noviembre de 1700 era proclamado en Paris como Rey de España, el Duque de Anjou, con el título de Felipe V, hecho que fue aceptado por todas las monarquias europeas excepto por la Casa de Austria que perdía su presencia en la corona Española. España había pasado a ser uno más de los paises europeos que, a pesar de su consentimiento estaban preparando las armas para ver de que forma «podían sacar tajada» de las posesiones españolas. La advertencia del rey de Francia Luix XIV a su nieto: «Pórtate bien en España, que es tu primer deber ahora, pero recuerda que naciste en Francia, para mantener la unión entre nuestras dos naciones, es esta la manera de hacerlos felices y preservar la paz de Europa». Estas palabras debieron poner en alerta al resto de las naciones. A pesar de la clara decadencia del imperio Español, era evidente que mantenía en su poder todas sus posesiones, que eran muchas, y esa situación unida a Francia podía hacer que esta última, fuese coheredera de las grandes posibilidades de América. Las colonias de América ya había sido objetivo de Inglaterra y las Provincias Unidas de los Paises Bajos, con naves corsarias o como en el caso de Las Provincias Unidades de los Paises Bajos a través de una compañia como la Compañía de Indias que ya, en 1631, mantenía en permanente estado de guerra la zona de Brasil, concretamente Bahía, con la llamada guerra del azúcar o con los continuados ataques a las salinas de Cumaná, más concretamente las salinas de Araya, donde estuvo presente como mariscal de campo don Cristobal Messía Bocanegra [Ver: JOSÉ MUÑOZ TORRES.- Don Cristobal Messia Bocanegra, un hidalgo de Villarta de San Juan e Ilustre Militar en la convulsa España del Siglo XVII. Biblioteca Oretana.Colección Historia. Puertollano, 2012]. Esas palabras de Luis XIV, el rey Sol, suponía una teórica amenaza que poco a poco fue tomando fuerza hasta que en mayo de 1702 se constituyó la Gran Alianza formada por Austria, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos, Prusia y la mayoría de los estados alemanes, que declaró la guerra a Luis XIV y a Felipe V en mayo de 1702. Portugal y el Ducado de Saboya se unirían a la Gran Alianza en mayo de 1703.
Podríamos decir que esta guerra fue una lejana premonición de lo que sería posteriormente las dos guerras mundiales con un enfrentameinto enquistado entre Francia y el imperio Austríaco. La entrada de Inglaterra y Holanda en esta guerra se debían a otros intereses por parte de estos dos paises y no era otra que la de conseguir bases navales en el Mediterráneo que sólo podían ser españolas con el fin de hostigar a la poderosa Francia. Sus objetivos fueron Cádiz, Málaga, Rota y otros puntos como Gibraltar o las islas Baleares. En Cádiz, Málaga y Rota fueron rechazados pero no asi en Gibraltar (que desde entonces pertenece a Inglaterra) o Menorca, que al final volvió a manos españolas. En 1703 con la entrada de Portugal en la guerra, facilitó la presencia de Inglaterra en suelo español, razón por la cual a partir de ese momento la Guerra de Sucesión va a ser exclusivamente española. La escasa habilidad de los asesores de Felipe V, suprimiendo los derechos históricos de los reinos de Aragón y Valencia, hizo que la guerra en España se convirtiese en una lucha entre regiones, que aprovecharon las fuerzas aliadas para apoyar a los antiguos reinos de Aragón (Principalmente Cataluña)y al de Valencia, suprimiendo privilegios que si mantuvieron las regiones del pais Vasco y Navarra. Y de aquellas actuaciones de principio del siglo XVIII se mantienen aún muchas «reivindicaciones».
Como siempre las zonas que no tenían privilegios especiales ni mas bienes que lo que sus brazos podían arrancar de la tierra en manos de grandes títulos,, la España de Castilla, León , Extremadura,…. poco podían perder y poco podían esperar del que fuese a ser nuevo rey de España. Sin embargo, después de la guerra, algunos cambios si permitieron vislumbrar ciertas mejoras, al menos sobre el papel aunque al final quedaron en «aguas de borrajas» [La borraja es una verdura que tiene un caracter silvestre que en su momento era muy utilizada, fundamentalmente cocida -no muy cocida- y revuelta con huevo. Sin embargo al caldo de su cocción se le atribuía caracter medicinal para problemas de hígado o para estimular el apetito, como no se conseguía ningún beneficio se le aplicó el caracter de no servir para ningún fin médico y de ahi que «eso es como el agua de borraja que no sirve para nada. Pero si como alimento..]
Pepe. Parece que lo de equivocar o cambiar el nombre no ha sido cosa solo de Villarta.
Con las particiones, sucesiones o herencias, en muchos casos, ha habido desavenencias; en las de cacharros por una sartén, en las de fincas por cuatro cepas o en las de naciones por un risco. Parece que esto ha sido así y tendrá que seguir siéndolo, manden reyes o plebeyos. Si injusto era que alguien por su linaje fuese dueño de vidas y haciendas no fue menor que por el mismo motivo le cortasen la cabeza. Los disparates son eso, barbaridades. Lo bonito es mantenerse en el termino medio y en esto Villarta, a lo largo de lo que de su vieja historia conocemos, ha tenido poco reposo y nos daban la mortal a la ida o a la vuelta.
La gota de humor ha venido al final. La verdad es que lo de Puerto «Lápiche» se lo oía decir como normal, hace años, a mi padre y a personas de su tiempo, «de San Juan» no lo había oído y por supuesto, «La picha», nunca.
Muchas gracias señor Cronista. Un abrazo.
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